EL PAPA: LA FINALIDAD DEL TRABAJO
NO ES SÓLO EL LUCRO, SINO LA DIGNIDAD DEL HOMBRE
“El trabajo no tiene solamente
una finalidad económica o de lucro, pero sobretodo una finalidad que afecta al
hombre y a su dignidad. Y si falta el trabajo esta dignidad es herida. Quien es
desocupado o subocupado corre el riesgo de ser puesto al margen de la sociedad
y de volverse víctima de la exclusión social”.
Lo dijo este jueves el papa
Francisco al recibir en audiencia a más de siete mil entre obreros metalúrgicos
que llevaban sus cascos azules, así como a empleados de la siderúrgica de la
ciudad italiana de Terni, en ocasión del 130 aniversario de la fundación de la
misma, y a algunas delegaciones de fieles de dicha diócesis.
Tras una misa celebrada en la
basílica de San Pedro con los trabajadores y empleados fue la audiencia en la
sala Pablo VI.
La siderúrgica de Terni ha apenas
pasado a una empresa alemana, la ThyssenKrupp y los trabajadores temen que
pueda haber planes de ocupación que pongan a los operarios en solidaridad, en
un momento de coyuntura económica difícil para Europa.
El Papa inició sus palabras con
“mi cordial bienvenido a cada uno de ustedes” y tras recordar que la
siderúrgica de Terni es símbolo de la capacidad empresarial y obrera y saludar
a las diversas autoridades civiles y religiosas, renovó la “cercanía mía y de
toda la Iglesia no solamente a la empresa” indicó, sino también “a las empresas
de vuestro territorio y a todo el mundo del trabajo”.
“Delante del actual desarrollo de
la economía y a las dificultades que atraviesa la actividad laboral es
necesario reafirmar que el trabajo es una realidad esencial para la sociedad,
las familias y las personas” indicó.
“El trabajo -prosiguió el Papa
ante el abarrotado auditorio- se relaciona de hecho, directamente con la
persona, su vida su libertad y su felicidad. El valor primario del trabajo es
el bien de la persona humana porque como tal, con sus actitudes y sus
capacidades intelectuales creativas y manuales.
De aquí deriva que el trabajo no
tiene solamente una finalidad económica o de lucro, pero sobretodo una
finalidad que afecta al hombre y a su dignidad. Y si falta el trabajo esta
dignidad es herida. Quien es desocupado o subocupado corre el riesgo de ser
puesto al margen de la sociedad y de volverse víctima de la exclusión social.
Sucede muchas veces que las
personas sin trabajo -pienso especialmente a tantos jóvenes de hoy
desempleados- resbalan hacia el desánimo crónico o peor, en la apatía. E
interrogó: ¿Qué podemos decir delante al gravísimo problema de la desocupación
que afecta a los diversos países europeos?
El Santo Padre subrayó que es la
consecuencia de “un sistema económico que no es más capaz de crear trabajo,
¡porque puso al centro un ídolo que se llama dinero!” E invitó a los diversos
sujetos políticos, sociales y económicos a “favorecer una impostación diversa,
basada en la justicia y solidaridad para asegurarle a todos la posibilidad de
realizar una actividad laboral digna”.
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