Este día nos debe llevar a recordar que nuestra vida como católicos es
una constante acción de gracias
Para la mayoría de los norteamericanos, el Día de Acción de Gracias es un día especial, donde ante todo se celebra la unidad familiar. En efecto, las familias se reúnen en Thanksgiving con más frecuencia que en cualquier otra fiesta, incluyendo la Navidad, y según estadísticas de las tiendas, este es el día en que más comida se consume en el país.
Para la mayoría de los norteamericanos, el Día de Acción de Gracias es un día especial, donde ante todo se celebra la unidad familiar. En efecto, las familias se reúnen en Thanksgiving con más frecuencia que en cualquier otra fiesta, incluyendo la Navidad, y según estadísticas de las tiendas, este es el día en que más comida se consume en el país.
Pero además de estos aspectos tradicionales del encuentro familiar y de
la gran cena, está también el sentido religioso de esta fiesta, muy presente
desde sus orígenes. Según la tradición, los peregrinos celebraron la primera
cena de agradecimiento en 1621, junto a un grupo de nativos. El evento quería
ante todo dar gracias a Dios por la abundancia de las cosechas en el nuevo
mundo.
Con el paso de los años, esta celebración se convirtió en un evento
nacional, finalmente sancionado por el mismo Presidente George Washington. Hoy,
los católicos celebramos el Día de Acción de Gracias no sólo como una fiesta
nacional, sino también como una fiesta auténticamente católica.
Digo que es una celebración verdaderamente católica porque incluso antes
de la “primera” celebración de Thanksgiving en 1621 en suelo norteamericano, el
30 de abril de 1598, en Texas, Don Juan de Oñate ya había declarado
oficialmente un “Día de Acción de Gracias”, que fue conmemorado con el santo
sacrificio de la Misa.
Oñate hizo lo más propiamente católico: celebrar la Eucaristía, una
palabra que viene del término griega Eukaristein, y que significa, precisamente
“acción de gracias”.
En efecto el Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda que “Creer en
Dios, el Único, y amarlo con todo el ser tiene consecuencias inmensas para toda
nuestra vida”, (CCC 222); y luego agrega que esto implica, “vivir en acción de
gracias: Si Dios es el Único, todo lo que somos y todo lo que poseemos viene de
él: ‘¿Qué tienes que no hayas recibido?’ (1 Co 4:7) ‘¿Cómo pagaré al Señor todo
el bien que me ha hecho?’” (Sal 116:12) (CCC 224)
Esta es la razón por la cual, pese a que Thanksgiving no es una fiesta
de guardar en el calendario católico, el calendario litúrgico de la Iglesia en los Estados Unidos lo celebra
con la solemnidad de dos lecturas — una del Antiguo y otra del Nuevo Testamento
— y con una emblemática lectura del Evangelio de Lucas: el pasaje del
“Magnificat” pronunciado por la Santísima Virgen María, en la que ella declama
una de las más hermosas y profundas acciones de gracias al amor infinito de
Dios: “proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi
Salvador, porque ha mirado la humildad de su sierva… porque el Poderoso ha
hecho obras grandes por mí, y su nombre es santo”. (ver Lc 1: 41-55)
Aunque la Virgen María lo vivió de manera única y privilegiada, todos
podemos decir que en nuestra vida, en nuestra familia, en Estados Unidos,
podemos elevar nuestra acción de gracias a Dios porque nos ha dado más de lo que
imaginamos o merecemos, simplemente porque, como nos dice nuestra Santa Madre,
Él ha hecho obras grandes por nosotros, y su nombre es santo.
Por eso, los católicos no sólo debemos celebrar el Día de Acción de
Gracias con profundo espíritu de oración, agradecimiento y alegría, sino que la
celebración de este día nos debe llevar a recordar que nuestra vida como
católicos es una constante acción de gracias, a través de nuestros actos de la
vida cotidiana, que deben todos ellos dar gloria a Dios, y de manera especial a
través de la celebración de la Eucaristía, que como nos dice el Catecismo: “La
Eucaristía es un sacrificio de acción de gracias al Padre, una bendición por la
cual la Iglesia expresa su reconocimiento a Dios por todos sus beneficios, por
todo lo que ha realizado mediante la creación, la redención y la santificación.
‘Eucaristía’ significa, ante todo, acción de gracias”. (CCC 1360)
Este fin de semana iniciamos el tiempo especial del Adviento. A través
de él nos preparamos para recibir el supremo regalo de Dios: su propio Hijo,
hecho uno de nosotros para reconciliar a la humanidad.
Rezo de todo corazón a nuestra Santa Madre, la gran agradecida del
Señor, para que nos prepare con un corazón lleno de acción de gracias para los
grandes misterios de la Navidad.
Por: Archbishop Jose H. Gomez
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