jueves, 30 de junio de 2016

VOLVER A ANDAR


"Después de esto, Jesús subió a una barca, pasó al otro lado del lago y llegó a su propio pueblo. Allí le llevaron un paralítico acostado en una camilla; y al ver Jesús la fe de aquella gente, dijo al enfermo:

– Ánimo, hijo, tus pecados quedan perdonados.

Algunos maestros de la ley pensaron: “Lo que este dice es una ofensa contra Dios.” Pero como Jesús sabía lo que estaban pensando, les preguntó:

– ¿Por qué tenéis tan malos pensamientos? ¿Qué es más fácil, decir: ‘Tus pecados quedan perdonados’, o decir: ‘Levántate y anda’? Pues voy a demostraros que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados.

Entonces dijo al paralítico:

– Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.

El paralítico se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la gente tuvo miedo y alabó a Dios por haber dado tal poder a los hombres."

 
En el texto de hoy queda claro que lo que nos impide andar son nuestros pecados. Es nuestra falta de amor, nuestro egoísmo, lo que nos paraliza. El paso previo al "levántate y anda", es, "tus pecados quedan perdonados".
Los maestros de la ley se escandalizan. Ellos creen en un dios vengador, terrible, que busca venganza. Jesús nos presenta un Dios Padre, que busca a la oveja perdida, que se alegra más por un pecador que se convierte que por mil justos...
Si no avanzamos, si estamos paralizados, debemos examinar nuestra conciencia y ver cuáles son nuestras faltas. Dónde radica nuestro egoísmo. Si somos capaces de reconocerlos e intentamos cambiar, oiremos su voz que nos dice: ánimo, tus pecados te son perdonados. Levántate y anda.

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