"Los que pasaban le insultaban meneando la
cabeza y diciendo:
– ¡Tú, que derribas el templo y en tres días lo
vuelves a levantar, sálvate a ti mismo! ¡Si eres Hijo de Dios, baja de la
cruz!
Del mismo modo se burlaban de él los jefes de los
sacerdotes y los maestros de la ley, junto con los ancianos. Decían:
- Salvó a otros, pero él no se puede salvar. Es
el Rey de Israel, ¡pues que baje de la cruz y creeremos en él! Ha puesto su
confianza en Dios, ¡pues que Dios le salve ahora, si de veras le quiere! ¿No
nos ha dicho que es Hijo de Dios? Y hasta los bandidos que estaban
crucificados con él, le insultaban
Desde el mediodía y hasta las tres de la tarde, toda aquella tierra
quedó en oscuridad. A eso de las tres, Jesús gritó con fuerza_
- “Elí, Elí, ¿lema sabaqtaní?” (es decir, “Dios mío, Dios mío, ¿por
qué me has abandonado?”)
Algunos de los que estaban allí, lo oyeron y
dijeron:
– Está llamando al profeta Elías.
Al momento, uno de ellos corrió en busca de una
esponja, la empapó en vino agrio, la ató a una caña y se la acercó para que
bebiera. Pero los demás decían:
– Déjale, a ver si viene Elías a salvarle.
Jesús dio otra vez un fuerte grito, y
murió."
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Tengo muchos amigos que me dicen, que no les gusta
la imagen de Jesús crucificado, sino que prefieren la de Jesús resucitado. Sí,
es verdad; pero no podemos olvidar que para llegar a la resurrección, hay que
pasar antes por la muerte.
La imagen de Jesús en la cruz gritando: "Dios
mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?", es el grito de toda la
humanidad. El misterio del mal en este mundo, sólo tiene sentido concentrado en
la Cruz. El grito de las mujeres violentadas, de los inocentes de Siria, de los
desahuciados, de los niños privados de su infancia, de los enfermos, de los que
mueren de hambre...es el grito de Jesús en la Cruz. El Inocente carga con el
mal de todos y lo transforma en vida. Jesús en la Cruz da sentido al
cristianismo. En el evangelio de ayer veíamos cómo los sacerdotes deciden
matarlo porque temen que todos le sigan y los romanos les destruyan su estatus
quo. El cristianismo de hoy, por desgracia, se parece más a la religión de los
sacerdotes que a la de Jesús. Desde el momento que Constantino la transformó en
religión de estado, interesó más el poder, el dominio que el evangelio. Nos
olvidamos del Jesús crucificado, abandonado y quisimos pasar directamente al
resucitado, al del poder. Nos preocupan más nuestros privilegios, que el
sufrimiento en nuestra sociedad. Es más, con nuestra sociedad injusta, nos
convertimos en crucificadores. el cristianismo, si no está al lado de los
abandonados, de los que sufren injusticias y persecuciones, si no es el grito
de los desamparados, no es cristianismo.
Jesús clavado en la cruz da sentido a la vida. Nos dice que el camino que debemos seguir, es el de luchar por erradicar el mal, el dolor, la injusticia, de este mundo.
Que esta Semana Santa que hoy comenzamos, nos sirva para escuchar el grito de todos los abandonados del mundo, que gritan con Jesús en la Cruz.
Jesús clavado en la cruz da sentido a la vida. Nos dice que el camino que debemos seguir, es el de luchar por erradicar el mal, el dolor, la injusticia, de este mundo.
Que esta Semana Santa que hoy comenzamos, nos sirva para escuchar el grito de todos los abandonados del mundo, que gritan con Jesús en la Cruz.
Enviat per Joan Josep Tamburini
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