martes, 28 de octubre de 2014

DE ENRIQUE DE MALACA, ¿PRIMER SER HUMANO EN DAR LA VUELTA AL MUNDO?


Sobradamente conocido es que la primera expedición en realizar la vuelta al mundo a través de los mares es la que arriba en Sanlúcar de Barrameda el día 6 de septiembre de 1522, con Juan Sebastián Elcano y otros diecisiete hombres, después de una singladura que había durado setecientos cincuenta y siete días. Los nombres de los dieciocho héroes es perfectamente conocido gracias a la crónica que sobre el viaje de circunnavegación había realizado el marino superviviente de la misma Antonio Pigafetta.

Entre esos dieciocho nombres no se halla el del protagonista de nuestra entrada de hoy, Enrique de Malaca, un hombre que, sin embargo, podría haber sido el primero de la historia en haber circunvalado el globo terráqueo, consiguiéndolo incluso algo más de un año antes que los dieciocho héroes de Sanlúcar. ¿Cómo es ello posible, se preguntarán Vds.? Pues bien, precisamente eso es lo que voy a intentar contarles en las líneas que siguen a éstas.

Es muy poco lo que sobre Enrique de Malacca conocemos. Amén de los registros que se encuentran con su nombre en la Casa de Contratación relativos al viaje circunnavegador de Magallanes y Elcano, apenas es brevemente mencionado en dos documentos: el Testamento de Magallanes y el “Primer viaje alrededor del globo” del cronista de la inaugural circunnavegación, Antonio Pigafetta, de quien hemos hablado arriba.

Enrique de Malaca, también conocido como Enrique el Negro, nace hacia el año 1493, pues tiene cuando Magallanes otorga testamento el 24 de agosto de 1519 “unos veintiséis años”, según indica el propio marino hispano-portugués. Nacido no cristiano, se desconoce su nombre original antes de que fuera bautizado precisamente así, Enrique. Podría haber nacido en Sumatra, como sostiene Pigafetta:

“El capitán [Magallanes] tenía un esclavo natural de Sumatra”

O podría haberlo hecho en Malaca, donde dice que lo hizo, en su testamento, Magallanes:

“Mi esclavo Enrique, mulato, nativo de la ciudad de Malacca”.

De Sumatra o de Malaca, Enrique entra al servicio de Fernando de Magallanes, con él viaja Europa cuando éste vuelve y con él se enrola en la expedición que por cuenta de la Corona española, zarpa de Sevilla en 1519 con el encargo de encontrar un paso para franquear por agua el Nuevo Mundo y llegar a las Molucas navegando hacia occidente.

Según recoge el propio Pigafetta, al llegar a las islas descubiertas en el archipiélago filipino, Enrique se convierte en el intérprete con los nativos locales, lo que relata en estos términos:

“El capitán [Magallanes] tenía un esclavo natural de Sumatra […], quien salió a hablarles en la lengua de su país, y a pesar de que le comprendieron y vinieron a situarse a cierta distancia de nuestra nave, no quisieron subir a bordo […] Nuestro intérprete, llamado Enrique, que era esclavo de Magallanes […]”.

Pocos días después, el 27 de abril de 1521 para ser exactos, muere Magallanes en combate con los nativos dirigidos de Lapu-Lapu en la batalla de Mactán, en las Filipinas. Pero a pesar de que en su testamento había dispuesto la manumisión de su esclavo, el nuevo comandante de la escuadra, Duarte Barbosa, en un movimiento tan injusto como torpe, se niega a concedérsela mientras, necesitado de sus servicios como intérprete, lo envía ante el cacique Hamubon. Un resentido Enrique, haciendo más que nunca bueno el célebre adagio “traduttore, tradittore” (traductor, traidor), sugiere al reyezuelo la idea de realizar para los españoles un banquete al que finalmente acudirán veinticuatro de ellos, y liquidarlos durante su curso. De hecho, el último en ser sacrificado, Juan Carvallo, todavía informa a los gritos a sus compañeros que le escuchan desde el barco de que Enrique se había unido a los indígenas, ignorándose a partir de ese momento la suerte del esclavo intérprete.

Se abren a partir de ahí varias hipótesis por lo que a la condición de circunnavegador de nuestro Enrique se refiere.

Si como dice Pigafetta había nacido en Sumatra, o como dice Magallanes lo había hecho en Malaca, al finalizar en Cebú su singladura Enrique se habría quedado a unos pocos kilómetros, o en terminología más correcta, a unos pocos grados terrestres, de haber sido el primero en circunnavegar el mundo. Por cierto, los mismos o muy parecidos que el propio Magallanes, que también había estado en Sumatra y en Malaca. Lo que no impide que puesto que los españoles lo dejan, según todo apunta, vivo, hubiera vuelto con posterioridad a su patria natal, Sumatra o Malaca, situándose como un circunnavegador más junto con los dieciocho que llegan a Sanlúcar -y aún algunos otros que llegarán después en barcos portugueses-, pero no necesariamente el primero, o por mejor decir, improbablemente el primero. Y todo ello, en el bien entendido de que nada sabemos de Enrique una vez que abandona a los españoles, y por lo tanto, tampoco si efectivamente volvió a su patria natal.

Si como gusta de argumentar alguna historiografía, hubiera nacido en las Islas Filipinas, razón por la cual fue capaz de comunicarse con sus nativos, Enrique sería el primer circunnavegador en el mismo lugar, precisamente Filipinas, en que se pierde su pista en las crónicas. Ahora bien, deducir que porque pudo entenderse con los indígenas filipinos había nacido donde ellos, cuando ninguna fuente lo afirma, o por mejor decir, las que citan su nacimiento lo desmienten, es algo más que aventurado, y a ese respecto, no debe olvidarse que tanto las lenguas filipinas como las malayas pertenecen a la familia de lenguas malayo-polinesias, por lo que nuestro misterioso sumatro-malaquense no debió de hallar problema alguno en entenderse con los nativos filipinos en su propio dialecto malayo, de parecida manera a como españoles, italianos o franceses, pueden llegar a hacerlo en base a la común latinidad de sus lenguas natales.

¿El primer circunnavegante de la historia? ¿Cerca de circunvalar pero sin conseguirlo, como, por cierto también, quién era su amo y señor, Fernando de Magallanes? Juzguen Vds.. Por mi parte ahí les dejo los datos para que obtengan su propia conclusión. Desearles apenas que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos, en el compromiso de vernos por aquí mañana una vez más.

Luis Antequera

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