Tras rezar Completas, el Anacoreta y su joven seguidor estaban en la terraza contemplando la luna llena, que lo iluminaba todo con su luz plateada.
Tras un largo silencio el anciano dijo:
- Si logramos hacer el silencio en nosotros, podemos escuchar la llamada interior.
Hizo una pausa y siguió:
- Esa voz nos muestra el sentido real de nuestra existencia. Es la llamada a emprender el camino auténtico, aquel que nos corresponde a cada uno de nosotros.
Volvió a hacer una larga pausa antes de proseguir:
- Si supiéramos que la verdadera felicidad está en adecuar nuestra vida exterior con esa voz interior, todos nos esforzaríamos por escucharla.
El joven seguidor preguntó:
- ¿Cómo podemos escucharla?
Sonrió el Anacoreta y respondió:
- Con la meditación. Ella hace que logremos el silencio interior. Ella nos ayuda a analizarnos a nosotros mismos. Ella nos enseña a escuchar nuestro cuerpo y descubrir nuestro mundo interior. Ahí es donde descubrimos la llamada, nuestra vocación, a qué estamos destinados en este mundo. Eso hace que nuestra vida cobre sentido. Si seguimos esa llamada, por grandes que sean las dificultades, seremos felices...
Y permanecieron en silencio contemplando la luz de la luna...y escuchando su voz interior, que les llamaba a amar...
Joan Josep Tamburini
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