lunes, 25 de agosto de 2014

ESTA NO ES MI CASA


Es curioso…, que cuando un alma coge en firme, el camino del amor al Señor, es impaciente como lo fue en su juventud y lo es toda la juventud de las personas, que cree que se le pasa el tiempo y desea con vehemencia adelantar en todo. El niño tienen ganas de llegar a ser mayor, como el adolescente de su hermano mayor, y este a su vez ya quiere tener terminada su carrera, para poderse comer el mundo, si no es que se trate de un indolente, que para desgracias de sus padres los hay.

Y en la vida espiritual de un alma, también sucede lo mismo. Cuando comienza, el alma que es joven en su desarrollo espiritual, aunque se trate de una persona de ochenta años de edad de su cuerpo, es impaciente y desear avanzar como sea y consecuentemente le entra un constante deseo de saber si está avanzando y sobre todo, saber dónde se encuentra espiritualmente hablando. Busca en libros espirituales algo que le oriente, pero es muy poco lo que encuentra. El maestro Lafrance, escribe a este respecto: “Cuanto más se avanza en la vida espiritual más se da uno cuenta de que se tienen muy pocos puntos de referencia. Ciertamente están los mandamientos de Dios y de la Iglesia; sabemos bien lo que hay que hacer y evitar. Pero sobre el detalle de nuestra vida, cotidianamente, minuto a minuto, en el fondo sabemos muy poco. Ahí es donde debemos dejarnos guiar, fieles a las mociones del Espíritu”.

Hay señales evidentes que podemos considerar, como es el hecho de haber prosperado en la oración e indudablemente; progresar en la oración es progresar en la vida espiritual, y progresar en nivel espiritual, es caminar más cerca del Señor. Pero esta es una señal muy vaga, porque cuanto más avanzas en la oración, menor es tu sentimiento de que progresas, más aún, algunos días te perece que retrocedes….Por otro lado lo que la persona demanda es un conocimiento exacto de la situación de su alma en su vida espiritual. Algo así como un estudiante en su carrera que va aproando exámenes parciales que le van produciendo notas para el examen final

Pero la vida espiritual de nuestra alma, nada tiene que ver, con lo que ocurre y cómo funciona el mundo material humano. En la vida espiritual no hay vida de oración que no sufra la experiencia dolorosa del largo túnel y de la interminable noche oscura de la que nos habla San Juan de la Cruz y que con más o menos intensidad, el alma que busca el amor del Señor, para entregarse a Él, ha de pasarla inexorablemente. Se puede considerar otra señal, cual es la de pensar que hemos comenzado a conocer a Dios, pero ella como algunas otras señales, es imprecisa.

La señal de que has empezado a conocer a Dios, no se encuentra en las hermosas ideas que tienes sobre Él y mucho menos en el gozo que te procura la oración, sino en el ardiente deseo de conocerle más, tal como nos dice el maestro Lafrance. Entre otras muchas señales todas ella imprecisas, se puede señalar el hecho de que cuando un alma avanza en el desarrollo de su vida espiritual, mentalmente, las piezas de ese rompecabezas, que todo ser humano tiene en su cabeza, acerca de Dios y de su conocimiento, se le empiezan a encajar de una forma sorprendente. Uno encuentra explicación lógica a muchas cuestiones que durante años se ha estado preguntando y nadie le ha sabido responder. Al menos esto es una experiencia propia, que personalmente me ha hecho meditar, pero tampoco esto quiere decir nada concreto.

No nos impacientemos por creer que vamos despacio, Él sabe muy bien cuál ha de ser nuestro ritmo de crecimiento, y hay que estar seguros, de que nunca nos sacará de este mundo, antes de haber dado de sí espiritualmente, todo lo que podamos llegar a dar. El desea más que nosotros mimos, la mayor gloria posible para cada una de sus almas. En orden a las razones que el Señor pueda tener, para que caminemos en esa oscuridad que antes hemos enunciado, también ya antes, hemos aludido algunas de estas razones que Él pueda tener, para mantenernos en esa ignorancia, de hasta donde hemos llegado en nuestro amor hacia Él. A tal efecto, conviene que nos fijemos en las consecuencias negativas que este conocimiento de nuestra situación espiritual, podría tener en nuestra alma. Esencialmente la soberbia de orgullo espiritual en que podríamos caer, al creernos más perfectos que los demás.

            Pero en la medida en que van pasado los años y ha desaparecido la impaciencia de los primeros años, esta se va trasformando por la fuerza del amor al Señor que crece en ti, en una absoluta confianza en la voluntad del Señor. Nuestra alma va profundizando en su relación con el Señor, va transformándose de una forma tal, que cuando uno mira hacia atrás, queda sorprendido de su cambio. Puede ser que este se note al exterior en las personas con las que tienen relación, pero lo que estas personas perciben, no es ni siquiera un 5% de lo que uno mismo siente o puede sentir

            Uno comienza a tener, la señal más evidente de haber prosperado en su vida espiritual, cuando asimila en su plenitud total, algo que ha leído y escuchado muchas veces y que no se lo ha tomado nunca en serio y es; que la casa en que vives, la ciudad, el país el mundo en general con todas sus maravillosa belleza y no solo en sus verdes montes y praderas, sino también en sus mares y en sus áridos desiertos, no tenemos nada que ver, con ello, lo dejaremos de ver con los ojos materiales de nuestra cara, porque esta, ni ha sido ni es, ni será nuestra casa. ESTA NO ES NUESTRA CASA. No nos afanemos por ella, no se trata más que de un puente que tenemos que atravesar y no cometamos la estupidez, de querer levantar nuestra casa en medio del puente.

Venimos de otro mundo y nuestra alma fue creada, Dios Padre Creador absoluto de todo lo visible e invisible. Nuestro cuerpo material desaparecerán y nuestras almas subirán gozosas más allá de las estrella, y del infinito universo que pretendemos ver y dominar, hasta encontrar a nuestro Padre Creador nuestro, Padre infinito de amor, que nos espera con los brazos ansiosamente, abiertos con mucha más ansia, de la que nosotros podamos llegar a tener, pues en Él todo es ilimitado, como ilimitado es su amor a por nosotros.

Muy bello es lo visible, pero más, mucho más bello aún, es lo invisible que nos espera y esto es así, porque la lógica nos dice que lo bello material, fue creado por el espíritu puro inmaterial e invisible de Dios, por lo que el Creador está siempre por encima de su obra y es preferible poseer la Creador que a cualquiera de los elementos de su obra o inclusive a todos ellos que nunca rebasarán la belleza de Quien les creo. Por ello caminar por este mundo material repitiéndose uno constantemente ESTA NO ES MI CASA. Estad seguros que frente a las muchas problemas y contrariedades que esta vida nos ofrece, decirse uno para sí mismo: Y qué…, si al final ESTA NO ES MI CASA. Esta es una especial jaculatoria que como toda jaculatoria, si su fuerza se clava en nuestra alma, empezaremos a pensar y vivir de una forma diferente y más felices en los pocos días que nos quedan aún n este mundo.

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

Juan del Carmelo

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