domingo, 2 de junio de 2013

EN ESPERA DEL PODER


A aquellos que todavía luchan, Dios dice: "Esperen en mí". Jesús no nos dice que permanezcamos en Jerusalén, pero sí que permanezcamos honestos, fieles y verdaderos.

"Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego". Marcos emplea la misma palabra griega que se traduce aquí "perseveraban" y que significa también "continuamente". Él describió una barca que flotaba sobre el agua mientras esperaba a Jesús.

El maestro estaba hablando desde la playa de Galilea y dijo a los discípulos "que le tuviesen siempre lista la barca" (Marcos 3:9). La barca estaba "continuamente" en la presencia de Cristo y asimismo los discípulos en el aposento alto se mantuvieron "siempre listos". Pasó un día. Luego dos. Después una semana. Ellos no saben si tendrán que pasar cien más, pero de allí no se mueven. Persisten en la presencia de Cristo. Entonces, diez días más tarde, ¡prepárense para lo que viene! Leer (Hechos 2:1-4)

Los dudosos se convirtieron en profetas. Pedro predicó y la gente vino, y Dios abrió las compuertas del movimiento más grande en la historia. Empezó porque los seguidores estuvieron dispuestos a hacer algo trascendental: Permanecer en el lugar correcto en espera del poder.

Nosotros vacilamos mucho para hacer lo que ellos hicieron. ¿Quién tiene tiempo para esperar? Nos echamos a la pena con tan solo pensarlo, pero lo cierto es que esperar no tiene que ver con inactividad, más bien con actividad en Él. Esperar significa velar por su llegada. Si esperas el bus, estás pendiente de su aparición. Si esperas a Dios, estás pendiente para verlo tan pronto como llegue, lo buscas y abrigas la esperanza de ser encontrado por El. Grandes promesas vienen a aquellos que saben esperar. (Isaías 40:31).

A aquellos que todavía luchan, Dios dice: "Esperen en mí". Además se debe esperar en el lugar indicado. Jesús no nos dice que permanezcamos en Jerusalén, pero sí que permanezcamos honestos, fieles y verdaderos. Leer (1 Samuel 12:15). ¿Estás entregando tu cuerpo a alguien que no lleva tu nombre ni porta tu anillo? ¿Es tu boca un Amazonas de chismería? Si decides en la parada del bus de la desobediencia, necesitas saber algo: El bus de Dios no hace paradas allí. Acude al lugar de la obediencia: “También el Espíritu, el cual ha dado Dios a los que le obedecen”( Hechos 5:32).

Mientras esperas en el lugar correcto, mantén una buena relación con la gente que te rodea. ¿Acaso tendría el Espíritu Santo discípulos contenciosos y ungidos al mismo tiempo? Según Pedro, la falta de armonía obstaculiza las oraciones, por eso dice a los esposos: "Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente… para que vuestras oraciones no tengan estorbo" (1 Pedro 3: 7). Esperar en Dios significa resolver los conflictos a pesar de las diferencias, perdonar las ofensas y reconciliar a las partes enfrentadas. "Siempre" solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.(Efesios 4:3).

Hace unos años tuvimos en nuestra casa un trampolín en el patio trasero. Una tarde de sábado noté que nuestras tres hijas estaban saltando en él. Mis hijas, como sucede con casi todos los hermanos y hermanas, no siempre se llevan bien, pero por alguna razón aquella tarde eran las más entusiastas entre sí. Cuando una saltaba, las otras dos aplaudían. Si una se caía, las otras dos la ayudaban a levantarse. Yo me hinché de orgullo, y ¿sabes qué hice al rato? Me sumé a ellas. No podía resistirlo. La alianza que tenían me agradó. Nuestra alianza fraterna también le agrada a Cristo. Jesús prometió: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.(Mateo 18:20).

¿Deseas poder para tu vida? Vendrá a medida que, "tú haces tu parte para estar en paz con todos los hombres" (Romanos 12:18).

También por medio de tu vida de oración. Los discípulos oraron durante diez días. Diez días de oración y unos cuantos minutos de predicación trajeron como resultado tres mil almas salvadas. Quizás, invertimos los números. Tendemos a orar unos cuantos minutos y predicar diez días. No así los apóstoles. Como la barca estaba siempre lista y a la espera de Cristo, ellos permanecieron todo el tiempo que fuera necesario en su presencia. Nunca salieron del lugar de la oración.

Los escritores bíblicos se refirieron con frecuencia a ese lugar. Los primeros cristianos fueron exhortados a:

• "Orar sin cesar" (1 Tesalonicenses 5:17)

• ser "constantes en la oración" (Romanos 12:12)

• vivir "orando en todo el tiempo" (Efesios 6:18)

Recuerda que ellos perseveraron continuamente, y ese adverbio describe la clase de oración que hicieron los apóstoles en el aposento alto. Esa misma palabra describe nuestras oraciones: "Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias" (Colosenses 4:2).

¿Suena como una carga difícil de sobrellevar? Tal vez re preguntas: “Necesito atender mis asuntos, mis hijos necesitan la cena, mis cuentas tienen que ser pagadas. ¿Cómo puedo permanecer de la oración?”. Orar sin cesar suena como algo complicado, pero no tiene que serlo.

Practica lo siguiente: Cambia tu definición de oración. No pienses que es tanto una actividad para Dios como un conocimiento de Dios. Procura vivir en una conciencia permanente de su realidad. Reconoce su presencia donde quieras que vayas. Al esperar en la fila mientras pagas el registro de tu automóvil, piensa: “Gracias Señor por estar aquí conmigo”. En la tienda de víveres mientras haces las compras, medita: “Tu presencia mi rey acojo en mi vida. Te doy la bienvenida”. Mientras lavas los platos, adora a tu hacedor. El hermano Lawrence lo hizo. Este santo reconocido se llamó a sí mismo el "señor de las ollas y los sartenes". En su libro: “La práctica de la presencia de Dios”, escribió:

“El momento de atender mis asuntos no difiere en absoluto de mi tiempo de oración, y en medio de los ruidos de mi cocina, mientras otras personas hablan de mil cosas diferentes, yo poseo la presencia de Dios con la misma tranquilidad como si estuviese arrodillado frente al bienaventurado sacramento”

Soy apenas un principiante un principiante en la liga de la oración sin cesar, pero disfruto al máximo la experiencia. He descubierto la fortaleza que se gana al llevar dos conversaciones simultáneas: Una con cualquier persona y otra con la persona. Uno puede al mismo tiempo escuchar y pedir. Mientras una persona me describe sus problemas, casi siempre oro en silencio: “Dios, ayúdame aquí un poquito, por favor”. Él siempre me suministra ayuda. También he descubierto el deleite de beber con frecuencia de su fuente de agua fresca. En el transcurso del día, mis pensamientos van marcados por frases como:

“Guíame, Padre amado. Perdona esa idea, por favor. Protege hoy a mis hijas.” Un pensamiento final. El aposento alto estaba ocupado por ciento veinte discípulos. Puesto que había unos cuatro millones de personas en Palestina en aquel tiempo, esto significa que menos de uno en cada treinta mil habitantes era cristiano. Sin embargo, mira el fruto de su trabajo. Mejor dicho, mira el fruto del Espíritu de Dios en ellos. No podemos más que preguntamos qué pasaría hoy día si nosotros, que todavía luchamos, hiciéramos lo que ellos hicieron: Esperar en el Señor en el lugar correcto.

Por Max Lucado

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