Es «la prueba más dura» para el católico.
Siguiendo al escritor argentino Leonardo Castellani, denuncia siete grados de fariseísmo: tres, más habituales; cuatro, directamente «diabólicos».
Un artículo de Juan Manuel de Prada publicado en XLSemanal el pasado domingo pone el dedo en la llaga sobre el fariseísmo en la Iglesia.
"Este mal del fariseísmo metido en el corazón de la Iglesia es sin duda el más grave de cuantos corrompen la fe, y el más difícil obstáculo para la evangelización, afirma el escritor: "Es la causa principal de la apostasía generalizada que aflige a la Iglesia; a esta causa endógena se suman, por supuesto, otras muchas exógenas que, sin embargo, se derrumbarían como un castillo de naipes si la gente que es incitada a desertar de la fe descubriera entre quienes se supone que no hemos desertado una auténtica comunidad de fe y vida, una congruencia natural entre lo que decimos y lo que hacemos".
Prada no se refiere, aclara, a las inevitables debilidades humanas que distancian nuestros principios de nuestras acciones. El fariseo es otra cosa: "Suele ser persona soberbia y de corazón endurecido que se cree invulnerable a las asechanzas del pecado que afligen al resto de los mortales; y desde esta atalaya de engreimiento construye una religiosidad de pura fachada, una especie de fe desecada, esclerotizada, que acaba convirtiéndose en impostura".
Siguiendo al escritor argentino Leonardo Castellani, Juan Manuel de Prada distingue siete tipos de fariseísmo, tres más habituales y cuatro que, por su especial dureza de corazón y persecución de quienes "tienen religión verdadera", son directamente "diabólicos".
Y lo peor es encontrar a alguno de esos fariseos incrustado en el armazón de la Iglesia, concluye Prada, "en lugares donde la fe se torna burocracia y negociado": "Cuando uno se topa con uno de estos fariseos, aunque su fe sea robusta como un roble, tiembla como un frágil junco. Es la prueba más dura a la que podemos enfrentarnos".
ReL
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