Tentaciones sutiles que sufren quienes están en el camino de la fe.
Las
acciones del
maligno en contra de quienes están en el camino de Dios son variadas
y creativas, y en especial, toman la forma de corromper o desviar como se
practica la fe, y no necesariamente que el fiel abandone lo que él supone que
es la fe.
Hay dos
formas, tentar para excederse en cómo vivir la fe, en el celo, o
actuar por defecto, haciendo escaso el fervor, pero dejando a la persona que
siga teniendo la sensación de que devota.
Lo
que es bueno se destruye mediante “trampas piadosas” que
si el fiel no está atento puede caer fácilmente, de ahí la necesidad de
iluminación para revisar como uno está viviendo su fe.
1 – INSISTENCIA EN LA CARENCIA DE ORACIÓN
Esto
toma el formato de un desaliento. Y una de las trampas es vivir obsesionado con
la idea de que
“Si tan solo pudieras orar
un poco más, Dios te dará lo que buscas”.
¿Cuál es el engaño?
Es
que siempre podemos orar un poco más, pero nunca va a ser suficiente y siempre
va a estar presente el estigma que nunca es suficiente y por eso no se obtiene
lo que se busca.
Esto
hace a la oración una carga, algo a lo que la persona se tiene que forzar más y
más cada día, y aunque avance en más y mejor oración, siempre la meta va a
estar adelante.
En
cómo vivir que Dios es un capataz cruel exigiendo más y más, oraciones más
precisas, mayor devoción cuando se ora, etc.
Así
la oración se convierte en un trabajo supersticioso en el que controlamos la
cantidad de oración, la variedad de oración y la devoción y fervor con que la
hacemos.
Pero
Jesús nos aconseja que el Padre sabe lo que necesitamos y que debemos ponernos
pacíficamente y sin presión en las manos de él.
Por
tanto uno no debe pensar que sólo es necesario repetir constantemente palabras,
acciones piadosas para comunicarse con Dios, adorarle y pedir su auxilio. Lo
importante es hacerlo con fe y si presión para cumplir un formalismo.
Con
el tiempo y con nuestro perseverar en la oración vamos a ir mejorando, porque Dios
no es un cruel tirano que exige secuencias interminables de ritos, sino hacerlo
con fe y en paz.
2 – DISCRIMINACIÓN HACIA LOS DEMÁS POR LO QUE CREEN
El
maligno también puede hacer de nuestras prácticas diarias un fenómeno de
orgullo primero, de condecoración después y de discriminación posteriormente.
El
demonio puede tomar nuestros actos devotos como una cocarda, hacernos sentir un
excesivo orgullo por ellos y construir una discriminación hacia los demás en
base a ellos.
Puede
tomar nuestra hermosa práctica de rezar el rosario, o asistir a misa todos los
días, u otras devociones y lentamente incitar a desarrollar un sentimiento de
superioridad, de elitismo, de orgullo, del que presumimos y sobre la base que
juzgamos a los demás que también están en el camino.
Así
vamos desarrollando la idea que los otros son menos devotos porque no observan
lo que nosotros hacemos.
Una
de las formas que adopta esto es nuestro celo en las creencias. Tomamos al pie
de la letra todo lo que suponemos que es devoto y lo queremos llevar hasta el
extremo.
Y
es en base a ello que criticamos a quienes no tienen devoción externa y fuerte
hacia la Virgen María o no interpretan como nosotros que estamos en el final de
los tiempos o que incluso no ven como nosotros vemos algunos signos como
señales de que esos tiempos están presentes.
También
está presente – y mucho por estas épocas – en la interpretación casi ritual y
al pie de la letra de los mensajes que reciben algunos videntes, algo así como
si el vidente dijo que algo iba a pasar, entonces va a pasar.
Y
esto se da incluso con los mensajes más legitimados como los de Fátima. Por
ejemplo podemos considerar que si el Papa no consagró Rusia al Inmaculado
Corazón de María muestra su ineptitud, su fracaso, e incluso se puede ver en
esto una conspiración.
Entonces,
se llega a un extremismo del todo o nada. Y una de nuestras más importantes
apariciones y guía en la interpretación de lo que vendrá se va transformando en
una caja de desconfianza, de desunión, de fuente para criticar y denostar al
Papa y los obispos. Y sabemos que todo lo que trae desunión viene siempre del
maligno, más allá de la fuente por la que se produce.
En
el caso concreto de Fátima hay toda una corriente pie letrista que llega a
denostar a papas e incluso a Sor Lucía por la consagración de Rusia, al punto
que se trata signo que separa las buenas de las malas intenciones.
Es
entonces de una manera sorprendentemente astuta del maligno para transformar lo
que es bueno y religioso y corromperlo, a través de incitar que todo el que no
cumple con determinados hechos esta corrupto.
