martes, 16 de septiembre de 2014

CARMELO TERESIANO


De las cuatro órdenes mendicantes… y de cualquier otra orden posterior o anterior a las mendicantes, es la del Carmelo, la que tiene sus raíces más antiguas, incluso antes de la llegada al mundo de Nuestro Señor, porque esas raíces las puso el profeta Elías, en las cuevas del Monte Carmelo, por encima de la ciudad de Haifa, que se encuentra al pie del Carmelo y es el mayor puerto marítimo de que dispone actualmente Israel.

Y por encima de Haifa en la ladera del Monte Carmelo, se encuentra, la casa madre de la orden del Carmelo en sus dos variantes los calzados y lo descalzos. Y es allí donde frente al mar está el Santuario de la Virgen del Carmen, que hace honor a su título de Stella Maris Estrella guía y salvadora de todo navegante que a ella se la invoque. Pero como todos somos navegantes en este proceloso mar de la vida, esa protección la Virgen el Carmen nos la da a todos, especialmente a sus hijos distinguidos con su escapulario, a los que por media de la promesa hecha a San Simón Stock, monje inglés que en el 1247, fue elegido General de la orden carmelitana.

En la promesa a San Simón Stock, la Virgen se presentó portando un escapulario en la mano y dándoselo le dijo: "Toma, hijo querido, este escapulario; será como la divisa de mi confraternidad, y para ti y todos los carmelitas, un signo especial de gracia; quienquiera que muera portándolo, no sufrirá el fuego eterno. Es la muestra de la salvación, una salvaguardia en peligros, un compromiso de paz y de concordia” Aunque el escapulario fue dado a los Carmelitas, muchos seglares con el tiempo, fueron sintiendo la llamada a vivir una vida más comprometida con la espiritualidad carmelita y así comenzó la Cofradía del escapulario, donde se agregaban muchos seglares por medio de la devoción a la Virgen del Carmen y al uso continuo del escapulario.

La Iglesia ha extendido el privilegio del escapulario, a los seglares que deseen recibirlo, algo que cualquier P. Carmelita puede hacer, imponiéndoselo alsolicitante. Una vez impuesto el escapulario, actualmente en lugar del escapulario de tela, se puede usar la medalla-escapulario que tiene en una cara la imagen del Sagrado Corazón de Jesús y la imagen de la Virgen del Carmen en su reverso. Esto fue una concesión en 1910, del papa Pío X. Esta concesión fue hecha a petición de los misioneros en los países del trópico, donde los escapularios de tela se deterioraban muy pronto.

También existe la tradición de que la Virgen todos los sábados saca del purgatorio a sus hijos perseverantes en el uso del escapulario, como signo de amor de ellos a su Hijo y a Ella. En la biografía de San Juan de la Cruz y en referencia al momento de su muerte, se relata que toda la tarde del viernes, cuando ya estaba en estado agónico, se la pasó preguntando qué hora era, pues deseaba ardientemente morir en sábado y así fue. Es costumbre piadosa, que diariamente ha de rezarse el rosario y tres Aves María, en cumplimento de la promesa de la Virgen del Carmen, de sacar del purgatorio a todos sus hijos del Carmelo.

San Simón Stock es uno de los santos centrales de la historia de la Orden del Carmelo. A él se debe el cambio estructural de la Orden ampliando el cometido de la orden no solo en el carácter eremítico inicial sino entrando a formar parte, de las entonces modernas órdenes mendicantes de aquella época, de las cuales los carmelitas son la cuarta parte. Las otras tres órdenes son: Los agustinos, los franciscanos u orden de frailes menores y los dominicos.

Todo esto sucedía en el siglo XIII, y es en el siglo XVI concretamente el 28 de marzo de 1515, nacía en Ávila ciudad señera de la Castilla forjadora de imperios espirituales, y también materiales para llevar la Cruz fuera de sus fronteras, la flor más preciada del Carmelo, la fundadora del Carmelo teresiano o descalzos, junto con la ayuda de San Juan de la Cruz. A los catorce años falleció su madre. Ella mismo nos lo cuenta diciéndonos: "Cuando empecé a caer en la cuenta de la pérdida tan grande que había tenido, comencé a entristecerme sobremanera. Entonces me arrodillé delante de una imagen de la Santísima Virgen y le rogué con muchas lágrimas que me aceptara como hija suya y que quisiera ser Ella mi madre en adelante. Y lo ha hecho maravillosamente bien".

            Desde muy joven, decidió. Entrar en el convento, pero su padre no se lo permitió. Quizás el hombre no deseaba perder a su hija que tan alegre era, después de haber perdido a su mujer. Más tarde la santa determinó quedarse de monja en el convento de Ávila. Su padre al verla tan resuelta a seguir su vocación, dejó de oponerse. Ella tenía 20 años. Un año más tarde hizo sus tres juramentos o votos de castidad, pobreza y obediencia y entró a pertenecer a la Comunidad de hermanas Carmelitas.

            Al poco tiempo cayó enferma y retornó a su caso por tres años, dedicándose en la enfermedad a la lectura espiritual de la que aprendió a orar meditativamente. A los tres años de estar enferma encomendó a San José que le consiguiera la gracia de la curación, y de la manera más inesperada recobró la salud.
En adelante toda su vida será una gran propagadora de la devoción a San José. Y todos los conventos que fundará los consagrará a este gran santo. En su vida en el convento, ella día a día, iba aumentando en piedad y amor al Señor Un día al detenerse ante un crucifijo muy herido le preguntó: "Señor, ¿quién te puso así?",
y le pareció escuchar: "Tus charlas en la sala de visitas, esas fueron las que me pusieron así, Teresa".
Ella se echó a llorar y quedó terriblemente impresionada. Pero desde ese día ya no volvió a perder tiempo en charlas inútiles y comenzó a buscar únicamente la santidad.

Su transverberación, cuando fue espiritualmente atravesada por una flecha del amar de Dios, la marco tremendamente Ella misma escribe: "Vi un ángel que venía del tronco de Dios, con una espada de oro que ardía al rojo vivo como una brasa encendida, y clavó esa espada en mi corazón. Desde ese momento sentí en mi alma el más grande amor a Dios".

Más tarde, Santa Teresa comenzó su obra de fundaciones ella consideró la idea de fundar una comunidad en que cada casa, tuviera pocas hermanas muy pobres pero muy fervorosas y dedicadas a conseguir la santidad propia y la de los demás. Con la aprobación de San Pedro de Alcántara, San Luis Beltrán y el obispo de la ciudad. E inmediatamente comenzaron las dificultades. Conoció a San Juan de la Cruz, de la orden del Carmelo, como ella, y con él fundó los Carmelitas descalzos. Aproximadamente: las carmelitas descalzas son ahora 14,000 en 835 conventos en el mundo. Y los carmelitas descalzos son 3,800 en 490 conventos.

Muchas son las biografías escritas sobre estos dos grandes santos, glorias de Dios, de la Iglesia y de España.

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

Juan del Carmelo

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