El joven seguidor llegó a casa feliz y contento con su título bajo el brazo. Había acabado la carrera. El Anacoreta, para celebrarlo, sacó una botella de cava que tenía en la nevera, regalo de un amigo.
Después del brindis dijo:
- Ahora no olvides que las personas somos seres en camino. No creas que ya lo sepas todo. Hemos de estar dispuestos a aprender siempre.
Le puso una mano en el hombro y concluyó:
- No olvides que la vida es siempre nueva. Harás planes, pero ella te deparará cosas inesperadas. Tienes que aceptarlas y amarlas, porque son ellas las que te marcarán el camino y has de leer en ellas la voluntad de Dios. Superarás así tus expectativas y tu alegría no tendrá límites.
Y se fueron a rezar Vísperas.
Joan Josep Tamburini
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