Se
puede creer en las apariciones opcionalmente y no obligatorio según lo que
insiste la Iglesia, pero el maligno nos lo transforma en obligatorio, incitando
nuestro orgullo y nuestro poder para criticar y endilgar a los demás su falta
de cumplimiento con estos preceptos necesarios para nosotros.
3 – REDUCCIONISMO DE LA FE A CIERTOS ACTOS
Una
forma por la que satanás nos mantiene a distancia de Dios es hacernos centrar
en determinadas prácticas religiosas, reduciendo el accionar del Espíritu Santo
a ciertas actividades.
Por
ejemplo nos puede tentar con la idea de que ir a la misa del domingo es la base
de nuestra religiosidad o que las oraciones diarias, por ejemplo el Rosario,
son la meta de nuestra devoción, en lugar de considerar estas cosas como la
punta por la que se inicia y desarrolla nuestra relación con Dios.
Es
como si sintiéramos que debemos hacer un check list de las cosas necesarias, y
si no tenemos marcadas esas casillas no podremos considerarnos que cumplimos o
que estamos en sintonía con Dios, cuando la base es construir una relación
amorosa con Dios, para lo cual esos rituales son simplemente vías que conducen
a ellos y no el fin y la demostración de ello.
Así,
tales prácticas – que se viven como imprescindibles – se van convirtiendo en
una forma de control, como si Dios pasara lista y nos controlara así.
Esto
lleva a la tentación sutil de decir, “Señor, he
hecho lo que tú me mandas, voy a misa los domingos, recito el rosario a diario”,
como si eso significara estar en sintonía con Dios, o una fuente que le
da al alma determinados derechos para exigir.
De
esta forma, vemos como los requisitos que la Iglesia ha instituido como las
puertas para que las almas vayan mejorando su relación con Dios, se van
transformando en una especie de ritual de horarios y actos, de derechos y
obligaciones, que no conducen a una relación más profunda con Dios.
4 – EL CELO RELIGIOSO TRANSFORMADO EN FANATISMO
El
maligno también nos tienta corrompiendo nuestro celo religioso transformándolo
en falta de caridad.
Por
ejemplo esto lo podemos ver en la liturgia. El fiel puede considerar que la
forma de celebrar la misa de la forma en que él considera adecuada es la señal
de devoción y por el contrario, hacer la misa de la otra manera, es señal de
falta de compromiso o corrupción.
Esto
lo vemos en una especie de enfrentamiento que se da entre quienes prefieren la
misa tradicional, a veces llamada tridentina, y los que prefieren la misa post
conciliar.
Así
la belleza de la liturgia, que seguramente existe en ambas formas litúrgicas,
se transforma en un camino para demostrar nuestra superioridad y nuestra
devoción, y lo que es peor, nuestra relación con Dios.
Por
ahí se genera desunión debido a la falta de caridad con que juzgamos a los
demás, tratándolos de trogloditas o de modernistas, de puros o indolentes, de
anticuados o de superficiales.
5 – LA CARIDAD SIN VERDAD
El
maligno también puede hacer que nuestra “opción
preferencial por los más pobres y débiles” sea una forma de dominación
hacia ellos. Ya no somos nosotros los que estamos al servicio de ellos sino que
su condición está al servicio nuestro, para demostrar nuestra devoción y
mostrar a los demás nuestra supuesta caridad y misericordia.
Se
construye así un paternalismo esclavizante que no trata a la personas como
tales sino en relación a nosotros, es funcional a nuestras necesidades.
Y
entonces se produce un conflicto entre las obras de misericordia corporales y
las obras de misericordia espirituales. Porque satanás puede mandarnos a hacer
asistencialismo sin preocuparnos de las necesidades personales y espirituales
de las personas a quienes vamos a servir.
O
sea que vamos a vendar sólo sus heridas físicas en el hospital de campaña que
le gusta al Papa Francisco decir sobre la Iglesia.
Una
obra buena como la de acercarse a los más necesitados, que fue en definitiva
una buena parte por la que Jesús vino a nuestra búsqueda, se corrompe, porque las
virtudes deben trabajan en conjunto.
La
caridad deber ser equilibrada por la verdad y viceversa. Sin verdad la caridad
se transforma en beneficencia y asistencialismo, y ese es uno de los errores
fatales que vimos en América Latina cuando el auge de las prácticas de la Teología de
la Liberación, que so pretexto de ir hacia los pobres para darles
alimento físico, se olvidó de su espíritu.
Así
es que el maligno toma una virtud y la aísla de las demás, e incluso la hace
crecer desmesuradamente frente a las otras.
En
definitiva vemos que satanás se las ingenia a para corromper a una persona que
esté tanto en un banco de una iglesia como que trabaje en un burdel. Nadie
puede escapar a su tentación, porque él quiere nuestra caída en el infierno.
Y
su actividad es difícil de detectar porque es sutil, ya que toma algo
intrínsecamente bueno, y lo trata de corromper por exceso o por defecto, y así
se transforma en una caricatura de lo que en realidad debería haber sido
FUENTES:
Foros de la Virgen María
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