lunes, 9 de mayo de 2016

SABEMOS DÓNDE ESTÁ EL ARCA DE LA ALIANZA


El Arca de la Alianza ha desvelado a muchos poderosos de todos los tiempos, como por ejemplo Hitler, que quisieron poseerla fantaseando que obtendrían un poder infinito, al igual que con la Lanza de Longinos y el Cáliz de la Última Cena.

Pero el objeto físico llamado Arca de la Alianza está desaparecido. Y solamente mencionar la palabra “hallazgo” junto a las palabras “Arca de la Alianza”, significa entrar en una dimensión en donde la cantidad de voces que gritan sonidos discordantes como una orquesta afinando los instrumentos antes del concierto. Tanta y tan variada es “la oferta” de elementos que señalan como verdadero y absoluto cada dato presentado.

La realidad es muy otra. Todo aquel que sepa algo de historia sagrada, está enterado que Dios le encargó hacer a Moisés un Arca que simbolizara la Alianza entre Él y los hombres y su finalidad era la de guardar las Tablas de piedra de la Ley.

LA FABRICACIÓN DEL ARCA DE LA ALIANZA

Yahveh fue muy explícito en sus instrucciones, que en el Génesis están expresadas desde el Capítulo 25 al 30. En ellas el Señor le encarga a Moisés, ya en el desierto con los israelitas, todo lo necesario para el culto a Él debido.

La Tienda del Encuentro, el Cofre del Pacto, la mesa para la ofrenda, el candelabro de oro puro, el altar del incienso, el altar de los holocaustos y hasta la ropa que debían utilizar los sacerdotes, cuyas reminiscencias vemos en los atuendos de las celebraciones litúrgicas de la Iglesia Católica.

Podemos preguntarnos, ¿Cómo el Señor puede haber sido tan ingenuo de esperar que unos pastores de rebaños, primitivos y sin instrumentos, pudieran hacer un cofre de madera de acacia y revestirlo por dentro y por fuera de oro puro?

Y nos respondemos, con el Salmista: ¡Él es el Señor, que hizo el cielo y la tierra!

El Señor no sólo le dio las instrucciones a Moisés, sino que también le presentó los artesanos elegidos por Él para realizar el trabajo, a los cuales había llenado del Espíritu de Dios, dotándoles de entendimiento, sabiduría y pericia especiales como para hacer el trabajo. Estos fueron Bezaleel, de la tribu de Judá y su ayudante Aholiab, de la tribu de Dan,

Las instrucciones en cuanto al tallado del oro, piedras preciosas, madera y demás materiales utilizados de acuerdo a lo establecido por Yahveh, fueron seguidas al pie de la letra por Bezaleel y otros “hombres hábiles a los que Yahveh había dado pericia”, quienes no sólo construyeron el Arca sagrada, sino que también trabajaron en la elaboración del Tabernáculo, el candelabro de siete brazos, el vestuario de los sacerdotes, la mesa sagrada, los objetos relativos al culto, etc.

Cuando estuvo terminada, y con las Tablas de la Ley en su interior, según Éxodo (40, 20), y con la vara de Aarón formando parte del ajuar que en ella se guardó, según Números (17, 10), el Arca comenzó a ocupar un lugar en la marcha de los israelitas, que la cargaron durante su éxodo en busca de la Tierra Prometida.

Ese “Templo” que iba delante de ellos, dio a los israelitas su identidad como pueblo de Dios. Ellos llevaban a Yahveh con ellos. El Salmo, aunque escrito siglos después, expresa bien ese sentimiento de pertenencia del pueblo de Israel: “Yahveh es mi luz y mi salvación ¿a quién temeré?”

Esa Arca, como un Depósito de la Fe, se convirtió así en un auténtico talismán que representaba la alianza de Dios con su pueblo, cuando no la propia encarnación material de Yahveh, ya que era considerada una representación del Trono del Cielo de Dios en la Tierra.

Lo sorprendente de esta historia, es que mientras el Arca peregrinó en su Templo portátil, fue fácil seguirle la pista. Sin embargo, y como si fuera un designio divino, fue cuando estuvo segura dentro del Templo de Salomón, que desapareció.

