Conservar la paz interior en
este mundo que corre cada vez a más velocidad, en que se popularizan las
maldades y los actos oscuros, es cada vez más difícil.
Este clima habitualmente nos
hace caer en algún pecado o negligencia de palabra o de obra, tal como
irritarse con lo que nos sucede o murmurar, o caer en un cierto conflicto, o
ser tentados por algo, o desesperarse porque las cosas no salen tal como las habíamos
planeado, o cualquier otra falta; ya sea una o muchas caídas.
Al poner énfasis en el pecado,
en la culpa, en tratar de no cometerlo de nuevo, en confesarlo con mucha
escrupulosidad, a veces no comprendemos que el perdón del pecado es sólo una
parte de la historia para lograr paz interior. A veces depositamos en el sacramento
de la confesión la ‘magia’ de darnos paz interior; pero es sólo la mitad de la
historia.
En definitiva no es bueno que
quedes perturbado o desanimado o triste al pensar en lo que ha sucedido, ni
confundirte dentro de ti mismo, creyendo que nunca serás libre de las faltas y
tendrás paz, que tus fallos e irresolución son la causa de ello, o imaginar que
no estás caminando en el espíritu y en el camino del Señor, o un millar de
otros miedos, presionando tu alma a cada paso, con el descontento y la cobardía.
Debes
tratar de elaborar un entorno para lograr la paz interior como recurso
cotidiano y también protegerte del demonio que no quiere que llegues a la paz.
LA PARADOJA DE SEGUIR CON LA
PAZ PERDIDA, POR HABER PERDIDO LA PAZ
Este
es un problema muy común. Perdemos el tiempo reflexionando como llegamos a
faltas o pecados que nos quitan la paz, examinando por cuánto hemos albergado
la idea y si la consentimos, si fue voluntaria o no, etc.
Y
cuanto más pensamos en ello, somos menos capaces de tomar una decisión al respecto, y el cansancio,
perplejidad y ansiedad de confesarlo aumentan.
Así
vas a la confesión con miedo, y, después de haber perdido mucho tiempo en hacer
tu confesión, tu espíritu está aún más incómodo de lo que estaba antes, por miedo a que
no hayas dicho todo y porque tu anhelada paz no se cumplió del todo, si bien
hubo una desahogo importante.
Así,
tu vida está en un estado de amargura y ansiedad, con poco fruto,
y con la pérdida de una gran parte de tu recompensa.
Todo esto
viene de no conocer tu propia debilidad natural y la forma en que el alma debe
tender hacia Dios.
Piensa que después de haber
caído en las faltas que hemos citado, o en cualesquiera otras, podemos
acercarnos más fácilmente a Dios con una conversión humilde y amorosa, que con
el espíritu de dolor y descontento por el fallo en sí, en el caso del examen de
pecados veniales y ordinarios.
Esto es lo que demuestra que la confesión es sólo la mitad del problema,
una mitad necesaria, pero no lo que te llevará 100% a tener paz interior.
Cuidado que estamos
hablando sólo de las personas que llevan una vida espiritual y se esfuerzan por
avanzar en ella, y están libres de pecado mortal.
Para
aquellos que viven sin cuidado y en pecado mortal, y no se preocupan de ofender
a Dios, este medicamento no es para ellos. Tales personas deben hacer su examen y confesión
con mucha escrupulosidad, no sea que, por su propia culpa e indiferencia,
arriesguen su salvación
CINCO CAMINOS SENCILLOS HACIA
LA PAZ INTERIOR
1 – NO TENGAS EL ALMA LLENA DE
ESCRÚPULOS
Cuando hayas perdido la paz, para volver a la
tranquilidad y la paz que el siervo de Dios debe tener, este camino se debe aplicar no sólo para faltas leves y diarias, sino
también cuando tengas una mayor y más profunda de lo habitual, si en
algún momento el Señor permite que caigas en tales.
La contrición que sólo
perturba el alma y la llena de escrúpulos nunca conducirá a la perfección, a
menos que se combine con la confianza amorosa en la bondad y la misericordia de
Dios.
Y esto es especialmente necesario en el caso de
personas que no sólo tratan de salir de sus miserias, sino que también buscan un alto grado de santidad y un
gran amor por la unión con Dios.
