Los yihadistas sacrifican a sus
hijos a Alá, sea como escudos humanos como hacen los árabe-palestinos de Hamás,
los dirigentes de Estado Islámico que envían a hijos de sus militantes, y un
largo listado de grupos islamoterroristas.
Recientemente se ha autoinmolado
un yihadista británico en un atentado en Irak. Kabir Ahmed, de la ciudad
inglesa de Derby, decidió agregarse al Estado Islámico para llevar a cabo
Yihad.
En el Reino Unido repartía
folletos exigiendo la pena de muerte a los homosexuales, por lo que fue
condenado por incitación al odio. Kabir Ahmed era padre de tres hijos, murió al
conducir un camión cargado con toneladas de explosivos contra un convoy que
trasportaba personas, causando la muerte a ocho de ellas.
Kabir Ahmed afirmaba
repetidamente que él estaba dispuesto a sacrificar a sus hijos cien veces para
Alá.
Kabir Ahmed dijo que esperaba que
ser nombrado en la lista de shahids –islamikazes- y quería "pasar de este
mundo y conocer a Alá".
Ese es el concepto que tienen los
islamistas sobre la divinidad, Alá, un concepto inicuo y perverso, de un dios
sediento de sangre, que quiere la muerte del infiel y de su seguidor. Estos
islamistas se basan en el Corán 8: 12: Cuando vuestro Señor inspiró a los
ángeles: «Yo estoy con vosotros. ¡Confirmad, pues, a los que creen! Infundiré
el terror en los corazones de quienes no crean. ¡Cortadles del cuello, pegadles
en todos los dedos!»
De ahí viene la “tradición” de
degollar a los “infieles” iniciada por Muhammad y continuamente repetida
durante los siglos en todas las Yihads por sus seguidores y que perdura hasta
la fecha, consagrada por los hadices y el Corán.
Esto contrasta radicalmente con
el concepto judeo cristiano de Dios: Diles: ¡Vivo Yo, que no quiero la
muerte del impío, sino que el impío se aparte de su camino y viva!, dice el
Señor. [Ezequiel 33:11].
NOTAS
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