UNA HISTORIA MUY LARGA

Su historia parece haber sido mucho más larga desde su desaparición, es decir, cuando el profeta Jeremías la ocultó en el monte Nebo, pero no solamente por la cantidad de siglos que transcurrieron desde ese momento hasta el presente, sino por la multitud de voces que señalaron haberla visto, encontrado u ocultado.

Ahora bien, si para los judíos, el Arca de la Alianza era la representación del Trono de Dios en la tierra, bien podríamos pensar que su desaparición puede estar enmarcada en el mismo fenómeno que ocurrió cuando la muerte de Jesús en la Cruz, en que “el velo del templo se rasgó”, simbolizando que la presencia de Dios ya no estaba más allí, como cerrando una era de espera.

Los judíos, ajenos como están a toda la historia de la salvación que no vieron ni reconocieron, como dice Juan, sostienen que la reaparición del Arca de la Alianza, hoy perdida, ocurrirá milagrosamente al final de los tiempos, cuando descienda con la con la luz deslumbrante de la Presencia Divina, luego de lo cual vendrá su Mesías esperado.

LA RUTA DEL ARCA

En la historia del pueblo de Israel, el Arca comienza a mencionarse después que las aguas del Mar Rojo se abrieron para dejar pasar a los israelitas, ya libres del poder egipcio. Hasta su llegada a Jerusalén y su instalación definitiva en el Sancta Sanctorum del Templo de Salomón, su pista parece extraordinariamente clara.

Primero fue llevada cerca de Jericó, luego a Gilgal, después a Siquem, donde se renovó el pacto con Yahveh que simbolizaba el Arca y su contenido: las Tablas de la Ley.

Tras un breve paréntesis en Betel, el Arca se quedó durante una buena temporada en Siló, donde fue cuidada por la familia del sacerdote Eli y desde donde fue llevada a la batalla de Afec, en la que los filisteos se apoderaron de ella y la exhibieron después como trofeo de guerra.

Sin embargo, la felicidad de los filisteos duró poco, pues una serie de extrañas enfermedades se abatieron sobre ellos obligándoles a devolver el Arca a sus propietarios originales siete meses más tarde.

Para entonces, el Arca se quedó en Bet Semes, donde murieron 70 hebreos por mirar dentro de ella. Luego, por temor, fue exiliada a Quirat Jearim, donde fue custodiada durante veinte años por un cierto Abinadab, hasta que el rey David se propuso llevarla a Jerusalén.

En el traslado murió un hombre, Uza, al tocar el cofre, y se decidió que éste “descansara” en casa de Obededom de Gat. Una vez pasado el incidente, se preparó una tienda en Jerusalén donde estuvo el Arca hasta que Salomón terminó su Templo.

Y fue allí, curiosamente en el lugar más seguro de todos en los que estuvo el Arca, donde se le perdió la pista para siempre.

SANTA MARÍA DE SIÓN

Aquí entra en acción la historia etíope, que vincula a Salomón, con la reina de Saba y el hijo de ambos, el príncipe Menelik, quien, habiendo recibido de su padre una copia del Arca de la alianza, temeroso de que los babilonios de Nabucodonosor tomaran Jerusalén, habría sustituido la verdadera Arca por su copia idéntica, llevándose la auténtica a Etiopía

Por su parte, durante siglos la Iglesia Católica Ortodoxa Etíope ha defendido la convicción de que él Arca perdida se encuentra actualmente en la Iglesia de Santa María de Sion. Aunque nadie la ha visto, esa presencia fantasmal del Arca obra sobre los etíopes lo mismo que hizo con los israelitas en el desierto: le da al pueblo etíope en particular y a la Iglesia de África en general, su identidad como creyentes y como elegidos por Dios para esa concesión maravillosa.

Sin embargo, las investigaciones que llegan hasta Santa María de Sión siempre parecen rebotar con la consigna de que quien mire el Arca quedará ciego y por lo mismo, no es posible saber si esa presencia es real o sólo fue alimentada por una leyenda que se hizo carne en el pueblo.

La historia de Santa María de Sión, cuyas raíces se remontan hasta el siglo IV, d.C, parece deberse al rey Axumite, quien, convertido al cristianismo, por dos monjes sirios náufragos, tomó el nombre de Ezana y es considerado un santo por su promoción del cristianismo.