Muchas
personas espirituales, al no entender esto correctamente, siempre llevan un
corazón y un espíritu quebrantado y desconfiado, lo que obstaculiza su progreso espiritual y la
capacidad de gracias más altas, que una tras otra Dios ha preparado para ellos.
Estos
a menudo llevan una especie de vida que es muy desgraciada, inútil y
lamentable, porque siguen sólo su propia imaginación y no abrazan la doctrina
verdadera y sana que conduce por el camino real hacia las virtudes elevadas y
sólidas de la vida cristiana y la paz que nos fue dada por Cristo mismo.
Esto
lo veremos en más detalle abajo.
2 – APRENDE A RECUPERAR LA
TRANQUILIDAD DE TU ALMA EN CASOS SEVEROS
Toma esta regla, cuando caigas
en un defecto, ya sea grande o pequeño, a pesar de que es posible que hayas
cometido el mismo cuatro mil veces en un día, y siempre de forma voluntaria y
con advertencia: nunca te permitas caer en un estado de amargura, y no te
inquietes, ni pierdas el tiempo mediante el examen del hecho mismo.
Pero
a la vez reconoce lo que has hecho, y, con humildad, con respecto a tu propia
debilidad, y a su vez con amor a su Dios, dile a él con tus labios o con la
mente solamente,
“Señor, yo he hecho esto…, soy
lo que soy, y nada más se podía esperar de mí.
Te doy gracias por aquello de lo que me has preservado, y me duele más lo que he hecho porque no se corresponde con tu gracia.
Perdóname, y dame la gracia para que yo no pueda ofenderte nunca más, y nunca pueda separarme de ti, a quien yo deseo siempre servir y obedecer”.
Te doy gracias por aquello de lo que me has preservado, y me duele más lo que he hecho porque no se corresponde con tu gracia.
Perdóname, y dame la gracia para que yo no pueda ofenderte nunca más, y nunca pueda separarme de ti, a quien yo deseo siempre servir y obedecer”.
Una
vez hecho esto,
no pierdas el tiempo en pensamientos ansiosos, imaginando que el Señor no te ha
perdonado. Sino con un espíritu de fe y de reposo, continúa tus ejercicios,
como si no hubieras caído en absoluto.
Y esto hay
que hacerlo, no sólo una, sino cientos de veces, si es necesario, y en
cada momento, y con la misma confianza y reposo la última vez que la primera.
Porque de esta manera, vas a hacer honor a la bondad de Dios, a quien debes concebir como
lleno de gracia y de infinita compasión, más allá de todo lo que se pueda
imaginar.
Por lo tanto, nada vendrá a molestar tu progreso, tu perseverancia y tu curso hacia
adelante; ni vas a dejar que el tiempo pase en vano y sin fruto.
También es posible que, al actuar de este modo,
incluso conviertas tu pecado y tu
defecto en un intenso acto de reconocimiento de tu miseria y de
auto-humillación delante de Dios; acompañándolo con un acto de reconocimiento
de su misericordia.
Y esto
mismo te permitirá llegar más alto de lo que estabas antes de que
cayeras, a través de la ayuda que Dios te da, siempre y cuando hagas buen uso
de ella.
Si los que
son de un temperamento ansioso e inquieto quisieran hacer caso, ellos
descubrirán cuán grande es su ceguera, su pérdida de tiempo y su propio daño.
Esta advertencia debe observarse con cuidado, ya
que es una de las claves que el alma
tiene para el desbloqueo de los grandes tesoros espirituales, y por lo tanto
para llegar a ser rico en poco tiempo.
Pero también puede suceder que
tu pérdida de paz no esté relacionada con un acto tuyo, con un defecto, sino
con algo que inesperadamente te han hecho o te ha sucedido.
En este caso más que en ningún otro debes recurrir
a la oración, y tienes tres
posibilidades:
– Ponte en presencia del Señor
frente al Santísimo Sacramento en una Iglesia, habla con Él,
pídele la paz y espera que actúe
.
– Comienza una oración mental repitiendo un mantra como por ejemplo “Señor Jesús, hijo de Dios, ten piedad de mi, pecador” y repítelo sin cesar hasta recobrar la paz
.
– Reza el Santo Rosario, más lentamente de lo habitual y con los ojos cerrados
.
– Comienza una oración mental repitiendo un mantra como por ejemplo “Señor Jesús, hijo de Dios, ten piedad de mi, pecador” y repítelo sin cesar hasta recobrar la paz
.
