miércoles, 26 de agosto de 2015

LO QUE HAY DETRÁS DEL FRAUDE CIENTÍFICO


El engaño científico no es un fenómeno moderno: ¿por qué, cuánto y cómo se realiza?

Por: Javier Jiménez | Fuente: m.magnet.xataka.com

Estamos enamorados de la ciencia: colados, prendados, totalmente seducidos. Nos tiene loquitos: según las 'Encuestas de la Percepción Social de la Ciencia', cuanto más científica es una profesión, más respeto social acumula. Es lógico, pese a sus pequeños fallos, sus manías y sus bombas nucleares, nos ha dado un mundo que nunca habríamos soñado tener. Pero como demuestran todas las series sobre institutos americanos, el amor está indeleblemente unido a la traición y el engaño. En ciencia también.

Hablar de fraude científico puede parecer un tema menor, un tipo de 'dopaje académico' que sólo afecta a los investigadores y a los aficionados a la divulgación científica. Pero es algo un pelín más serio. No debemos olvidar que la que muchos consideran como causa del revival actual del "movimiento antivacunas" fue un fraude científico que tardamos más de 12 años en retirar: el estudio que Andrew Wakefield publicó en 1998 relacionando la vacuna de la triple vírica con el autismo. Poca broma.

¿QUÉ ES EL FRAUDE CIENTÍFICO?

El fraude científico es la distorsión intencionada del proceso investigador. Es decir, "Mentir como bellacos: Sección Ciencia". Con esta etiqueta nos referimos a los casos más graves: fabricación, falsificación y plagio.

La fabricación conlleva la creación de datos falsos, la falsificación se refiere a la manipulación en uno u otro sentido de datos verdaderos y el plagio, hacer pasar un trabajo ajeno (o fragmentos de él) como propio.

"El fraude científico es la distorsión intencionada del proceso investigador"

Aunque esa es la Santísima Trinidad del mal científico, también usamos del concepto más amplio de 'mala praxis científica' (scientific misconduct) que incluye prácticas como el uso de escritores (y analistas de datos) fantasma, la manipulación de los índices de impacto, la violación de los principios éticos (sean experimentos humanos o animales) y la no publicación (o directamente ocultamiento) de resultados relevantes.

¿CÓMO ESTÁ DE EXTENDIDO?

Medir el fraude es complejo. La distinción entre error y engaño no es evidente: un científico al que "han pillado con el carrito del helado", siempre pueden recurrir a la 'equivocación' o al 'yo-no-sabía-nada'. En definitiva, salvo defraudadores en serie o denuncias directas de colaboradores, en fraude científico se suele pillar antes al cojo que al mentiroso.

"El fraude es un fenómeno tremendamente complejo de medir"

Por eso, las estimaciones varían muchísimo. En Estados Unidos, hay una horquilla entre el 0'001, según los datos confirmados por el Gobierno, y el 10-20% de 'serias deficiencias' detectadas por la FDA americana entre el 77 y el 90 - y que llevaron a** ser condenados por mala praxis a un 2% de los investigadores clínicos supervisados por dicha agencia** federal. Otros indicadores que suelen usarse son los artículos retirados de revistas científicas, lo que nos situarían entre el 0'02 y el 1%.

Como podéis observar, es un tema difícil de medir, en el que existen grandes intereses y donde hay muchos indicadores distintos que nos ofrecen cifras muy dispares. Lo que, en lenguaje técnico, denominamos 'un follón de tres pares de narices'.

Para dar un poco de claridad al asunto, Daniele Fanelli sacó la artillería pesada: el metaanálisis. Veréis: como pasa con las encuestas electorales, cada estudio científico tiene sus fallos, sus problemas de muestreo, sus sesgos y sus aciertos. Por eso, la estrategia más razonable es coger todos los estudios y compararlos para depurar fallos y hacer brillar los aciertos. A eso le llamamos 'metanálisis'. Fanelli recogió todas las encuestas que se habían hecho sobre fraude científico (unas 18 que trataban fundamentalmente sobre fabricación y falsificación) y las metaanalizó para ver qué nos podían contar.

