lunes, 30 de junio de 2014

LOS ÚLTIMOS CRUZADOS


Hoy he estado leyendo algunos relatos de mártires de la Guerra Civil. Detrás de lo que parece pura política, en 1936, se desató el Poder de las Tinieblas de un modo que parece increíble. Se nos presenta todo aquello como política. Pero, en realidad, lo que hicieron algunas personas fue desencadenar a Satanás sobre la tierra.

En este blog he hablado no pocas veces de la iniquidad de las dictaduras de derechas que violaron los derechos humanos. Tiranías militares como la argentina o la chilena que tanto sufrimiento causaron.

Pero todo eso, aun siendo tan grande, aun siendo tanto el sufrimiento y tan terrible, palidece ante lo que ocurrió en el territorio rojo entre 1939 y 1936. Verdaderamente, aquello fue el infierno a plena luz del día. Hay hechos tan increíbles, que no los daríamos por seguros si no hubieran sucedido en las calles a la vista de todos: una cristiana descuartizada atándola a dos camiones, una monja arrastrada viva por un automóvil hasta morir, sacerdotes quemados vivos, y un largo etcétera que casi es mejor no repetir porque el sadismo fue más propio de bestias que de seres humanos.

Lo terrible es que los hermanos en la fe de dos generaciones después no saben nada de ellos. O si saben algo, los consideran casi culpables. Algo habrían hecho. La Iglesia merecía mucho de todo eso. Hoy día hasta la mayor parte de los españoles que son católicos, piensan que del lado de la República sólo militó el amor a la libertad y la democracia. Qué tremenda situación. Una iglesia que da la espalda a sus propios mártires. Unos católicos que exaltan a los verdugos y los torturadores.

Por supuesto que en el ejército republicano lucharon muchos inocentes completamente obligados. Pero en esa época, los católicos tenían las cosas muy claras. Mucha gente no sabía nada o casi nada de los generales sublevados. Pero tenían muy claro que de un lado estaba el Bien y del otro lado estaba el Mal.

Sólo hay que ver los noticiarios de las manifestaciones, homenajes y desfiles rojos. Poca gente, caras largas y con poco entusiasmo. Y, por el contrario, los noticiarios de las ciudades, como Madrid y Barcelona, cuando son liberadas: una explosión de júbilo sin igual, las calles abarrotadas de gente llorando de alegría.

Lejos de mí hablar de política, lejos de mí tomar partido por cuestiones humanas. Pero la sangre de los mártires reclama que recordemos la verdadera naturaleza de la lucha que tuvo lugar sobre este país. No podemos leer en misa las gestas de los Macabeos y avergonzarnos de nuestros propios hermanos que dieron la vida por la fe. Y, no lo olvidemos, un lado defendió la Fe, la Religión, la Ley de Dios, y el otro lado justo lo contrario.

Los enemigos de la religión me dirán que me estoy metiendo en política. Muy bien, pues que os zurzan.

En este link nos podemos asomar a ese momento histórico:


P. FORTEA

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