Descifrando el código de la
Biblia.
La filosofía que predomina en
el mundo tiene como la gran meta la felicidad en la Tierra: hacer lo que uno
quiera sobre la base de que “no me quiten la paz” y “no me estresen”.
Es así como la sociedad occidental actual nos pide que rindamos culto a esa felicidad
mientras no violemos las leyes y no juzguemos lo que piensan los demás.
Lamentablemente este es el
pensamiento que hoy predomina en las parroquias católicas; la mayoría de los
fieles quieren “vivir su vida”, que no le quiten la paz y no estresarse; ese es
su paraíso en la Tierra.
Por
eso oímos: “Padre no hable del infierno
porque me quita la paz”. “Padre no diga que un divociado vuelto a casar esta en
pecado porque me estresa”. “Padre no juzgue a los homosexuales porque cada cual
hace su vida”.
Y
es así como los Padres ya no hablan del infierno, ni del divorcio, ni de la
homosexualidad, para no quitarle la paz ni estresar a sus fieles.
Pero hemos olvidado que Jesús
expuso un pormenorizado mapa de como se llega a la felicidad, en su discurso
sobre las bienaventuranzas, y aquí vamos a decifrarlo.
DIOS PROMETE LA FELICIDAD A
QUIÉN LA DESEA
¿Qué
es la felicidad? Es un estado de ánimo que se siente plenamente satisfecho por gozar de
algo bueno que se desea.
¿Y
qué nos hace felices? ¿Y esas cosas que nos hacen felices, nos dan felicidad
plena o de un rato?
Si Dios es Dios, es pleno, si le faltara algo,
entonces no sería Dios. Por lo que la
felicidad que Él propone no es aquella que dura un rato y luego se vuelve
amarga,
sino
la que dura siempre, la plena, sobre la base del amor, la bondad, la
misericordia…
Buscar
la felicidad es complicado. No se le encuentra tan rápido, o bien encontramos “fantasmas” de ella.
Al
venir a la tierra Cristo ha querido darnos los “tips” de la felicidad. Las promesas que
nos da son para que seamos felices en esta tierra y en la otra vida sobre una
base permanente.
Las bienaventuranzas son el
resumen y las llaves de nuestra felicidad. Entenderlas bien,
transformándolas en nuestro lenguaje, nos dará un mejor entendimiento para
vivir esa experiencia.
¿Cómo
definimos una bienaventuranza? Es otra palabra para expresar felicidad.
El resumen del Evangelio
de San Mateo
nos
centra en este tema de la felicidad.
BIENAVENTURADOS LOS POBRES…
Dice el Evangelio escrito según San Mateo:
“Bienaventurados
los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos” (5, 3)
¿Los pobres de espíritu? ¿Quiénes son? Y la promesa
es el ¿Reino de los cielos?
El
pobre de espíritu es un mendigo, es el que no tiene nada. Pero a
diferencia de San Lucas, San Mateo dice de “espíritu”. ¿Puede el espíritu ser
pobre? ¿A qué se refiere?
Si un méndigo lo único que tiene es ponerse en la
esquina para pedir. ¿Qué come? Come lo que le dan, vive de lo que le den. Si se
lo dan por darle, si se lo dan con malas caras o peor, este lo recibe, humilde,
porque no tiene otra cosa para vivir que ello. ¿Cuánto más Dios que es bueno
dará, si en Él confiamos y nos acercamos con humildad y confianza?
Entonces traslademos este ejemplo al espíritu; el hombre debe confiar en Dios, y pedirle, porque no
somos nada, y Él lo es todo. San
Agustín dice que lo somos cuando oramos, San Luis María dice que lo que
obtenemos es por la misericordia de Él.
Entonces ya tenemos la primera
parte de la promesa: “Felices los que confían en Dios, los que se dejan
llevar por Él”, porque de ellos es el Reino
de los Cielos, porque ellos que se han dejado llevar y conducir por Él han
creído, por esto mismo pasarán a gozar de lo que Él ha preparado.
Pero también la
promesa no es sólo para el Cielo, sino la felicidad se inicia cuando te dejas
conducir por el Todopoderoso en tu vida terraquea.
BIENAVENTURADOS LOS QUE
LLORAN…
San Mateo dice en el versículo 5: “bienaventurados los que lloran, porque ellos serán
consolados.”
¿Felices los que lloran? ¿A qué llanto se refiere?
¿No
nos recuerda los pasajes donde Jesús al ver a la mujer que está llorando le
perdona los pecados? ¿No recibió consuelo la mujer que se acercó
pidiendo perdón?
¡Ah! Entonces son
los que lloran los pecados.
¿Y
qué consuelo se recibe? El sacramento de la penitencia.
“Felices los que se
arrepienten de sus pecados, porque serán perdonados”. Esa es la meditación, el Resucitado dice a los apóstoles, y a los
sucesores que son los obispos y posteriormente también los sacerdotes,
representándolo a Él y a todos nosotros.
A
los que les perdonen los pecados les quedarán perdonados y a los que no les perdonen
les quedará sin perdonar.