– Reza el Santo Rosario, más lentamente de lo habitual y con los ojos cerrados
3 – CREA UNA VIDA DE ORDEN, NO
DE CAOS
Independiente de lidiar con las faltas y pecados
cometidos, los que por otro lado son muy frecuentes en estos tiempos, y por las
cosas que nos hacen otros, es cada vez
más difícil de alcanzar la paz que todos anhelamos y pocos de nosotros
logramos en esta vida.
Es necesario
crear un sustrato de paz y armonía en tu vida, independientemente de los casos
concretos que te sucedan.
Recuerda en primer lugar, Dios no existe en el
caos, en cambio el enemigo sí.
Nuestro
Padre Celestial creó la tierra en seis días utilizando un patrón ordenado. Debemos modelar
nuestras vidas después de esto.
No es bueno para nosotros
perseguir constantemente distracciones y diversiones, que son zona de juegos
del diablo para fomentar la inquietud dentro de nosotros.
En lugar de llenar nuestras
vidas con el desorden mental y visual, ¿por qué no empezar por limpiar el
desorden y simplificar? Crear un espacio sagrado, y usarlo, diariamente.
En nuestra era de la
información, es crucial que programemos tiempo para la soledad: la reflexión, la
oración, y muy especialmente, escuchar a Dios con nuestros corazones.
Dios no nos habla a nosotros en el trueno o en el
viento. Él nos habla en voz baja, a
veces apenas audible. Y creo que el propósito de esto es para que nos
disciplinemos para hacer una pausa, escuchar y esperar su respuesta. Y Él va a
responder si hacemos esto.
4 – DEJA DE PLANIFICAR CADA
MINUTO DE TU DÍA
Esta sugerencia puede parecer contraria a la
primera, ¿no? Pero en realidad, no lo es.
Mientras es vital discernir el patrón – el ritmo –
de nuestros días para mantenernos conectados a la tierra, enfocados y
centrados, es igualmente importante permitirnos
el tiempo suficiente para que el Espíritu Santo obre en nuestras vidas.
El
Espíritu Santo se mueve de forma fluida y a menudo de forma inesperada. Si tenemos
cada tarea metida en una lista detallada, digitalizada en nuestros calendarios
tecnológicos, ¿cómo podemos invitar al movimiento del Espíritu Santo en
nuestros corazones?
Esto es más o menos un punto obvio, sin embargo, pocos de nosotros realmente ponemos en
práctica el concepto en una realidad cotidiana.
En los días que de alguna
manera damos un paso al costado de esa mentalidad, oímos hablar a Dios en
formas distintas. A menudo nos pide hacer o decir algo bastante radical y desde
luego fuera de nuestro entorno natural o zona de confort.
Pero
los frutos de tales acciones son siempre ricos y vivificantes, y todo nuestro
ser se inunda con una “paz que sobrepasa todo entendimiento”.
Cuando nos
damos cuenta de estos encuentros providenciales y sus resultados,
estamos más propenso a detenernos momentáneamente en cada día para responder al
Señor: “Habla,
Señor, que tu siervo escucha.”
Pruébalo, y
seguro de que tu vida va a cambiar, así como tu paz interior.
5 – PERMITE QUE JESÚS DESCANSE
EN TU CORAZÓN
Esta
sugerencia es más bien de naturaleza mística, y probablemente es el más profundo de todos los
puntos antes mencionados.
Hay
momentos en los que buscamos la respuesta de Dios a nuestras oraciones y
preguntas, sin embargo, nos encontramos con su silencio.
Y en consecuencia, esto crea una turbulencia del espíritu dentro de nosotros, porque
suponemos que nos ha abandonado cuando, de hecho, Él sólo está descansando
dentro de nosotros.
El ex Arzobispo de México Luis
M. Martínez hace una propuesta novedosa: ¿Por qué no permitir a Jesús que
duerma en nuestros corazones por el tiempo que él desee?
Si él decide permanece en
silencio durante un día, una semana o tal vez incluso años, entonces tenemos
que descansar en la seguridad de que Él está con nosotros y simplemente desea
descansar en nuestro amor.
Muy
a menudo nos acercamos a Dios con una disposición de recibir de Él en lugar de
darle a Él.
Es mucho más beneficioso para nuestras almas permitir que Dios nos pode
descansando en silencio, madurar nuestro amor por Él para que siempre estemos
descansando en Él, como Él descansa suavemente en nosotros.
