viernes, 12 de febrero de 2016



Luis Santamaría, el 10.02.16 a las 9:55 AM

 

El Confidencial la llama “la desaparición más misteriosa del siglo XXI”, y se pregunta a continuación: ¿qué pasó con Shelly Miscavige? Se refiere a la esposa del líder actual de la Iglesia de la Cienciología (en las fotos aparecen los dos). Héctor G. Barnés explica que por muchos periodistas e investigadores que la hayan buscado, nadie sabe qué ha sido de ella desde 2007. Y lo más extraño del caso es que la policía asegura que todos los rumores son infundados.

En agosto de 2014, la actriz Leah Remini acudió a la policía de Los Ángeles a denunciar la desaparición de Shelly Miscavige, a quien no veía desde 2007. No se trataba de ninguna compañera de platós, pero sí de religión: Shelly era (y, hasta donde sabemos, sigue siendo) la esposa de David Miscavige, el líder de la Cienciología, la secta a la que también pertenecía Shelly. Sin embargo, la policía desestimó rápidamente la denuncia por estar infundada, aseguró que no había desaparecido y que, de hecho, sus detectives la habían visto en persona. Desde entonces (y van a hacer ya casi nueve años en total), nadie ha vuelto a verla.

Esta es una de esas turbadoras historias de volatilización en las que lo mejor que puede haberle ocurrido a la desaparecida es, precisamente, haber dado con sus huesos en paradero desconocido. Cualquier otra alternativa resulta mucho más turbadora: ¿estará internada en alguna de las bases que la Cienciología mantiene en todo EEUU? ¿Seguirá viviendo en su mansión, castigada a una vida de ostracismo? ¿Conseguiría huir de su marido y empezar una nueva vida? ¿O simplemente no le ha apetecido salir de su habitación en casi una década? Todas las pistas de las que se disponen hasta ahora –y que son, ante todo, los testimonios de miembros arrepentidos de dicha secta– nos hacen pensar que su historia, haya terminado o no, no tuvo un final feliz.

UNA MISTERIOSA DESAPARICIÓN

Por no aparecer, Miscavige no aparece ni siquiera en Going Clear: Scientology and the Prison of Belief, el documental que el pasado año aireó todos los trapos sucios de la secta fundada por L. Ron Hubbard. Pocos se atreven a preguntar por ella, salvo Remini, que osó hacerlo durante el enlace entre Tom Cruise y Katie Holmes en 2006, con una única respuesta: era mejor que se callase. A medida que pasó el tiempo, y la actriz dejó de tener noticias de Shelly, empezó a sospechar que algo no iba bien. La organización empezó a acosarla hasta el punto que Remini la abandonó para convertirse al catolicismo.

No se puede entender la desaparición misteriosa de Shelly Miscavage sin conocer su historia personal y la de su familia, y para ello no hay mejor documento que un proceloso reportaje publicado en Vanity Fair. Miscavage, de apellido de soltera Barnett, aparece en la historia de la Cienciología a comienzos de los años setenta, cuando sus padres, fieles seguidores de L. Ron Hubbard, la dejaron a ella y a su hermana mayor Clarisse al cuidado del propio líder de la secta cuando tenía apenas 12 años.

No era la clase de entorno que uno querría para sus retoños: formaba parte de la Messenger Organization, en la que abundaban las adolescentes ligeras de ropa que preparaban las bebidas y encendían los cigarros de la Sea Org, la élite de la Cienciología.

Allí Shelly conoció a David Miscavige, un joven de 21 años que había escalado rápidamente dentro de la jerarquía de la secta (como ocurría con Shelly o Remini, sus padres también eran cienciólogos) y que en 1978 empezó a salir con la que pronto sería su mujer, que no había conocido otro estilo de vida que no fuese el de la Cienciología.

“Era claramente una chica solitaria que había sido abandonada”, explicaba uno de sus compañeros. En 1982, se casó con Miscavige y apenas cuatro años después, en 1986, Hubbard murió. El proceso de sucesión los convirtió en el rey y la consorte de la Cienciología, las cuatro manos en las que se encontraba todo el poder de la organización. Además, eran bellos y carismáticos, y siempre se dejaban ver juntos en todas sus apariciones en público. ¿Qué podía ir mal?