Porque es
promesa divina,
hecha
por Él mismo, “todo lo que ates será atado en el Cielo, todo lo que desates
en la tierra será desatado en el Cielo”.
Cristo abre sus brazos para atraer a todos, Él es
la misericordia. Por ello esta bienaventuranza se relaciona mucho con la del
versículo 7, del Evangelio de San Mateo: “Bienaventurados los
misericordiosos porque obtendrán misericordia”. Todos al ser pecadores, necesitan la misericordia
del Todopoderoso.
Pero ¿cómo se
obtiene? Precisamente con las obras de misericordia; las corporales y
las espirituales.
Santa Faustina nos insiste en el mensaje de la
Divina Misericordia, sean
misericordiosos para que Él sea misericordioso con nosotros.
Estas son las 14 obras, 7 espirituales y 7
corporales:
Obras Corporales de
Misericordia
- Dar de
comer al hambriento
- Dar de
beber al sediento
- Dar
posada al necesitado
- Vestir
al desnudo
- Visitar
al enfermo
- Socorrer
a los presos
- Enterrar
a los muertos
Obras Espirituales de
Misericordia
- Enseñar
al que no sabe
- Dar
buen consejo al que lo necesita
- Corregir
al que está en error
- Perdonar
las injurias
- Consolar
al triste
- Sufrir
con paciencia los defectos de los demás
- Rogar a
Dios por vivos y difuntos
BIENAVENTURADOS LOS MANSOS…
El versículo 4 del capítulo 5 del Evangelio de San
Mateo, tiene esta bienaventuranza que parece no sonar tan acorde a lo que se
acostumbra. “Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra”.
En otras partes dice heredarán la tierra.
¿Qué tierra? ¿Mansos para heredar la tierra?
Mansos como los animales que se acostumbra poner en
el establo para Navidad. Mansos como
estos animales que se dejan conducir.
“Vengan a mí los mansos y humildes de corazón…”. Vengan los
sencillos, los que se dejan conducir por Dios. Porque si nos dejamos llevar por Él, Él nos tomará para
ser parte del plan.
Si nos dejamos conducir, Dios
promete que heredaremos la tierra, aquí haremos grandes cosas, porque
Él, nos toma en cuenta y allá arriba también tendremos parte con su Padre.
En otras palabras, hemos visto que quién confía, se
arrepiente, es misericordioso, Dios lo recompensa. Por eso al confiar y
dejarnos conducir por Él, formaremos parte con Él. La primera bienaventuranza
parece ser el resumen de las otras. Confiar
y dejarnos llevar, dejarnos conducir.
BIENAVENTURADOS LOS QUE TIENEN
HAMBRE Y SED…
El glorioso
Patriarca y Patrón de la Iglesia Universal, San José, aparece en las
primeras páginas del Evangelio de San Mateo.
“Su marido, José, era hombre justo” así es descrito
en el primer capítulo versículo 19; esa palabra
“justo” se relaciona con esta promesa, con esta bienaventuranza.
“Felices los que tienen hambre y sed de justicia…”
Encontramos en el Evangelio de San Lucas con los
que tienen necesidad de comer, más en San Mateo la idea es distinta. En cuanto
a que la promesa no se refiere a cosas, sino a actitudes,
a quién hace la voluntad de Dios y quiere que se haga su voluntad.
Por eso al entender este versículo se nos vienen a
la mente todos los santos, beatos y venerables. Pero San José parece resaltar
entre todos ellos. Estaba prometido con la Virgen María, que aparece
embarazada, y él prefiere pasar por el “malo” dejándola en secreto. Dios
interviene y le dice que la reciba. Toda
la vida de San José se resume en dejar la vida que él había planeado y hacer lo
que Dios le manda.
Inmediatamente que se fue el ángel hizo lo que se
le había mandado.
Dichoso porque quiso hacer y deseó la voluntad de Dios. “porque ellos serán saciados” dice la
escritura.
Deseaba
tanto hacer lo que Él quería, que en la tierra fue “saciado”. Fue
recompensado, de la manera menos esperada.
En la traducción que nosotros estamos leyendo, en realidad la meditación
es: “Felices los que hacen y desean la voluntad de Dios, porque ellos formarán parte” del “proyecto divino”.
BIENAVENTURADOS LOS LIMPIOS DE
CORAZÓN…
El Papa Francisco resume esta
promesa en la Jornada Mundial de la Juventud, recordando que los que tienen recta intención de no ofender a
Dios, aquellos que le buscan, le encontrarán.
Aquellos que en su buen actuar
disciernen el bien del mal y optan por el primero, tarde o temprano se toparán
con Él.
“Felices los que actúan haciendo el bien, porque
hallarán a Dios”.
“Háganse la pregunta con corazón limpio y no tengan
miedo a lo que Dios les pida. A partir de su “sí” a la llamada del Señor se
convertirán en nuevas semillas de esperanza en la Iglesia y en la sociedad. No
lo olviden: La voluntad de Dios es
nuestra felicidad.”
Así el Papa Francisco nos recuerda que nuestro
corazón (todo nuestro yo), si está limpio
de maldad, encontrará el gozo, porque como hemos visto solo Él es la felicidad.