Fue en ese momento, en el 300 dC, que una Iglesia de Santa María fue construida en Axum, la cual permaneció en pie durante siglos, y de eso se tiene conocimiento por el testimonio de un fraile portugués que afirmó ver, poco antes de ser destruida en el Siglo XVI por los musulmanes, “una iglesia notable, de cinco naves y gran longitud y cuyos techos y paredes estaban pintados”

Esto nos dice que Axum fue el primer reino cristiano en el mundo y el mayor fuera del Imperio Romano.

A finales del siglo V, el cristianismo se extendió más allá de la familia real a la población en general a través de misioneros que huyeron del Imperio Romano de Bizancio (Oriente).

En 1635, la destruida Santa María de Sión fue reconstruida por el emperador Fasilidas sobre las ruinas de la iglesia anterior, y esta es la iglesia que se encuentra hoy en día.

Tanto la destrucción como la reconstrucción de la iglesia se ha convertido, para los etíopes, en una parte importante del significado de su historia. Rodeado por países islámicos, varias veces invadido, hasta el punto de que estuvo al borde de la extinción, el cristianismo ortodoxo de Etiopía se considera a sí mismo como un bastión contra el Islam.

Santa María de Sión simboliza las luchas y triunfos no sólo de la Iglesia sino también de la nación de Etiopía.

Los emperadores de Etiopía eran coronados aquí y eso siguió hasta nuestros días. Hasta la década de 1930, los criminales podían recibir refugio en el recinto de la iglesia haciendo sonar la campana en el porche.

En 1955, para celebrar su Jubileo de Plata, el emperador Haile Selassie fundó una nueva iglesia de Santa María de Sión junto a la antigua, la cual fue terminada en 1964, y que, a diferencia de la original Santa María de Sión, la nueva Basílica de Santa María de Sión, permite la entrada a las mujeres.

Diez años después, Selassie construyó una capilla reliquia al lado de la vieja de Santa María para celebrar los tesoros de la iglesia, especialmente la venerada Arca de la Alianza.

El escritor Grant Jeffrey, en “Profecías del Armagedón”, narra una conversación con el príncipe Stephen Menghesa, biznieto del emperador Haile Selassie y supuesto descendiente directo, por tanto, de Salomón y Menelik.

Menghesa refirió a Jeffrey que tras la proclamación del Estado de Israel en 1948, muchos falashas etíopes empezaron a discutir planes para el retorno del Arca de la Alianza a Israel y ayudar a la construcción del Tercer Templo, que contribuiría a una auténtica atmósfera de paz y concordia, uniendo a cristianos, judíos y musulmanes y enterrando para siempre las voces amigas de la eterna discordia, ideal que muchos atribuyen también a la Orden del Temple.” Por lo que sabemos, eso debe haber quedado en el tintero.

RON WYATT: ¿ILUMINADO O FRAUDE?

El arqueólogo aficionado norteamericano Ron Wyatt, ahora fallecido, aseguró después de años de excavaciones, que la auténtica Arca de la alianza se encuentra debajo del Monte Moriah, al que se le llama “la pared del Calvario”.

Existen muchas cosas increíbles en el relato de Wyatt, desde una iluminación interior que le dijo que el Arca estaba allí, hasta la aceptación del gobierno israelí para que empezara a cavar. Wyatt tardó dos años en llegar a lo que él dice ser la parte baja del Calvario, porque encontró bajo el vecino monte Moriah, un túnel que conducía a una cámara a cuarenta y ocho pies bajo la superficie, “donde supuestamente estaba el Arca”.

Este monte Moriah, vecino del Calvario, fue donde Abraham debía sacrificar a su hijo Isaac y finalmente sacrificó un cordero. Eso anunciaba el sacrificio de Cristo.

En sus testimonios, un tanto increíbles y nunca ratificados por testigos, Wyatt confesó haber visto el Arca de la Alianza y haber hablado con cuatro ángeles que la custodiaban, así como que Jesús en persona le había agradecido lo que estaba haciendo y lo había bendecido.

Incluso mencionó que en el lado derecho del propiciatorio del Arca, el que nunca había sido usado, había encontrado una sustancia oscura, que, dado que se encontraba justo debajo de una grieta que correspondía a la parte inferior del Calvario, le hizo suponer que era la sangre de Jesús.

Al llevarla a analizar a un laboratorio israelí, y solicitarles que hicieran un cultivo de ella, Wyatt relató que los laboratoristas se sorprendieron de que les solicitara un cultivo de células muertas.

