REDACCIÓN CENTRAL, 10 Mar. 16 / 02:36 am (ACI).- "Por
esta noche de hielo conseguiremos el día sin fin de la gloria en la eternidad
feliz", se animaban los mártires unos a otros, mientras permanecían en un
lago congelado como castigo. Conozca lo que Cristo y los ángeles hicieron por
ellos y el valiente gesto de la madre del mártir más joven.
Ante el decreto del emperador Licino (320), en el que se ordenaba la
muerte de los cristianos que no renegaban de su fe, los valientes soldados
dijeron al gobernador de Sebaste (entonces capital de la provincia de Armenia
Menor, en Turquía) que ellos no ofrecerían incienso a los ídolos y que se
mantendrían fieles a Jesús.
El gobernador los mandó torturar y encerrar en un calabozo oscuro. La
cárcel se iluminó y se oyó que Cristo los animaba a sufrir con valentía.
Posteriormente fueron llevados a un lago con agua helada.
Cuando se vieron obligados a desnudarse para entrar en las frías aguas,
uno de ellos exclamó: “Al quitarnos las ropas, nos despojamos del hombre viejo;
el invierno es duro, pero el paraíso es dulce; el frío es fortísimo, pero la
gloria será agradable”.
Muy cerca del lago había un estanque con agua
tibia para el que quisiera desanimarse. Resultó que uno de ellos abandonó a sus
amigos cristianos y se metió al agua caliente, pero eso le produjo
inmediatamente la muerte.
La tradición cuenta que 40 ángeles bajaron del cielo, cada uno con una
corona, pero un ángel se quedaba sin encontrar a quién darle el premio porque
uno había desertado. Un guardia al ver que los mártires seguían rezando y
cantando himnos, gritó: “Yo también creo en Cristo”. Terminó también en el
lago, el ángel se le acercó y le dio la corona del martirio.
Los soldados anticristianos invitaban al más
joven de los mártires a que se desanime, pero su mamá lo animaba a permanecer fiel. Al amanecer, los mártires
fueron sacados vivos del lago, les rompieron las piernas y los dejaron morir.
El comandante del ejército mandó que los cuerpos
fueran quemados, pero de alguna manera el más joven sobrevivió y murió en
brazos de su madre. La mujer recogió a todos los que pudo, los puso en un carro
y se los llevó a un sitio seguro. Impresiona la fuerza espiritual de la mamá que alentaba a su hijo en el martirio.
Los cristianos en oriente celebran la fiesta de
estos mártires el 9 de marzo, fecha en que dieron su vida, mientras que en occidente su fiesta
es el 10 de marzo. Esta celebración coincide con la Cuaresma
para alentar a los cristianos en el camino de la fe.
Así como estos mártires, a inicios del S. XX
(1915 - 1923) se produjo el genocidio armenio (Turquía), donde murieron muchos
cristianos a manos del imperio turco.
El próximo 21 de abril del 2015, el Papa
Francisco realizará una solemne Eucaristía en la Basílica de San Pedro para
conmemorar los 100 años de esta masacre, en la que se calcula los turcos
asesinaron a un millón y medio de cristianos.
Por Abel Camasca
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