Probablemente pocos católicos
puedan negar que hay una crisis en la Iglesia Católica y algunos se quedarán
con la idea conformista de que la Iglesia siempre estuvo en crisis y al punto
de caer en el despeñadero en casi todos sus 2000 años; sin embargo la crisis de
hoy no tiene antecedentes en la memoria de nuestras vidas, aún para los más
longevos.
Lo que hemos visto en los
últimos cuarenta años se ha acelerado y algunos creen que la fuente es nada
menos que la desacralización generalizada del acto más sagrado de la religión,
el sacrificio de la misa, que ha tenido impacto sobre millones de fieles.
El
P. Robert
Southard escribió en la edición de abril 1974 de la Opinión
Homilético y Pastoral lo siguiente:
“La Iglesia
Católica va a sobrevivir en este planeta hasta el fin del tiempo,
creyendo, enseñando y practicando esencialmente lo que Cristo quiere de ella… Pero debemos entender esta promesa correctamente.
La Iglesia en tal o cual lugar determinado puede ser destruida… Se
aplica a la Iglesia en su conjunto, no a todos los miembros o parroquias o
diócesis, ni siquiera a las naciones en su conjunto”.
Y en base a eso algunos consideran que ciertas prácticas que se han introducido a la misa
contribuyen a la pérdida de lo sagrado, y cuando el sentido de lo
sagrado se ha perdido, el sentido de lo
sobrenatural, inevitablemente se pierde, lo que lleva a una pérdida
generalizada de la fe.
Esta
es una posición para discernir, y avanzando en la explicación presentamos cinco pasos para
la destrucción de la fe:
1 – Hacer la misa sobre
mirando al hombre. Nada erosiona más el sentido de lo sagrado que las liturgias
antropocéntricas. Estimulan nuestro propio narcisismo, nuestra incorrecta
comprensión de la participación dentro de la misa, e inculcan el orgullo cuando
la humildad se necesita más.
El Cardenal
Sarah recientemente esta insistiendo en que los celebrantes de la misa miren hacia el Señor en partes de la misa.
2 – Distribuir la comunión en
la mano. El Obispo Atanasio Schneider ha identificado
esto como la gran crisis en la Iglesia de hoy. La pérdida de reverencia a la
Eucaristía lleva a una pérdida de fe sobre la presencia real de Nuestro Señor.
Mientras que muchos han ofrecido argumentos
convincentes a favor de la práctica tradicional de recibir en la lengua
(incluyendo la propia Roma), nadie puede ofrecer una buena defensa de la nueva
práctica que había desaparecido
completamente de la Iglesia durante más de una milenio, hasta la década de
1970.
3 – Retirar la belleza
objetiva en las Iglesias. El minimalismo arquitectónico postconciliar ha
significado nada menos que un asalto contra la
belleza. Altares y estatuas hermosas clásicas fueron descartadas en
los años después del Concilio Vaticano II, cuando se empezaron a quitar
estatuas de santos haciendo a los templos más despojados, y hasta
protestantizando las Iglesias.
Al igual que se eliminó la belleza física de la Iglesia, también su belleza musical.
Instrumentos profanos e incluso himnos y canciones de alabanza protestantes se
introdujeron al culto católico
4 – Innovación constantemente.
Posiblemente nada haya sido más decisivo para erosionar la fe es la incesante
manipulación de la unidad de la liturgia. El espíritu de innovación ha sido
constante, lo que lleva a la interminable experimentación litúrgica y a la
obligación de dictar
cambios a la tradición que ellos mismos habían recibido. Siempre tienen que
reinventar para hacer mejor la misa.
La tragedia más grande en todo esto es que los argumentos más convincentes a favor de la
Iglesia, su antigüedad, su inmutabilidad, su constancia (Jesucristo es
el mismo ayer, hoy y para siempre) se ve socavada por la total inestabilidad.
5 – Nunca hacer referencia a
lo sobrenatural. No hay referencias clara e insistente sobre la mayoría o todas
estas cosas: el destino de nuestra alma eterna; la realidad del cielo; la
realidad del infierno; la realidad de satanás y los demonios; la realidad del
purgatorio; la paga del pecado; la muerte del alma causada por el pecado
mortal; la destrucción causada por la fornicación, la anticoncepción, la
sodomía, la pornografía, el aborto; la obligación de ir a misa todos los
domingos y fiestas de guardar; la necesidad de arrepentirse; la confesión sacramental;
la necesidad de la oración; la necesidad de la oración contemplativa; la
necesidad de silencio.
La
gran mayoría de los sacerdotes y obispos predican hoy con poco o ningún sentido
de lo sobrenatural. Y tampoco demuestran un sentido de lo sagrado al
ofrecer la misa. No hay urgencia en su enseñanza, ni hablan de la verdad para
contrarrestar las mentiras de los revolucionarios culturales por temor a
ofender. Se niegan a diagnosticar la verdadera enfermedad o prescribir los
medicamentos necesarios.
Esta posición que describimos puede parecer
reduccionista para algunos, porque pone
la crisis actual de la fe primordialmente en una causa, cuando bien pudiera ser
el cambio de la liturgia la consecuencia de la pérdida de fe.
Pero también
se puede pensar, que aunque consecuencia, además la puede acelerar.
Afortunadamente en los últimos
años estamos empezando a ver sacerdotes más ortodoxos que se recuperan este
sentido de lo sagrado y lo sobrenatural, por lo que el diagnóstico anterior se
puede estar empezando a revertir.
Pero hasta que esto no ocurra masivamente, es
probable que se vea una continua
pérdida de fe y, con ella, la pérdida de innumerables almas.
Foros de la
Virgen María
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