Sorprendentemente – claro, siempre según Wyatt – los que analizaron la sangre, descubrieron que no tenía 46 cromosomas como las de todo el mundo, en las que 23 “XY” corresponden al padre y 23 cromosomas “X” corresponden a la madre, sino que sólo tenía 24 cromosomas (!), 23 correspondientes a María, Su Madre y un “Y” correspondiente al Padre celestial. Wyatt afirmaba “No existe otra sangre igual en la tierra”, lo cual es evidente.

Para más sorpresas, una vez que el cultivo estuvo pronto, se descubrió que las células de sangre “estaban vivas”. Se le preguntó a Wyatt de quién era esa la sangre y él contestó “Es de vuestro Mesías”.

Siempre en el relato de Wyatt, una de las últimas veces que bajó a la cámara, los ángeles “guardianes del Arca”, le dijeron que el Arca sólo aparecería cuando la humanidad estuviera por ser obligada a aceptar la marca de la bestia.

Sorprendentemente (o no) los trabajos arqueológicos de Wyatt fueron vetados por el Gobierno israelí antes de que culminasen. Lógicamente, de salir a la luz los descubrimientos de Wyatt, y en el caso de que fueran ciertos, podría haberse demostrado que Jesús era realmente el Mesías, el Hijo de Dios encarnado, cosa que los judíos no admiten. De todas formas, esto es algo para discernir.

Pero, y esto siempre en el relato de Wyatt, parece que, por su parte y soslayadamente, las autoridades israelíes enviaron a seis agentes vestidos con ropa de levita con el objetivo de retirar el Arca y trasladarla a territorio israelí.

Esos hombres, con sus walkie-talkies, su equipamiento y todo lo concerniente al retiro del Arca, nunca regresaron.

Se le pidió a Wyatt que, puesto que él era el único que había entrado y vuelto a salir que entrara él en el lugar para averiguar qué le había sucedido a los agentes.

Él relata que entró efectivamente y descubrió los seis cadáveres, que según su diagnostico, por sus conocimientos de enfermería, habían muerto de infarto bilateral, debido a la posición cruzada de sus ojos.

OTRAS VOCES

Sin embargo, también desde tiendas protestantes se levantan voces señalando que al ser Ron Wyatt un Adventista del Séptimo Día, secta dominada por los masones, todo esto puede haber sido una orquestación masónica para convencer y dominar a los cristianos.

Pero, una afirmación compatible con los supuestos o reales, “hallazgos” de Wyatt fue la del teólogo y arqueólogo también protestante Randall Price, quien publicó en 1993 en “Messianic Times” un artículo en el que afirmaba que los antiguos archivos rabínicos mencionan que el Arca fue sacada del Segundo Templo y escondida en un lugar secreto bajo el almacén de leña del Templo.

El propio Price dice que “basándose en la descripción histórica de la situación del almacén de leña y del conocimiento actual de los pasillos subterráneos bajo el monte Moriah, se cree que hay un túnel que conduce a una cámara a unos cuarenta y ocho pies bajo la superficie, que se supone alberga el Arca”.

EL ARCA VERDADERA

Price no puede olvidar su condición de teólogo y por eso habla de Cristo como nuestro propiciatorio. El, parafraseando a otro teólogo protestante, John MacArthur, cita un versículo de Juan, 20,12, en el que se menciona lo que vio María Magdalena al asomarse a la tumba vacía.

Lo que María vio, dice Price, según observó MacArthur, fue el nuevo propiciatorio, el propiciatorio perfecto. Ella observó a dos ángeles, sentado cada uno en cada extremo de la losa que había tenido el cuerpo quebrantado de nuestro Señor”. Esa escena nos remite al Arca de la Alianza, ¡donde dos querubines se cernían sobre su propiciatorio salpicado de sangre de cordero!

Y la conclusión de Price es la siguiente:

El Arca ya no es necesaria. Jesús ha cumplido todo lo que el Arca representaba. Él era Dios hecho carne. Él representó la obediencia completa a la Ley, perfeccionándola y convirtiéndose en la fuente de nuestra salvación (Heb. 5:8-9). Su sangre fue derramada por nuestros pecados, y Su victoria está atestiguada por el hecho y el poder de Su Resurrección. Así como el Arca fue diseñada para ser un símbolo de la presencia de Dios en medio de Su pueblo, Jesús es la máxima expresión del amor, cuidado y presencia de Dios. Él es nuestra Arca. Él es nuestra Ley. Él es nuestro Maná. Él es nuestra Vara Florecida. Y, gracias a Dios, Él es nuestro Propiciatorio.

