En su homilía diaria en Casa Santa Marta, comentando el pasaje
evangélico del ciego de Jericó, el Papa Francisco se refirió a los discípulos
«que pretenden acallarlo para evitar que moleste», lo que al final deriva en un
microclima eclesiástico privilegiado, formado «por sacerdotes, obispos y
también fieles» que «de tanto mirar al Señor no vemos las necesidades del
Señor» y «se alejan de la Iglesia de Dios, que sufre, que pide salvación, que
pide fe»
Noticia digital (18-XI-2014)
HOMILÍA COMPLETA DEL PAPA:
El ciego era un hombre que no contaba nada, pero que tenía ganas de
salvación, ganas de ser curado, y grita por encima del muro de la indiferencia
que lo circunda hasta que vence su apuesta y logra llamar a la puerta del
corazón de Jesús. A este hombre se opone el círculo de los discípulos, que
pretenden acallarlo para evitar que moleste; actuando de esta manera, alejan al
Señor de una periferia.
Esta periferia no podía llegar al Señor, porque este círculo -pero con
mucha buena voluntad, ¡eh!- cerraba la puerta. Y esto sucede con frecuencia,
entre nosotros los creyentes: cuando hemos encontrado al Señor, sin que
nosotros nos demos cuenta, se crea este microclima eclesiástico. No sólo los
sacerdotes, los obispos, también los fieles: Pero nosotros somos aquellos
que están con el Señor. Y de tanto mirar al Señor no vemos las necesidades
del Señor: no miramos al Señor que tiene hambre, que tiene sed, que está en
prisión, que está en el hospital. Aquel Señor, en el marginado. Y este clima
hace mucho mal.
Cuando en la Iglesia los fieles, los ministros, se vuelven un grupo así…
no eclesial, sino eclesiástico, de privilegio de cercanía al Señor,
tienen la tentación de olvidar al primer amor, ese amor tan bello que todos
nosotros hemos tenido cuando el Señor nos ha llamado, nos ha salvado, nos ha
dicho: Te quiero mucho. Ésta es una tentación de los discípulos: olvidar
el primer amor, o sea olvidar también a las periferias, donde yo estaba antes,
incluso si debo avergonzarme.
Pidamos al Señor la gracia que todos nosotros, que tenemos la gracia de
haber sido llamados, jamás, jamás, jamás nos alejemos de esta Iglesia. Que
jamás entremos en este microclima de los discípulos eclesiásticos,
privilegiados, que se alejan de la Iglesia de Dios, que sufre, que pide
salvación, que pide fe, que pide la Palabra de Dios. Pidamos la gracia de ser
pueblo fiel de Dios, sin pedir al Señor ningún privilegio, que nos aleje del
pueblo de Dios.
Fuente: Radio Vaticana
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