Cierra
tus ojos y mira con los ojos de tu corazón la Luz de Dios que habita en él.
Háblale
sin emitir sonido alguno y luego quédate en silencio y… escucha.
No
te impaciente y verás como tu temperatura va cambiando conforme se empiece a
asomar.
Si
sientes que tu espíritu desea alabarlo… déjalo, estará alabando en Lenguas así
que no trates de entenderlo; tu espíritu hablará y pedirá a Dios lo que tú
realmente necesitas.
Si
te desvaneces no te preocupes, entrarás en un Descanso en el Espíritu y será como
un sueño hermoso en el que irás penetrando hasta que Dios te regrese lentamente
y con mucho amor.
Será
difícil, más no imposible que recuerdes algo, pero sí sentirás una paz
increíble que será la miel para que trates de buscarlo nuevamente.
No
te engolosines y se obediente cuando sientas que la Luz desea retirarse. Al
Espíritu Santo no se le debe tratar de atar… que entre y salga cuando Él lo
disponga.
Todo
esto normalmente se tratará con guía y dentro de algún grupo serio y responsable.
No andes solo… al Señor le gusta que camines en comunidad.
José
Miguel Pajares Clausen
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