MARÍA: LA NUEVA ARCA DE LA ALIANZA

Sin dejar de compartir lo que Price dice en relación a Cristo, lo que estas personas no saben, tal como no lo sabe ningún protestante sobre la tierra, pero sí sabemos los católicos, es que el Arca de la Alianza no es Cristo, cómo dice Price, como tampoco las Tablas de la Ley eran el Arca. El Arca era el recipiente de la Palabra de Dios y está personificada, desde la Anunciación, o sea, desde la Encarnación del Hijo de Dios, en la Santísima Virgen María.

Citaremos a continuación un artículo muy interesante publicado por Enciclopedia Católica Mercabá, en la cual se mencionan los paralelismos existentes entre la primera Arca y la definitiva, la mencionada en el Apocalipsis, la Madre de Dios.

“Un tema bastante indispensable para entender que significa la Santísima Virgen Maria para nosotros los católicos, es el de La Nueva Arca de la Alianza. A través de este tema se puede fácilmente ver como el Arca del Antiguo Testamento queda representada en el Nuevo Testamento en la Santísima Virgen María y el motivo por el cual debe ser honrada y respetada, cosa que en la actualidad solamente se hace en la Iglesia Católica y por esto somos objeto de crítica y blasfemia por los protestantes y sectarios.

Decimos que María es el Arca de la Alianza porque ella misma tuvo a Cristo, la Palabra de Dios, en su vientre durante nueve meses, al igual que el Arca en el AT contenía la Palabra de Dios escrita en piedra. Comprendiendo esto, podremos entonces estar más cerca de entender el resto de los dogmas marianos.”

En el Antiguo Testamento, el Arca aparecía y desaparecía, volviendo a aparecer. Pero después de ser depositada en el Templo de Jerusalén, definitivamente, los judíos actuales y muchos evangélicos, esperan que aparezca tal como fue construída, olvidando de que esa Arca era figura premonitoria de la verdadera y definitiva Arca.

Contrariamente a lo esperado por ellos, nosotros, los católicos, creemos que sí volvió a aparecer, llevando a Cristo, la Palabra, en su vientre. Y al ser asunta al Celo, María, nueva y eterna Arca de la Alianza, volvió a desaparecer.

Pero en Apocalipsis 11,19, se profetiza su nueva y definitiva reaparición siendo presentada como María, la Madre de Jesús.

En ese momento se abrió el Templo de Dios que está en el cielo y quedó a la vista el Arca de su Alianza, y hubo rayos, voces, truenos y un temblor de tierra, y cayó una fuerte granizada. Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza. Estaba embarazada y gritaba de dolor porque iba a dar a luz (…)”

Remarca Mercabá:

Algunos evangélicos sostienen que la mujer coronada con las estrellas de este pasaje es Israel y que las 12 estrellas representan a las 12 tribus y afirman que la mujer no es María.

El problema es que esta interpretación no coincide con el Apocalipsis, que dice claramente que sus hijos son quienes “poseen el testimonio de Jesús” (Ap.12, 17), algo que los hijos de Israel de hecho no “poseen” y que, sin embargo, los hijos de María poseen con toda seguridad y que esa realidad comenzó con Juan al pie de la cruz cuando Jesús le presentó a María como madre (Jn.19, 26).”

Ahora, vamos a presentar, en este Cuadro, la extraordinaria comparación que hace Mercabá, para justificar, por medio de la Palabra, la afirmación de que María es la nueva Arca de la Alianza.

Por todo esto, nosotros, los católicos, hijos fieles y devotos de María, volvemos a leer una y otra vez y repetimos con gran alegría y Fe:

“Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la humillación de Su esclava. Desde ahora, todas las generaciones me llamarán bienaventurada”

Y por 20 siglos la Iglesia Católica lo ha proclamado: Santísima María, Madre de Dios y Madre nuestra, sí, bendita eres entre todas las mujeres.

Fuentes:




Escrito por María de los Ángeles Pizzorno

De Uruguay, Escritora, Ex Secretaria retirada

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