– Señor, si quieres, diremos que
baje fuego del cielo para que acabe con ellos.
Pero Jesús se volvió y los
reprendió. Luego se fueron a otra aldea.
Mientras iban de camino, un hombre
dijo a Jesús:
– Señor, deseo seguirte
adondequiera que vayas.
Jesús le contestó:
– Las zorras tienen cuevas y las
aves nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza.
Jesús dijo a otro:
– Sígueme.
Pero él respondió:
– Señor, déjame ir primero a
enterrar a mi padre.
Jesús le contestó:
– Deja que los muertos entierren a
sus muertos. Tú ve y anuncia el reino de Dios.
Otro le dijo:
– Señor, quiero seguirte, pero deja
que primero me despida de los míos.
Jesús le contestó:
– El que pone la mano en el arado y
vuelve la vista atrás, no sirve para el reino de Dios."
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Empieza en el evangelio de Lucas la subida a
Jerusalén. Dura diez capítulos; lo que nos indica que esta subida es más
teológica que histórica. Jesús inicia su camino al desenlace final, a la muerte
por todos nosotros.
El texto de hoy comienza con una lección de
tolerancia. Los discípulos quieren hacer bajar fuego del cielo sobre aquellos
que les han rechazado. Jesús se enfada. El fuego de Jesús no es fuego de
castigo, si no fuego de amor.
Luego Jesús nos enseña las exigencias
para su seguimiento:
. dejarlo todo
. colocarlo a Él por encima de los
ritos
. no volverse atrás.
Jesús nos llama a todos, pero nos cuesta seguirlo.
Llevamos demasiado peso a nuestras espaldas. Seguirlo es dejarlo todo, quedarse
sin nada, confiar plenamente en Él. Pero no es fácil desprenderse de todas las
seguridades. Tendemos a quedarnos siempre con "algo" por un "por
si acaso..."
Jesús está por encima de todas las ataduras,
mandatos y prescripciones. Nos exige que seamos todo enteros para Él. No quiere
corazones partidos.
Jesús nos pide que abandonemos el pasado. Siempre
debemos mirar hacia delante. El pasado es una rémora que nos impide avanzar. Si
miramos atrás no vemos lo que tenemos delante. Nuestra misión la tenemos más
allá de nuestro camino, no detrás.
Nuestra vida también es una subida a Jerusalén. Y
Él avanza delante nuestro.
Enviat per Joan Josep Tamburini
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