miércoles, 24 de septiembre de 2014

LA ASCESIS DE QUIEN QUIERE CRECER


Un buen entrenamiento nos confiere agilidad, presteza.

El ejercicio -¡dicen!- es bueno para la salud.

Pero hay ejercicios que deben ser repetidos, con frecuencia diaria, para capacitarnos a algo. ¡Ay, los músculos del alma! Demasiado atrofiados, algo flojos, quizás entumecidos. Esta "gimnasia" espiritual, ejercicio, trabajo interior constante y esforzado se llama ascesis en el lenguaje cristiano. Significa lucha, entrenamiento.

Claro está que no por el esfuerzo uno se santifica... pero sí es verdad que hay que arar el terreno y arrancar las hierbas que estorban para que la tierra del corazón reciba la semilla de la Gracia; y luego vendrá otro entrenamiento, otro ejercicio: cultivar la tierra sembrada por Dios para que dé frutos, con constantes cuidados.

La ascesis es necesaria para cultivar lo bueno, fortalecer lo débil, afianzar pequeñas virtudes, y que otras se puedan ir desarrollando.

"Leyendo en la Escritura lo elevados que deben ser los pensamientos y el espíritu de los cristianos, olvidamos fácilmente que el espíritu cristiano es fruto del tiempo, y que por más deseable y necesario que sea poseerlo, no podemos imponerlo a nuestras mentes. También olvidamos que no basta con expresar sentimientos religiosos para ser religioso (es más bien al contrario), mientas que, si nos esforzásemos por obedecer en todo a la voluntad divina, eso nos permitiría entrenar de verdad el corazón para que pudiese alcanzar la plenitud del espíritu cristiano" (Newman, PPS I 18, 232-233).

La vida cristiana es combate continuo (lenguaje muy querido por san Pablo, como en Ef 6: Revestíos de la armadura de Dios...) y la Iglesia el gran gimnasio que, con la Gracia, nos hace más hombres, hombres nuevos, con virtudes verdaderas.

La práctica religiosa, la práctica cristiana, no es mero ejercicio de sentimientos difusos a la trascendencia, sino ejercicio constante con Cristo y por Cristo.

"Presentarse ante Dios y morar en su presencia es algo muy distinto a someterse a un sistema de leyes morales y parece que requeriría otra preparación, preparar especialmente el modo de pensar y los sentimientos para poder soportar la presencia de Dios y entrar en comunión con Él... En el culto y el servicio a Dios todopoderoso que Cristo y sus discípulos nos dejaron, se nos ofrecen los medios morales y místicos de entrar en relación con Dios y de aprender poco a poco a soportar el verlo" (Newman, PPS V 1, 6.7).

La abnegación (negarse a sí mismo) es método cristiano para afirmar a Cristo en uno mismo.

La ascética, el ejercicio para quitar en sí mismo aquello que le estorba a Cristo.

La renuncia, la manera de llegar a adquirir lo importante.

"Sólo pueden gozar realmente de este mundo los que comienzan por el mundo invisible... Sólo pueden banquetear realmente los que han comenzado por ayunar. Sólo pueden usar el mundo los que han aprendido a no abusar de él. Sólo heredan el mundo los que ven en él una sombra del mundo futuro y los que, por amor a éste, renuncian a él" (Newman, PPS VI 7,93).

Javier Sánchez Martínez

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