Por tanto, cuando ayudes a los
necesitados no lo publiques a los cuatro vientos, como hacen los hipócritas
en las sinagogas y en las calles para que la gente los elogie. Os aseguro que
con eso ya tienen su recompensa. Tú, por el contrario, cuando ayudes a los
necesitados, no se lo cuentes ni siquiera a tu más íntimo amigo. Hazlo en
secreto, y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu recompensa.
Cuando oréis, no seáis como los
hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las
esquinas de las plazas, para que la gente los vea. Os aseguro que con eso ya
tienen su recompensa. Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la
puerta y ora en secreto a tu Padre. Y tu Padre, que ve lo que haces en
secreto, te dará tu recompensa.
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Cuando ayunéis, no pongáis el gesto
compungido, como los hipócritas, que aparentan aflicción para que la gente
vea que están ayunando. Os aseguro que con eso ya tienen su recompensa. Pero
tú, cuando ayunes, lávate la cara y arréglate bien, para que la gente no
advierta que estás ayunando. Solamente lo sabrá tu Padre, que está a solas
contigo, y él te dará tu recompensa."
La transparencia debe reinar en nuestras vida. Lo
que importa es lo que somos, no lo que aparentamos. Pero esto es todavía más
importante en la religión. Si la religión es nuestra relación con Dios, ¿de
qué sirven nuestras apariencias, si Él sabe realmente cómo somos?
Cuando oramos para parecer santos; cuando
ayudamos al necesitado para hacernos ver; cuando ayunamos para que nos
admiren; estamos traicionando la verdadera religión y la estamos
transformando en mercantilismo en nuestro provecho, en pura hipocresía.
Jesús nos dice que debemos ayudar al necesitado
por amor, gratuitamente, sin buscar la aprobación de los demás. Hay muchas
personas que dedican su tiempo, su dinero, sus fuerzas a los demás y no
alardean de ello y no buscan ningún provecho por ello.
Jesús no nos dice que no debemos orar en
comunidad. Cuando nos enseñó a orar, lo hizo con el Padre Nuestro que está
escrito en primera persona del plural. Pero debemos tener esos momentos
privados, de auténtica oración, en nuestra intimidad. Esa oración que nadie
ve, es la que refuerza nuestra vida espiritual y nos une de verdad con Dios.
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Enviat per Joan Josep Tamburini
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