Un buen entrenamiento nos
confiere agilidad, presteza.
El ejercicio -¡dicen!- es bueno
para la salud.
Pero hay ejercicios que deben ser
repetidos, con frecuencia diaria, para capacitarnos a algo. ¡Ay, los músculos
del alma! Demasiado atrofiados, algo flojos, quizás entumecidos. Esta
"gimnasia" espiritual, ejercicio, trabajo interior constante y
esforzado se llama ascesis en el lenguaje cristiano. Significa lucha,
entrenamiento.
Claro está que no por el esfuerzo
uno se santifica... pero sí es verdad que hay que arar el terreno y arrancar
las hierbas que estorban para que la tierra del corazón reciba la semilla de la
Gracia; y luego vendrá otro entrenamiento, otro ejercicio: cultivar la tierra
sembrada por Dios para que dé frutos, con constantes cuidados.
La ascesis es necesaria para
cultivar lo bueno, fortalecer lo débil, afianzar pequeñas virtudes, y que otras
se puedan ir desarrollando.
"Leyendo en la Escritura lo elevados que deben
ser los pensamientos y el espíritu de los cristianos, olvidamos fácilmente que
el espíritu cristiano es fruto del tiempo, y que por más deseable y necesario
que sea poseerlo, no podemos imponerlo a nuestras mentes. También olvidamos que
no basta con expresar sentimientos religiosos para ser religioso (es más bien
al contrario), mientas que, si nos esforzásemos por obedecer en todo a la
voluntad divina, eso nos permitiría entrenar de verdad el corazón para que
pudiese alcanzar la plenitud del espíritu cristiano" (Newman, PPS I 18,
232-233).
La vida cristiana es combate
continuo (lenguaje muy querido por san Pablo, como en Ef 6: Revestíos de la
armadura de Dios...) y la Iglesia el gran gimnasio que, con la Gracia, nos
hace más hombres, hombres nuevos, con virtudes verdaderas.
La práctica religiosa, la
práctica cristiana, no es mero ejercicio de sentimientos difusos a la
trascendencia, sino ejercicio constante con Cristo y por Cristo.
"Presentarse ante Dios y morar en su presencia
es algo muy distinto a someterse a un sistema de leyes morales y parece que
requeriría otra preparación, preparar especialmente el modo de pensar y los
sentimientos para poder soportar la presencia de Dios y entrar en comunión con
Él... En el culto y el servicio a Dios todopoderoso que Cristo y sus discípulos
nos dejaron, se nos ofrecen los medios morales y místicos de entrar en relación
con Dios y de aprender poco a poco a soportar el verlo" (Newman, PPS V 1,
6.7).
La abnegación (negarse a sí
mismo) es método cristiano para afirmar a Cristo en uno mismo.
La ascética, el ejercicio para
quitar en sí mismo aquello que le estorba a Cristo.
La renuncia, la manera de llegar
a adquirir lo importante.
"Sólo
pueden gozar realmente de este mundo los que comienzan por el mundo
invisible... Sólo pueden banquetear realmente los que han comenzado por ayunar.
Sólo pueden usar el mundo los que han aprendido a no abusar de él. Sólo heredan
el mundo los que ven en él una sombra del mundo futuro y los que, por amor a
éste, renuncian a él" (Newman, PPS VI 7,93).
Javier Sánchez Martínez
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