Al hablar de Iglesia, es necesario hablar también del Protestantismo.
En el
término protestantismo se engloban una serie de sectas, que tuvieron su punto
de partida con Martín Lutero de Alemania en 1517. Comenzó Lutero por negar las
indulgencias, luego la autoridad del Papa, y por último terminó cayendo en toda
clase de errores.
Lutero asentó dos errores
fundamentales, origen de muchos otros:
- a) El libre examen, o
derecho de interpretar cada cual a su antojo la Escritura.
- b) La inutilidad de las
buenas obras, afirmando que sólo la fe salva y llegando a decir: “peca
cuanto quieras, con tal de que creas”.
Siguieron
estos principios y protestaron también contra la autoridad de la Iglesia: en
Suiza, Zuinglio y un poco más tarde Calvino; y en Inglaterra, Enrique VIII. Por
eso se llamaron protestantes.
Las principales causas por las
cuales se propagó el protestantismo son:
- a) El apoyo que encontró en
ciertos soberanos temporales, a quienes supo halagar Lutero, sometiendo la
Religión a su dominio, prometiéndoles la usurpación de los bienes
temporales que las comunidades religiosas tenían en
sus territorios. - b) La ignorancia religiosa
muy general en esa época, que fue causa de que el pueblo se dejara
engañar.
- c) El Protestantismo
favorece las pasiones humanas; por ejemplo, enseñando la inutilidad de las
obras, negando el infierno, combatiendo la confesión, permitiendo el
divorcio, etc.
El
protestantismo no es la Iglesia de Jesucristo, porque no tiene las notas de la
verdadera Iglesia, y por los graves errores y contradicciones que encierra.
No tiene las notas de la
verdadera Iglesia
- No
es uno:
- a) Ni el dogma, porque está
formado por multitud de sectas, que profesan distintas doctrinas. Ni puede
tener unidad, pues en virtud del libre examen cada cual puede creer lo que
le parezca.
- b) Ni en el gobierno, pues
sus sectas son independientes unas de otras, y no reconocen un jefe
supremo.
- c) Ni el culto, pues no
están de acuerdo ni siquiera respecto al número de sacramentos, y casi
todas rechazan la Eucaristía y el Sacerdocio.
Sólo en
los Estados Unidos hay más de quinientas sectas con credos diversos; y otro
tanto pudiera decirse del resto del mundo. Y cuando se han reunido en congresos
para ponerse de acuerdo siquiera en algunos dogmas fundamentales no han logrado
conseguirlo. En realidad, puede decirse que las sectas protestantes no tienen
de común sino al nombre.
Muchos
protestantes han llegado hoy día hasta negar la divinidad de Cristo, y marchan
rápidamente hacia el racionalismo y la incredulidad.
2a. No es Santo:
- a) Ni sus fundadores, que
tuvieron gravísimas faltas morales.
- b) Ni en su doctrina, porque
si el principio del libre examen, destruye la unidad, el principio de la
inutilidad de la buenas obras destruye de raíz la santidad.
- c) Ni en sus miembros, pues
no se da entre ellos los milagros el heroísmo de la santidad.
El protestantismo
tiene también el gravísimo error de negar la libertad humana, con lo que
desaparecen las nociones fundamentales de responsabilidad y de mérito.
Además
rechaza los más poderosos medios de santidad que tiene la Iglesia, como la
confesión, la Eucaristía, el ayuno, la devoción a María Santísima y a los
santos, las sagradas imágenes, el celibato eclesiástico y el estado religioso.
3a. No es católico o universal:
- a) No puede ser católico
porque no tiene unidad. En efecto, sus diversas sectas se excluyen
mutuamente, y donde está una no pueden estar las demás; por eso ninguna
puede ser universal.
- b) De hecho, muchas sectas
permanecen inseparablemente relacionadas con el país que las vio nacer.
Así el luteranismo es propio de Alemania, el anglicanismo de Inglaterra,
el calvinismo de Suiza, etc.
En
realidad ninguna secta protestante, ni siquiera todas ellas reunidas tienen la
expansión suficiente para llamarse religión universal o católica.
4a. No es apostólico porque sus
jefes no son los sucesores de Pedro y los Apóstoles, sino que se alejaron por
completo de ellos.
El actual
Romano Pontífice como todos los anteriores es el sucesor directo de San Pedro;
entre los dos no ha habido interrupción, como tampoco la ha habido entre los
Apóstoles y sus sucesores, los Obispos. Por el contrario ni Lutero, ni Calvino,
ni Enrique VIII son los sucesores de los Apóstoles. Con excepción de la secta
Anglicana, los protestantes han rechazado rotundamente el sacramento del orden,
y es probable que los Anglicanos hayan perdido de hecho la realidad del Orden
como sacramento: ver la carta Apostolicae Curae, de S.S. León XIII, 13-IX-1896;
Dz. 1963-1966.
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