Cuando las olas de temor
oscurecen nuestros sentidos y nuestras almas con el terror y el enemigo busca
destruir nuestra tranquilidad interior, recuerda al Jesús durmiendo en la barca
de tu corazón y descansa junto a Él hasta que las tormentas actuales nos laven
y las olas retrocedan una vez más.
LA PARADOJA DE PERDER LA PAZ
POR BUSCARLA
San Ignacio de Loyola señala
que en sus vidas espirituales y morales, las personas tienden a ser laxos en su
fe o ser escrupulosos, tenemos una inclinación natural a un modo u otro de
reaccionar. La táctica del diablo entonces es tentar a la persona más en su
laxitud o su escrupulosidad, según su inclinación.
La
persona laxa se vuelve más laxa, lo que permite a sí dejar cosas de lado, mientras
que la persona escrupulosa se vuelve
más y más esclava de sus dudas y perfeccionismo.
Por lo tanto, la respuesta pastoral a cada uno de estos escenarios tiene que ser
diferente. La persona laxa tiene que practicar la disciplina con el fin
de recordar que debe confiar más en Dios. La persona escrupulosa necesita
practicar la moderación con el fin de dejarse ir y confiar más en Dios.
La
escrupulosidad es la culpa católica fuera de control, o, como los
explica San Alfonso de Ligorio: “La conciencia es escrupulosa cundo, por una razón frívola y sin base racional,
existe un temor frecuente de pecado a pesar de que, en realidad, no hay
pecado en absoluto. Los escrúpulos es una comprensión defectuosa de algo”
Una persona es escrupulosa:
.
Cuando se obsesiona sobre si algo que hizo es o no es correcto
.
Cuando una nube de la ansiedad y duda se cierne sobre las minucias de su fe y vida moral.
.
Cuando teme pensamientos y sentimientos obsesivos y usa la oración y los sacramentos compulsivamente con el fin de deshacerse de ellos.
.
Cuando se obsesiona sobre si algo que hizo es o no es correcto
.
Cuando una nube de la ansiedad y duda se cierne sobre las minucias de su fe y vida moral.
.
Cuando teme pensamientos y sentimientos obsesivos y usa la oración y los sacramentos compulsivamente con el fin de deshacerse de ellos.
Las personas con escrúpulos se sostienen con tan
altos estándares y con frecuencia
piensan que necesitan más disciplina, más normas, más tiempo para la oración,
más confesión, con el fin de encontrar la paz que Dios promete.
Esto no sólo es un enfoque equivocado, dice San
Ignacio, sino una peligrosa trampa
tendida por el diablo para mantener esclavizada al alma. La práctica de
la moderación en la práctica religiosa y la indulgencia en la toma de
decisiones, es el camino de la santidad de la persona escrupulosa: “Si un alma devota desea hacer algo que no es
contrario al espíritu de la Iglesia o de la mente de los superiores y que puede
ser para la gloria de Dios nuestro Señor, puede llegar a una tentación por no
decir o hacer eso. Pueden existir razones aparentes, como que está
motivada por la vanagloria o alguna otra intención imperfecta, etc. En estos
casos debe elevar su mente al Creador y Señor, y si ve que lo que está a punto
de hacer es de acuerdo con el servicio de Dios, o al menos no contrario, debe
actuar directamente contra la tentación” (Nº 351)
La práctica de la moderación
es difícil porque la persona escrupulosa la siente como tibia. Si hay una cosa
profundamente repugnante y aterradora a la persona escrupulosa, es ser tibio en
la práctica de la fe. Incluso puede llevarle a dudar de la ortodoxia de su
director espiritual, e incluso de asesores profesionales.
La
persona escrupulosa debe resistir estos sentimientos y temores, dice San
Ignacio.
Debe ser humilde y someterse a la orientación de los demás. Tiene que ver sus
escrúpulos como tentaciones.
Fuentes:
- http://www.minimas.org/docs/orar/combate_espiritual-114680-1.pdf
- http://catholicexchange.com/three-simple-paths-to-interior-peace
- http://lovealonecreates.com/consider-the-lilies-an-act-of-trust/
- http://shop.sophiainstitute.com/When-God-Is-Silent-P703.aspx
- http://feeds.newadvent.org/~r/bestoftheweb/~3/Z6PNA2_yC0I/
Foros de la
Virgen María
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