viernes, 25 de marzo de 2016

JESÚS, ENTREGA TOTAL


"...dijo: todo está cumplido. E, inclinando la cabeza, entregó su espíritu."

La muerte de Jesús en la cruz, es su entrega total. Una entrega que nos salva y que nos hace salvadores. Muriendo en la cruz, Dios se hace Uno con los sufrimientos del hombre. Muriendo en la cruz, Jesús nos indica el camino para seguirle: entregarse totalmente a los demás, hasta la muerte. No una muerte fanática como la de los que se auto-inmolan, sino una muerte de entrega día a día, momento a momento. Una muerte de amor.

Jesús murió en la cruz hace dos mil años, pero Jesús sigue muriendo en todas las personas que sufren hoy. En los que mueren de hambre y de miseria. En los que mueren víctimas de la guerra. En los refugiados en campos llenos de hambre, faltos de todos y abandonados por Europa. Jesús muere en aquel enfermo que agoniza cerca de nosotros.

Una muerte que acaba en resurrección. Una muerte que es esperanza. Jesús es nuestra esperanza. Nosotros debemos ser esperanza para aquellos que son la muerte de Jesús en nuestros días. El cristianismo no es cristianismo, si no ponemos esa esperanza por encima de todos, si nosotros no somos esperanza. De nada sirven nuestras ceremonias, rezos y ritos, si no nos llevan a entregarnos a los demás. A ser Jesús resucitado para los demás. A ser Amor.

Hoy en la celebración se lee la pasión según san Juan (Jn 18,1-19,42). Deberíamos leerla nosotros, lentamente, reflexionándola, para hacerla nuestra. El vídeo de las Hermanas Benedictinas del Monasterio de Sant Benet de Montserrat os ayudará a hacerlo.

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