LA FELICIDAD LLEVA A LA PAZ…
En las bienaventuranzas se ha ido alumbrando el
camino que un cristiano ha de seguir. Son 8 promesas, que resumen toda la
predicación de Jesús. En la Biblia
muchas veces se encontrarán diversidad de dones que el Señor concede. Pero hay que
recordar que siempre los concede por su
tierna bondad y misericordia.
El trayecto se ha iniciado con
los pobres de espíritu, para recordar que debemos la confianza a Dios. Y para
ello debemos ser mansos, dejándonos llevar por Él.
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Así al conducirnos nos daremos cuenta de su grandeza y de nuestra nada y lloraremos nuestras culpas.
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Porque siendo Él tan bueno, nos ha perdonado, y nosotros buscaremos irradiar ello a través de la misericordia. Y entonces será Él quien sea misericordioso con nosotros.
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Así al conducirnos nos daremos cuenta de su grandeza y de nuestra nada y lloraremos nuestras culpas.
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Porque siendo Él tan bueno, nos ha perdonado, y nosotros buscaremos irradiar ello a través de la misericordia. Y entonces será Él quien sea misericordioso con nosotros.
Es un círculo virtuoso que se inicia y empezaremos
a querer más su voluntad y a hacerla.
Llegados a ese punto, haremos
que nuestro corazón discierna entre lo bueno y lo malo, en la recta intención,
en la “limpieza del corazón”, para llegar a ver a Dios.
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Al querer y buscarlo, al llegar a ser para nosotros el todo, también será nuestra paz. E irradiaremos la paz del Señor. Y entonces teniéndola entre nosotros podremos darla a los demás.
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Al querer y buscarlo, al llegar a ser para nosotros el todo, también será nuestra paz. E irradiaremos la paz del Señor. Y entonces teniéndola entre nosotros podremos darla a los demás.
San
Ambrosio
dice:
“Cuando
tengas toda tu alma limpia de toda culpa, procura que no nazcan disensiones ni
disputas por tu culpa. Empieza por
tener paz en ti mismo y así podrás ofrecer la paz a los demás”.
BIENAVENTURADOS LOS PACÍFICOS…
San
Jerónimo
también recuerda que la promesa inicia con nosotros: “Pero la cosa
comienza por dentro: los pacíficos se
llaman bienaventurados, porque primero tienen paz en su corazón y después
procuran inculcarla en los hermanos en conflicto. ¿De qué te aprovechará
el que otros estén en paz si en tu alma subsisten las guerras de todos los
vicios?”
Porque la paz se inicia cuando
se está sujeto a Dios.
Como todas las bienaventuranzas esta se relaciona
con las anteriores y si no se inicia con el primer eslabón, es difícil llegar a
este.
BIENAVENTURADOS LOS
PERSEGUIDOS…
Las últimas dos bienaventuranzas a simple vista
parece que no se relacionan. Pero están estrechamente relacionadas.
“Bienaventurados
los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los
Cielos”.
“Bienaventurados
seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal
contra vosotros por mi causa.” San Mateo 5, 10-11.
La primera dice felices los que son perseguidos,
por causa de la justicia. ¿Qué es lo justo? Justo, en la concepción que se ha
meditado, es el que hace lo que Dios manda.
Entonces son felices los que
sufren persecución porque Dios les ha aguardado con el premio de Reino.
Por eso se relaciona con la última, actuaron como el Señor manda, y por eso
tendrán una gran recompensa.
Jesús, dice que no hay amor más grande que dar la
vida por los amigos. Por ello todas las promesas de la felicidad terminan con
esta, porque no va ver otro amor, otra vida que no sea
Él.
Y terminarán diciendo con San Pablo: “Ya no soy
yo, es Cristo que vive en mí”.
Porque al principio iniciaste como tú, pero en ese proceso, en ese círculo de promesas, Dios te
ha transformado,
y
tanto, que llegas a ser una nueva persona en Cristo, con todas tus cualidades y
defectos pero transformado para Él. Porque es Él que trabaja en ti, porque tú
has hecho tu vida para Él.
Entonces
los que se encontraron con Dios serán felices, porque no habrá otra cosa de mayor gozo que
seguirle.
Por eso María Santísima ha de
proclamar: “Mi alma proclama la grandeza del Señor y se alegra mi espíritu
en Dios mi Salvador”.
FUENTES:
- http://w2.vatican.va/content/francesco/es/messages/youth/documents/papa-francesco_20150131_messaggio-giovani_2015.html
- http://www.mscperu.org/espirit/obras_espir/Bienaventuranzas_curso/BienaventurCurso07.htm
- http://forosdelavirgen.org/49910/acerca-de-las-bienaventuranzas-en-general-por-p-horacio-bojorge/
- http://forosdelavirgen.org/49914/las-ocho-bienaventuranzas/
- http://forosdelavirgen.org/49919/las-bienaventuranzas-de-la-virgen-de-nazaret/
Artículo de Cupertino, de Guatemala, Profesor de Arte, Historia y
Teología
Foros de la Virgen María
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