REDACCIÓN CENTRAL, 06 Oct. 15 / 06:13 pm (ACI).-El
mensaje de la Virgen de Fátima sobre el poder del Santo Rosario comienza
desde el primer día de las apariciones, el 13 de mayo de 1917. En aquella
ocasión Lucía preguntó si ella y Jacinta irían al cielo, y la Virgen les
confirmó que sí, pero cuando preguntó por Francisco, la Madre de Dios contestó:
“también irá, pero tiene que rezar antes muchos
rosarios”.
La Virgen de Fátima en aquella ocasión abrió sus manos y les comunicó a
los tres una luz divina muy intensa. Ellos cayeron de rodillas y alabaron a la
Santísima Trinidad y al Santísimo Sacramento. Luego la Virgen señaló: “Rezad el Rosario
todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra”.
En la segunda aparición la Virgen María se les presentó después que
ellos rezaron el Santo Rosario, y en la tercera ocasión Nuestra Señora les
dijo: “Cuando recéis el Rosario, decid después de cada
misterio: ‘Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las
almas al cielo, especialmente las más necesitadas’”.
Para la cuarta aparición ya muchos sabían de las apariciones de la
Virgen a los pastorcitos. Entonces Jacinta le preguntó a la Madre de Dios lo
que quería que se hiciera con el dinero que la gente dejaba en Cova de Iría. La
Virgen les indicó que el dinero era para la Fiesta de Nuestra Señora del
Rosario y que lo que quedaba era para una capilla que se debía construir.
Más adelante, tomando un aspecto muy triste, la Virgen les manifestó: “Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores,
porque muchas almas van al infierno por no tener quién se sacrifique y rece por
ellas”.
Al llegar el día de la quinta aparición, los niños pudieron llegar a
Cova de Iría con dificultad debido a las miles de personas que les pedían que
presentaran sus necesidades a Nuestra Señora. Los pastorcitos se pusieron a
rezar el Rosario con la gente y la Virgen, al aparecerles, animó nuevamente a
los niños a continuar rezando el Santo Rosario para alcanzar el fin de la
guerra.
En la última aparición, antes de producirse el famoso milagro del sol,
en el que el astro pareció desprenderse del firmamento y caer sobre la
muchedumbre, la Madre de Dios pidió que hicieran en ese lugar una capilla en su
honor y se presentó como la “Señora del Rosario”. Posteriormente, tomando un aspecto más
triste dijo: “Que no se ofenda más a Dios Nuestro
Señor, que ya es muy ofendido”. Esto sucedió el 13 de octubre de 1917.
40 años después, Lucía, convertida en monja carmelita descalza, dio una
entrevista al entonces Postulador de la Causa de Beatificación de Francisco y
Jacinta Marto y a algunos miembros del alto clero. Allí manifestó que la
Santísima Virgen les dijo, tanto a sus primos como a ella, que dos eran los
últimos remedios que Dios daba al mundo: el Santo Rosario y el Inmaculado
Corazón de María.
“No hay problema por más difícil que sea: sea
temporal y, sobre todo, espiritual; sea que se refiera a la vida personal de cada uno de nosotros o a
la vida de nuestras familias, del mundo o comunidades religiosas, o a la vida
de los pueblos y naciones; no hay problema, repito, por más difícil que sea,
que no podamos resolver ahora con el rezo del Santo Rosario”, enfatizó la religiosa.
Asimismo, destacó que con el Santo Rosario nos salvaremos, nos
santificaremos, consolaremos a Nuestro Señor y obtendremos la salvación de
muchas almas. “Por eso, el demonio hará todo lo posible
para distraernos de esta devoción; nos pondrá multitud de pretextos: cansancio,
ocupaciones, etc., para que no recemos el Santo Rosario”, advirtió.
En este sentido resaltó que el programa de salvación es brevísimo y
fácil porque con el Santo Rosario “practicaremos los
Santos Mandamientos, aprovecharemos la frecuencia de los Sacramentos, procuraremos
cumplir perfectamente nuestros deberes de estado y hacer lo que Dios quiere de
cada uno de nosotros”.
“El Rosario es el arma de combate de las batallas
espirituales de los últimos tiempos”, afirmó
la vidente de la Virgen de Fátima.
Por Abel Camasca
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