Se puede pensar.., sin temor a equivocarnos, que
no hay santo alguno, que no haya amado con más o menos intensidad a Nuestra
Señora, pues ellos como todos nosotros, si recibimos gracias divinas, es
siempre por la intercesión mediadora de nuestra Madre celestial. Y somos
muchos, los que deseamos que sea promulgado el Dogma de María, intercesora de
todas las gracias divinas.
“María es el medio más seguro, fácil, corto y perfecto para llegar a
Jesucristo”. Nos
aseguraba su encendido devoto San Luís María Grignion de Montfort, que también
decía que: “María, es obra maestra del Todopoderoso, cuyo
conocimiento y posesión de ella se ha reservado para sí”,
“No hay ni habrá jamás criatura alguna, sin exceptuar ni a
bienaventurados, ni querubines, ni serafines de los más altos en el mismo
cielo, en que Dios muestre tanto sus perfecciones internas y externas como en
María”. Y suyo es el lema que popularizo y que dice. “Por María, en María, con María, y para María”.
Criticaba también este santo San Luís María
Grignion de Montfort, a los devotos de María, que no estaban entregados a ella
y solo se movían por su propio interés y decía: “Guardémonos de
ser del número de los “devotos críticos” que en nada creen pero todo lo
critican; de los “devotos escrupulosos”, que temen ser demasiado devotos de la
Virgen María por respeto a Jesucristo; de los “devotos exteriores”, que hacen
constituir toda su devoción en prácticas exteriores; de los “devotos
presuntuosos”, que confiados en su falsa devoción a la Virgen María, siguen
encenagados en el pecado; de los “devotos inconstantes”, que, por ligereza
cambian sus prácticas de devoción o las abandonan a la menor tentación; de los
“devotos hipócritas”, que entran en la cofradías y visten la librea de la
Santísima Virgen para hacerse pasar por santos y finalmente de los “devotos
interesados”, que solo recurren a la Virgen María para librase de males
corporales o alcanzar bienes de este mundo”.
También, nos aseguraba San Luís María Grignion
de Montfort, que: “A quien Dios quiere hacer muy santo, lo
hace muy devoto de la Virgen María” Refiriéndose
al Espíritu Santo escribió: ·”Cuando el Espíritu Santo
encuentra a María en un alma, se siente atraído irresistiblemente hacia ella y
en ella hace su morada”.
Y con respecto a las relaciones del María con su
Hijo en el cielo nos dice que: “Perfeccionando la gracia a la
naturaleza, y la gloria a la gracia, es cierto, por tanto, que nuestro Señor,
hasta en el cielo, es tan Hijo de María como lo fue en la tierra y por
consiguiente, conserva hacia
ella la sumisión y obediencia del mejor de todas los hijos para con la mejor de
todas las madres. Pero no conviene ver en esta
dependencia ningún desdoro o imperfección en Jesucristo, pues María es infinitamente
inferior a su Hijo, que es Dios”.
Nos recomendaba este santo enamorado de María
que tengamos en cuenta que: “María es para el alma como el oratorio del corazón,
para hacer en él todas las oraciones a Dios”. Y ello es conveniente que así lo realicemos,
porque, tal como nos dice San Luís María Grignion de Montfort, aunque: María no es el centro, pero está en el centro”.
San Bernardo fue otro santo totalmente enamorado
de su Madre Maria y sobre Ella escribió: “En Ti, de Ti,
por Ti, por tu medio, ¡oh María!, restauró la bondadosa mano del Omnipotente
todo cuanto había perecido”. Recogiendo un pensamiento de San Efrén que
dijo: “La devoción a la Virgen es la llave del
Paraíso”. San Bernardo nos
dice: “La devoción a María es señal de salvación
eterna”. Y en otro texto, nos escribe diciendo: “Si se levanta la tempestad de las tentaciones, si caes
en el escollo de las tristezas, eleva tus ojos a la estrella del Mar: ¡invoca a
María!”. Para San
Bernardo, María es: El camino regio”
por el que Dios ha venido a nosotros y por el que nosotros podemos caminar
hacia Él”.
San Juan Pablo II, fue otro gran enamorado de
Maria, que tomó como lema suyo para el escudo papal el lema, “Todo tuyo”. También nos mostró su amor a Maria, con una serie
de pensamientos suyos como: “Antes de morir Jesús ofrece al apóstol Juan
aquello más precioso que posee: su Madre, María, quien a los pies de la Cruz,
en Juan, acoge en su corazón a toda la humanidad”. Y sobre
Ella, nos dejó escrito: “La
contemplación de Cristo tiene en María su modelo insuperable. El rostro del
Hijo le pertenece de un modo especial. Ha sido de su vientre donde se ha
formado, tomando de Ella una semejanza humana, que evoca una intimidad
espiritual más grande todavía”.
Son estas una serie de
recopilaciones, de tres grandes santos, entre ellos San Juan Pablo, que muchos
lo hemos tenido como papa reinante. El amor a Maria nuestra Madre celestial ha
sido siempre una constante en la vida de estos santo y en la de otros muchos
más santos canonizados y no canonizados, porque como muy bien sabemos, para
llegar y estar en el cielo, no es necesario que nos incluyan en la tierra en el
canon o lista de personas que dogmáticamente la Iglesia asegura que están en el
cielo.
Son
unos miserables y desgraciados quienes bajo el pretexto de honrar a Cristo
desdeñan a María, porque no saben que el Hijo no puede ser hallado si no es con
su madre. El Abad Boyland, nos señala que: “Podemos decir que, donde
quiera que se trate de Cristo en la vida espiritual, allí se encuentra también
María” María es la roca contra la que se han hecho pedazos todas las
herejías, Ella es la destructora de toda herejía, cuando se las analiza en sus
implicaciones extremas, no son sino una elaboración de la teoría del hombre
acerca del modo en que el hombre ha de convertirse en Dios. Es propio del
hombre o más bien de Satanás, el llegar a ser como Dios, conociendo el bien y
el mal. María es el ejemplo más excelso, del modo divino en que el hombre puede
llegar a ser como Dios, conociendo el bien y rechazando el mal. Ella es el
modelo de divinización para todos los hijos de Adán.
El
teólogo dominico Antonio Royo Marín, O.P. escribe sobre la Virgen María
diciéndonos: “El fundamento y
la clave de todas las grandezas y excelencias de María está en su elevación al
orden hipostático como madre verdadera de Dios. El orden hipostático supera
inmensamente al de toda naturaleza creada, humana o angélica. La maternidad
divina está mil veces por encima de la filiación adoptiva de la gracia, ya que
ésta no establece más que un parentesco espiritual y místico con Dios, mientras
que la maternidad divina de María establece un parentesco de naturaleza, una relación de
consanguinidad con Jesucristo y una, por decirlo así, especie de afinidad con toda la Santísima
Trinidad. En virtud de esta vinculación tan excelsa, queda la Santísima Virgen
coma adscrita al orden deífico y a la familia divina.”.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de
que Dios te bendiga.
Juan
del Carmelo
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