miércoles, 8 de octubre de 2014

«SIMPLEMENTE ME PERDONARON». ASÍ DEJÓ ABBY JOHNSON EL ABORTO HACE CINCO AÑOS


«¿Puedes amar a la gente hasta guiarlas a la verdad? Por supuesto. Creo que la mejor pregunta es: ¿estás dispuesto?» Este domingo, se cumplieron cinco años desde que Abby Johnson, directora de un centro abortista en Texas, dejó su trabajo para, poco después, convertirse en activista provida. Ahora, se dedica a llevar a otros trabajadores del aborto el mismo mensaje de misericordia que la salvó a ella. Así recordaba, en Lifesite News, esta fecha tan importante

Noticia digital (07-X-2014)

Cada día, hacía el mismo camino a mi casa desde el centro de Planned Parenthood que dirigía. Los policías que venían a darnos entrenamiento sobre seguridad una vez al año recomendaban que cambiáramos nuestro camino a casa. Venía a advertirnos sobre lo peligrosos que eran los provida que estaban fuera del centro. Ja.

«No queréis hacer el mismo camino hasta casa. Cambiadlo siempre. Nunca sabes cuándo alguno de ellos podría estar siguiéndote», decían.

A mí no me preocupaban demasiado los provida de fuera de mi centro. Los conocía. Ellos me conocían. Siempre estaban ofreciéndome ayuda y parecían preocuparse sinceramente por mí. Era molesto. Era básicamente imposible odiar a gente que era tan simpática conmigo, a pesar de que todos mis supervisores me habían enseñado a odiarlos. El 26 de septiembre, había visto algo que me sacudió hasta la médula. Había visto a un bebé de 13 semanas morir por un aborto. Le vi luchar por su vida. Lo vi justo delante de mi cara, en una pantalla de ecografía. Estaba entumecida, en shock, horrorizada... y con bastante sinceridad, me sentía muy estúpida. ¿Cómo podía haberme tragado las mentiras de esta organización? ¿Cómo podría haber dejado que pasara durante ocho años?

¿TENÍA EL VALOR DE ADMITIR QUE ME HABÍA EQUIVOCADO?

El 4 de octubre, me senté en mi salón, abracé a mi hija, y me preguntaba: ¿Tenía el valor de admitir que me había equivocado durante tantos años? ¿Tenía el valor de admitir que era una mentirosa? Odio a los mentirosos... y me di cuenta de que durante ocho años había sido la mayor mentirosa que conocía. ¿Podía alejarme de mis amigos? ¿Podía alejarme de mi gran sueldo y de las promesas de ascenso?

Esa tarde de domingo, no lo sabía. No quería dejar mi trabajo. No quería estar incómoda. Pero simplemente no podía justificar lo que había sido. Sabía que no podía justificar mi comportamiento, mi vida.

Durante varios años, me había preguntado: «Si muriera, ¿iría al cielo o al infierno?» Recuerdo pensar que probablemente iría al infierno por mi participación activa y orgullosa en el aborto. Y de algún modo, me había convencido a mí misma de que estaba bien... de que estaba dispuesta a pasar la eternidad en el infierno con tal de ofrecer abortos.

SIMPLEMENTE ME PERDONARON

Pero el 5 de octubre, me senté en mi despacho y me pregunté lo mismo. Esta vez, mi respuesta fue diferente. No, no estaba dispuesta a probablemente pasar una eternidad en el infierno para que las mujeres pudieran continuar quitando las vidas de sus hijos. No, ya no quería seguir siendo una cómplice en esta brutalidad. ¿Pero dónde acudir? ¿Realmente me aceptarían esos provida? Es decir, siempre decían que lo harían, pero ¿cómo podía creer eso? ¿Cómo podrían simplemente aceptarme... conociendo mi pasado? ¿Cómo podrían perdonarme por cómo los había tratado durante tantos años? No sabía cuál sería su reacción, pero sabía que tenía que probar suerte.

Así que, al salir del aparcamiento, giré a la izquierda en vez de a la derecha. Conduje hasta sus oficinas. Descargué lo que llevaba dentro. Admití que sí, que había estado equivocada... muy equivocada.