"Un 33'7% de los científicos reconocen haber realizado algún tipo de mala práctica científica"

Y nos cuentan cosas interesantes: Si se les preguntaba por su propia conducta, un 1,97% de los científicos reconocieron haber fabricado o falsificado datos al menos una vez y un 33,7% reconocieron haber realizado algún otro tipo de práctica cuestionable. Pero si se les preguntaba por la conducta de sus colegas, las cifras ascendían a un 14,12% y 72% respectivamente. Curioso, ¿verdad? O hay un hombre que lo hace todo en España (fraudes científicos incluídos) y es muy popular o el efecto 'viga-en-ojo-ajeno' se da aquí en todo su esplendor.

En nuestro país, como decía hace unos años Joaquim Elcacho, "no lidera el ranking mundial de investigadores fraudulentos; no obstante, empezamos a contar con alguna figura de renombre internacional". El lado negativo es que esto se debe más a nuestro relativo infradesarrollo científico que a otros factores dignos de orgullo.

¿ES UN FENÓMENO NUEVO?

Habrá que aclarar que el fraude científico no es algo nuevo. En 1702, William Charlton mandó una mariposa (la Papilio ecclipsis) a James Petiver, uno de los primeros grandes entomólogos ingleses, y éste lo dio por bueno. Pasaron 91 años, hasta que Fabricius se dio cuenta de que era otra mariposa, la muy común Gonepteryx rhamni, pintada con puntos negros.

En 1830, Charles Babbage publicó sus "Reflexiones sobre el Declive de la Ciencia en Inglaterra y algunas de sus causas". En él, aunque hay quien piensa que su mayor motivación era personal, ajusta cuentas con el establishment científico de la época y hace un repaso muy jugoso de la situación del momento con frases que podrían haber sido escritas hace un cuarto de hora.

"En los últimos 40 años, el fraude científico no ha hecho sino aumentar"

Pese a que como decía este no es un fenómeno moderno, parece cierto que en los últimos 40 años el fraude científico ha aumentado (y con él la atención mediática y la preocupación política).

Hwang Woo-Suk dijo haber sido el primer científico en clonar un embrión humano; Joachim Boldt falsificó más de 90 artículos; la revista National Geographic dijo haber encontrado al Archaeoraptor, el eslabón perdido entre las aves y los dinosaurios; Marcial Losada publicó unos delirantes análisis sobre la felicidad que, en fin, no me tiréis de la lengua... Podríamos dedicar un post a repasar solo los fraudes científicos más raros y sorprendentes. Sin ir más lejos, en España, quizá el caso más llamativo fue el de Jesús Ángel Lemus, un veterinario que colaboraba con el CSIC y que se inventó 24 artículos científicos entre 2007 y 2011. Lemus, tras ser cazado por sus propios compañeros, declaró a El País que "hay mucha presión por publicar".

¿POR QUÉ LOS CIENTÍFICOS COMENTEN FRAUDE?

La clave del fraude reside en que, según parece, los científicos son personas. Y las personas responden a incentivos y consecuencias.

Como lleva defendiendo mucho tiempo el profesor Jesús Zamora Bonilla las decisiones de los científicos sobre qué investigar, qué métodos usar, cuándo aceptar una teoría y cuándo rechazarla o cómo interpretar un experimento no ocurren en el vacío, no son neutrales y, por supuesto, no son inocentes.

"Los científicos, según algunas polémicas investigaciones, son personas. Flipa."

Sydney Brenner, Nobel de medicina en 2002, reflexionaba hace unos años sobre como dejar la ciencia a los científicos había provocado una deriva del sistema académico que estaba destruyendo las bases de la ciencia.

La imagen de los científicos suele ser la de 'buscadores de la verdad', pero, si lo pensamos un poco, veremos que en realidad los científicos buscan un montón de cosas más. Buscan dinero, reconocimiento, respeto, realización personal, seguridad y un largo etcétera.

Por eso, necesitamos una mayor implicación de la sociedad en el debate científico. En primer lugar, porque las sociedades democráticas tienen en sus manos decisiones muy importantes sobre como se organiza y desarrolla la ciencia.

Y, en segundo lugar, porque todos los que nos hemos dedicado a ésta tenemos claro que el éxito de la ciencia depende de nuestra capacidad para alinear objetivos personales y colectivos y para lograr que la única forma de conseguir reconocimiento, poder y dinero en el mundo científico sea buscando la verdad. Y eso es algo que solo podemos lograr todos juntos.

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