miércoles, 7 de octubre de 2015

PERSONALIDAD Y BELLEZA EN LA MUJER


Personalidad y belleza en la mujer.

Tengo entre las manos un libro, no muy voluminoso, pero sí denso en doctrina, de la que el mundo de hoy necesita. Se titula PERSONALIDAD Y BELLEZA DE LA MUJER. Su autor, Fernando Hurtado, biólogo, sacerdote, pensador, intenta brindar un apoyo ideológico a esa defensa de lo femenino que precisa urgentemente la sociedad de hoy, tal vez sin saberlo.

La mujer en nuestros días está siendo utilizada, con la complicidad de hombres y mujeres sin entrañas, para saciar esa sed lujuriosa que a muchos les han provocado desde la infancia. Se está evidenciando una búsqueda feroz de la hembra, que no de la mujer, para un consumismo desenfrenado, sin entrañas, caiga quien caiga. Y los caminos del mundo se están sembrando de mujeres, muchas de ellas niñas, rotas por la barbarie de un sexo desbocado, sencillamente animal, que está provocando la perdida de la belleza femenina.

Este libro viene a denunciar el fenómeno y, sobre todo, a poner las bases de un nuevo orden basado en los valores humanos, defendiendo la personalidad y belleza de la mujer. No es fácil hacer una síntesis del trabajo, pero al menos me haré eco de algunas de sus certeros diagnósticos y la terapia ética y moral a seguir.

El autor del prólogo afirma: “Igual que en el relato de la creación, también hoy, la mujer es la que más y mejor contribuye al orden y la paz de todo el género humano, porque han sido dotadas de la capacidad de ver, preocuparse y valorar de manera connatural a todos los hombres, a todo el hombre. Por eso también hoy como en el principio- la mujer es el foco, la diana a la que se dirigen las fuerzas del mal y del sinsentido, a sabiendas que si ella cae, los demás serán fácilmente arrastrados fuera del designio creacional divino”.

Por ello todo lo que se diga y se haga en defensa de la mujer, de la condición femenina, es poco. Este libro pretende ser un aldabonazo a las conciencias de los que de algún modo son responsables de la firmeza y solidez de los pilares de la sociedad. El autor, antes de meterse a fondo en el tema, plantea unos interrogantes que debemos hacernos y tratar de contestar:

-¿Qué ideas sobre el pudor prevalecen hoy día?

-¿Qué incidencia tiene el vestido, sobre todo en la mujer? -¿Qué idea de relación entre varón y mujer es más popular?

-¿En qué nivel está catalogada la paternidad y la maternidad en las aspiraciones humanas?

-¿Qué formación se haría necesaria en este campo?

-¿Quiénes son los agentes más adecuados que se encarguen de esta formación particular?

-¿Se está encargando alguien de esta delicada transmisión vital? ¿Padres, madres, profesores, sacerdotes, catequistas?

Naturalmente no nos encontramos en un momento boyante, en la vivencia del pudor y de cada uno de los componentes de la sexualidad. Esto me hace correr el riesgo de ser considerado como negativo o pesimista. Y esto no es bueno. Me planteé muy seriamente el siguiente dilema, sin encontrar alternativa: -o hablar del pudor de un modo teórico y aséptico, sin tener en cuenta la realidad; -o presentar la antropología del pudor, con la fenomenología que la acompaña en este tiempo, en toda su verdad y, a veces, crudeza. Por esto, y por lo maltratado que en estos momentos se encuentra este aspecto de la sexualidad, en algunos pasajes no he podido describir realidades brillantes y bellas.

Y nos da un avance de lo que él entiende por pudor: No puedo dejar de decir que el pudor dice relación a un estado deficiente de la naturaleza humana. El pudor nace de la “vergüenza” de que nuestro cuerpo, todo cuerpo humano, sea visto o tratado de manera inadecuada. Cuando Dios creó al hombre, no existía el pudor. Por esto guarda relación también con las raíces del mal, del cual nos preserva…

Descarto el pensamiento de que el pudor del hombre o de la mujer es algo que sólo afecta a su fisiología, sin interrelación con la afectividad y la tendencia a la paternidad o a la maternidad; o que sea una realidad que atañe exclusivamente “a él o a ella de modo personal y exclusivo”, cuando, como se verá, el pudor o impudor de uno o de una afecta de modo principal a la persona del otro sexo. El pudor es por tanto algo que perfecciona de manera vital y trascendente el ámbito personal y el ámbito relacional.

Y el autor justifica su interés por el tema por los siguientes motivos:

Primero: Porque considera que se ha escrito poco sobre este tema

Segundo: Porque la percepción externa del cuerpo es un elemento inicial que determina la mayor o menor calidad de la relación varón-mujer.

Tercero: Porque el pudor no es algo meramente fisiológico.

Cuarto: Porque muchas mujeres y hombres se interrogan sobre la conveniencia moral de seguir determinadas orientaciones de la moda actual

Y sale al paso de la duda que se puede plantear sobre la oportunidad de que un varón hable precisamente de la belleza y el pudor femenino. ¡Claro que puede! Porque el hombre con principios sabe valorar en su justa medida la personalidad y belleza de la mujer.

Y en esa tarea se enfrasca el Dr. Hurtado, y tengo que decir que convence. Recomiendo la lectura del libro, no muy extenso, pero sí denso como ya dije. El tiempo que se dedique a reflexionar sobre tema tan palpitante nos ayudará, sin duda, a valorar a ese ser humano tan bello, tan delicado que se llama mujer. Y cuando el pudor la acompaña está ilustrando la imagen más bella de la creación, la mujer, cuyo prototipo es la Virgen María.

Y el autor anima al hombre y a la mujer a defender la Personalidad y Belleza de la mujer, en la calle, adornando el cuerpo con el pudor que brota desde lo más hondo de la personalidad del ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios.

Juan García Inza

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