sábado, 26 de septiembre de 2015

«EL FUTURO DE LA IGLESIA RECLAMA YA DESDE AHORA UNA PARTICIPACIÓN DE LOS LAICOS MUCHO MÁS ACTIVA»


El Papa habló en Filadelfia a obispos, sacerdotes y religiosos.

La basílica de San Pedro y San Pablo también despidió al Papa con una larga ovación.

Filadelfia es la tercera y última etapa de la visita del Papa a Estados Unidos. Y, aunque carezca de la vistosidad de su intervención ante el Congreso de los Estados Unidos y ante la Asamblea General de la ONU, es la más importante desde el punto de vista interno de la Iglesia, por cuanto asistirá a la clausura del Encuentro Mundial de Familias que se está celebrando allí.

En el aeropuerto fue recibido por el arzobispo de la diócesis, Charles Chaput, y a continuación, celebró este sábado, a las diez y media de la mañana (hora local), una misa en la basílica de San Pedro y San Pablo ante cientos de obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y diáconos.

Una celebración, como está siendo habitual en este viaje, en inglés y latín (en este caso, antes de la consagración, el Papa y sus concelebrantes rezaron el canon romano completo), con lecturas y preces en diversos idiomas y la predicación del Papa en español, aunque en esta ocasión un traductor iba repitiendo los diversos pasos de su homilía.

UNA IGLESIA VOLCADA EN LAS PERIFERIAS

En ella, Francisco recordó la tradición bisecular de la Iglesia de Filadelfia, "generaciones y generaciones de católicos comprometidos que han salido a las periferias y construido comunidades para el culto, para la educación, para la caridad y para el servicio a la sociedad en general", palpable en santuarios y parroquias "que salpican la ciudad" y cuyos campanarios "recuerdan la presencia de Dios en medio de nuestras comunidades".

Elogió también "el esfuerzo de sacerdotes, religiosos y laicos que con dedicación durante más de dos siglos han atendido las necesidades espirituales de los pobres, de los emigrantes, de los enfermos y de los encarcelados", y "han enseñado a los niños a leer y a escribir, a amar a Dios y al prójimo y a contribuir como buenos ciudadanos a la vida de la sociedad estadounidense".

"¿Y TÚ?"
El sermón del Papa se centró en torno a unas palabras que le dijo León XIII a la santa local, Santa Catalina María Drexler (1858-1955), cuando quien sería luego religiosa y fundadora de las Hermanas del Santísimo Sacramento le expuso las necesidades de las misiones: "¿Y tú qué vas a hacer?", le planteó este Papa "muy sabio". "Esas palabras cambiaron la ida de Cadtalina porque le recordaron que al final todo cristiano, hombre o mujer, en virtud del bautismo ha recibido una misión. Cada uno de nosotros tiene que responder lo mejor que pueda al llamado del Señor para edificar su cuerpo, la Iglesia".

Evocando que por aquel entonces Santa Catalina era "una mujer joven con altos ideales", Francisco se preguntó: "¿Cuántos jóvenes en nuestras parroquias y escuelas tienen los mismos altos ideales y generosidad de espíritu y amor a Cristo y a la Iglesia? Y nosotros, ¿los desafiamos? ¿Les damos espacio y les ayudamos a que realicen su cometido?".

"Uno de los grandes desafíos de la Iglesia en este momento", continuó, "es fomentar en todos los fieles el sentido de la responsabilidad personal en la misión de la Iglesia... Esto requiere creatividad para adaptarse a los cambios de las situaciones, transmitiendo el legado del pasado no solo manteniendo estructuras e instituciones que son útiles, sino también abriéndose a las posibilidades que el Espíritu nos transmite".

"El futuro de la Iglesia en una sociedad que cambia rápidamente reclama ya desde ahora una participación de los laicos mucho más activa", sentenció Francisco en el momento esencial de su homilía, cuando invitó que los laicos tuviesen "una responsabilidad compartida en el futuro de nuestras parroquias e instituciones": "Esto no significa renunciar a la autoridad espiritual que se nos ha confiado, más bien significa discernir y emplear sabiamente los múltiples dones que el Espíritu Santo derrama sobre la Iglesia". Y remató destacando "la inmensa contribución que las mujeres laicas y religiosas han hecho y siguen haciendo en la vida de nuestras comunidades".

FRANCISVILLE
A la conclusión de la misa, y antes de la bendición del Papa, monseñor Chaput dirigió al Papa unas palabras de agradecimiento.

Y, comentando la implicación de todas las instituciones, además de la misma Iglesia, en su visita, bromeó diciendo: "Ésta es una ciudad que hoy cambia su nombre por Francisville [Villa Francisco]", lo cual hizo reír a Francisco y a los presentes, que dirigieron al Pontífice una larga ovación.

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