Sir Arthur Stanley Eddingtong (1882-1946), célebre astrónomo inglés,
afirmó: "Ninguno de los inventores del ateísmo fue naturalista. Todos
ellos fueron filósofos muy mediocres".
Recuerdo mis años de estudiante universitario cuando algunos de mis
profesores negaban a Dios en nombre de la ciencia; y viene a mi memoria,
también, el testimonio de una joven bióloga que me contó que, al empezar su
carrera, la profesora dijo a los alumnos que debían dejar de estudiar biología
si eran creyentes, porque una y otra cosa se excluyen necesariamente.
Este pensamiento equivocado aún circula en ciertos ambientes
"intelectuales" y está presente en muchas mentes de personas no
intelectuales que fueron persuadidas por discursos falaces de quienes se
presentaban como encarnaciones de la sabiduría, aunque fueran en realidad
secuaces intelectuales de filósofos mediocres, en palabras de Eddington (yo
diría, más bien, filósofos reduccionistas caídos en el ateísmo).
Pero no
podemos situarnos "en la acera de enfrente", sin más,
contradiciendo a quienes no piensan como nosotros por carecer de la fe que
poseemos. Es necesario dar razones que fundamenten nuestra posición, que es lo
que voy a hacer a continuación.
Me dirijo a creyentes, principales víctimas de los ataques a la fe recibidos en la sociedad actual. Lo primero que hay que decir es que, siendo Dios el Creador de todo cuanto existe y habiendo dotado al hombre de la capacidad de conocer la realidad y descubrir sus leyes, es ilógico pensar que tenga que haber contradicción entre la fe en la existencia de Dios y la Ciencia que investiga su Creación. Es lo que reconocen, no sólo el astrónomo Eddingtong, cuyas palabras inician este artículo, sino muchos otros científicos, como Albert Einstein y hasta el mismo Charles Darwin, quienes encuentran absurda una incompatibilidad entre la fe y la ciencia.
Por eso, si como creyente escuchas a tu profesor universitario o a algún personaje ateo decir que fe y ciencia son incompatibles, sólo piensa que aquel habla por ignorancia, influenciado, con toda seguridad, por alguna ideología atea que no reconoce la existencia de Dios, Creador de la realidad que el hombre investiga científicamente con la inteligencia que Él mismo le ha dado para eso.
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