Y me perdonaron. No empezaron a hacer una lista con todas las faltas de mi pasado. No me hicieron humillarme ni pedir perdón. Simplemente me perdonaron.

AMOR INCONDICIONAL DE UNA MUJER QUE HABÍA VISTO MI PEOR CARA

Recuerdo que, después de que mi historia llegara a las noticias nacionales, un periodista había llamado y pedido hablar con una de las trabajadores de la oficina provida a la que había acudido en busca de ayuda. Este periodista quería una exclusiva. ¿Cómo era de mala cuando trabajaba en Planned Parenthood? ¿Cuáles eran algunas de las cosas terribles que les había hecho cuando estaban en la acera?

Esperaba que todos mis vergonzosos trapos sucios salieran a la luz cuando ella contestara a sus preguntas. Pero, en vez de eso, lo que oí fue: «Ni siquiera conozco ya a esa persona. Abby es una nueva creación en Cristo, y ésa es la Abby de la que quiero hablar».

Nunca había conocido un amor así que viniera de un amigo. Y ahora lo tenía... de una mujer que sólo me conocía desde hacía tres semanas... de una mujer a la que había dicho palabrotas y gritado... de una mujer que había visto mi peor cara. Pero ahí estaba, ofreciéndome este regalo del perdón. Ciertamente, era un regalo que no merecía de ella. Pero ahí estaba, sin ataduras. Con frecuencia pienso en ese momento y me doy cuenta de que es probablemente lo más cerca del perdón de Cristo que experimentaré aquí en la tierra. Borrón y cuenta nueva.

128 ABORTISTAS DEJAN SU TRABAJO EN DOS AÑOS

¿Puedes amar a la gente hasta guiarlas a la verdad? Por supuesto. Creo que la mejor pregunta es: ¿estás dispuesto? ¿Estás dispuesto a mirar más allá de su pecad y ver la creación que Dios hizo? ¿Estás dispuesto a tenderles la mano con misericordia y amor en vez de enfado y condena? ¿Estás dispuesto a, simplemente, salir al encuentro de las personas donde están y preocuparte por ellos sin importar lo lejos que estén de donde tú quieres que estén? ¿Podemos tratar de amar como Dios ama?

Siempre me hace reír cuando le digo a la gente cuántos trabajadores de centros abortistas han dejado sus centros a través de mi ministerio, And then there were none (Y no quedó ninguno). ¡Se quedan tan impactados! No pueden creer que 128 hayan acudido a nosotros en los últimos dos años. ¿Quién sabía que estas personas podían tener un cambio de actitud tan profundo? ¡Rezamos para que ocurra, y cuando ocurre, nos sorprende!

Amigos, estos trabajadores están dejando el negocio del aborto porque por fin son capaces de ver que existe ayuda real para ellos. No lo dejan porque la gente les haya dicho que son «asesinos de bebés». Seguro que no lo dejan porque alguien les diga que «arderán en el infierno» por trabajar en ese negocio. Lo dejan porque ahora somos capaces de darles ayuda y sanación. Lo dejan porque quieren algo mejor para sí mismos. Lo dejan porque por fin les estamos ayudando a ver que nos preocupamos por ellos sinceramente.

NO SON NUESTRO ENEMIGO

Siempre necesitamos recordar que estos trabajadores no son nuestro enemigo. Los abortistas no son nuestro enemigo. Nuestro enemigo es el pecado. No importa lo maleducados que sean con nosotros, no importa lo que nos ignoren, no importa cuántas veces nos digan que «nos busquemos un trabajo» o algo similar... al final, terminarán dejándolo. Pero eso sólo ocurrirá si nosotros somos Cristo para ellos. No tenemos que predicarles. Recuerdo que una vez escuché que «Dios es un caballero». Dios no se impondrá a alguien, y nosotros tampoco deberíamos.

Rezad. Sed amables. Amadlos. Y si no creéis que podáis amarlos, alejaos de ellos. Lo único que hará que un trabajador del aborto permanezca más tiempo en ese negocio es un provida que lo condene.

¿Qué pasaría si fuerais la razón de que un abortista girara a la izquierda en vez de a la derecha? Podéis serlo. Doy gracias a Dios cada día de mi vida por la gente que me hizo cambiar mi camino.

Abby Johnson

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