"Uno de entre la gente dijo a Jesús:
– Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.
Jesús le contestó:
– Amigo, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor?
También dijo:
– Guardaos de toda avaricia, porque la vida no depende del poseer muchas cosas.
Entonces les contó esta parábola: “Había un hombre rico, cuyas tierras dieron una gran cosecha. El rico se puso a pensar: ‘¿Qué haré? ¡No tengo donde guardar mi cosecha!’ Y se dijo: ‘Ya sé qué voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes en los que guardar toda mi cosecha y mis bienes. Luego me diré: Amigo, ya tienes muchos bienes guardados para muchos años; descansa, come, bebe y goza de la vida.’ Pero Dios le dijo: ‘Necio, vas a morir esta misma noche: ¿para quién será lo que tienes guardado?’ Eso le pasa al hombre que acumula riquezas para sí mismo, pero no es rico delante de Dios."
"Guardaos de toda avaricia, porque la vida no depende de tener muchas cosas". Sin embargo eso es lo que creemos nosotros y nuestra sociedad. Pensamos que cuantas más cosas tenemos, mejor vamos a vivir. Es así como hemos creado este mundo desigual, en el que unos pocos lo tienen casi todo y la gran masa muy poco o nada.
Estas reflexiones solemos hacerlas pensando en la sociedad. Es una manera de intentar mantenernos al margen, de creer que son los otros los codiciosos. Pero olvidamos que una sociedad está formada por la suma de cada uno de nosotros. Y que, nosotros, formamos parte de esa tercera parte de la humanidad que acumula, que cree que hay que tener mucho para vivir bien y dejamos a los otros con casi nada.
Hablamos mucho de solidaridad y puntualmente somos solidarios. Una Maratón televisiva, una campaña del Banco de Alimentos... pero, ¿somos solidarios en el día a día? ¿somos solidarios con quien está a nuestro lado?
Decimos que el hombre tiende a acumular por naturaleza buscando seguridad. Curiosamente, las tribus africanas o amazónicas, antes del contacto con el hombre blanco eran solidarias y no acumulaban. Las tierras eran comunales y el jefe las daba al que las cultivaba y las retiraba al que no las hacía producir. Cuando llegué a África no había cerraduras en las puertas. Nadie cerraba sus casas. Poco a poco, con el crecimiento de nuestra "cultura", empezaron los robos.
Nuestra economía neocapitalista está en crisis. ¿Seremos capaces de reconducir nuestra sociedad a una vida cooperativa y solidaria? ¿a una vida en la que nadie acumule empobreciendo al otro?
La ópera el Oro del Rihn de Wagner lleva un mensaje: "quien obtiene el oro no tiene el amor".
¿Comprenderemos un día que la felicidad está en el amor y no en el oro?
Joan Josep Tamburini
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