DOS DÉCADAS DE DESCOMPOSICIÓN

Pronto Shelly pasó a ser la asistente del presidente, con doce trabajadores a su cargo y sede en unas instalaciones de 70 millones de dólares. La relación con su marido era, no obstante, cada vez más distante. Ninguna de las fuentes consultadas por Vanity Fair los vio jamás besarse, abrazarse o ni siquiera tocarse de manera afectuosa. “No había ningún cariño”, señala Marc Headley, que trabajó estrechamente con ellos. La política sexual de Sea Org prohíbe casi todas las relaciones sexuales: quizá, simplemente, estaban acatando órdenes.

La sombra de Mary Sue, la esposa de L. Ron Hubbard, empezaba a planear sobre Shelly. Mary Sue pasó de ser una figura central en la Cienciología a dar con sus huesos en la cárcel ante la indiferencia de su esposo y, posteriormente, a abandonar la organización.

Como declaran con sorna algunos de los antiguos colaboradores de Miscavige, aunque no tenían ninguna noticia de un hipotético maltrato hacia su esposa, “habría sido una de las pocas excepciones”. Muchos de ellos explican que los rebeldes eran enviados a centros localizados en Estados como Nuevo México o Wyoming, donde eran reeducados a base de dietas de subsistencia basadas en arroz y judías o actividades humillantes, todo ello en un estricto aislamiento.

El retrato más íntimo de Shelly es el que ofrece su sobrina Jenna Miscavige Hill: “Creía en todas esas cosas porque debía hacerlo para vivir su vida”, explica. “Estaba completamente jodida y era una inadaptada, por lo que sé. No era la clase de zombi besaculos que muchos otros eran allí. Creo que lo hacía por su fe en Hubbard, no para mejorar su propio estatus”.

A pesar de que muchos en Sea Org la detestaban porque podía llegar a ser tan déspota como su esposo, otros aseguran que, debajo de su frialdad, había una buena mujer que a veces reconocía que su infancia había sido “horrible” y que odiaba a su madre, que aparentemente se suicidó en 1985.

¿DÓNDE? ¿POR QUÉ?

El tiempo pasó y para 2004 la estabilidad mental de Shelly empeoró. Como asegura Headley, estaba siempre estresada, no podía dormir y tenía siempre muy mal humor. Sus últimas apariciones conocidas se remontan a finales de 2006, cuando reformó la junta directiva de Sea Org sin consultar a su esposo y se mudó a una casa diferente.

Empezó a comportarse de manera extraña y, como explica Headley llegó a decirle a un miembro de la organización que estaba “jodida”. A partir de entonces, nada de nada: hablar de Shelly se convirtió rápidamente en un tabú y el ostracismo al que fue condenada Remini es el mejor aviso para aquellos que preguntasen más de la cuenta.

La mayor parte de teorías apuntan a que Shelly se encuentra enclaustrada en una de las sedes que la Cienciología tiene repartidas por Estados Unidos, probablemente la que se encuentra en el Lago Arrowhead, una pequeña localidad de apenas 10.000 habitantes. En ella hay búnkeres preparados para proteger a las celebridades de la Cienciología en caso de guerra nuclear, una cabaña que espera la segunda venida de Hubbard y dos docenas de trabajadores. Lo que nadie puede saber es, en caso de que Shelly se encuentre ahí, si se encuentra retenida o ella misma vive voluntariamente aislada en uno de los inacabables procesos de reeducación a los que los fieles se someten.

Como señalaba Headley a Vanity Fair, la gran tragedia de Shelly es que es la persona que tiene en su mano la llave de la extinción de la secta. “Si simplemente saliese de esta completa locura y dijese ‘de acuerdo, aquí es donde están enterrados todos esos cuerpos (esto es lo que pasó con este, esto es lo que pasó con aquello), vamos a incendiar todo esto’, todo se habría acabado”. La gran pregunta no es tanto si Shelly estaría dispuesta a hacerlo… sino si está en condiciones de hacerlo. Si es que sigue viva.

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