No, la verdad es que el problema no está afuera. El problema está adentro.
Decimos
muchas veces que si no fuera por el sitio donde vivimos, la gente con quien nos
relacionamos, la casa donde estamos o el trabajo que desempeñamos seriamos más
felices.
No
tenemos que mirar mucho afuera. Una mirada dentro de nosotros es suficiente para
contemplar la raíz de nuestras dolencias y quebrantos.
El profeta Isaías habló de esto en el Capítulo 54:
«Tú, mujer estéril que nunca has dado a luz, ¡grita de alegría!
Tú, que nunca tuviste dolores de parto, ¡prorrumpe en canciones y grita con júbilo!
Porque más hijos que la casada tendrá la desamparada —dice el Señor—.
Ensancha el espacio de tu carpa, y despliega las cortinas de tu morada.
¡No te limites! Alarga tus cuerdas y refuerza tus estacas. Porque a derecha y a izquierda te extenderás;
tu descendencia desalojará naciones, y poblará ciudades
desoladas.
»No temas, porque no serás
avergonzada. No te turbes, porque no serás humillada.
Olvidarás la vergüenza de tu juventud, y no
recordarás más el oprobio de tu viudez.
Porque el que te hizo es tu esposo; su
nombre es el Señor Todopoderoso.Tu Redentor es el *Santo de Israel; ¡Dios de toda la tierra es su nombre!
Serafín Contreras Galeano
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