Jesús en el
evangelio nos dice: "Yo les he comunicado las palabras que me diste".
Es decir, la palabra escrita en la Biblia no tiene la autoridad del editor,
sino la autoridad de Dios.
EL EVANGELIO DE
HOY.
Juan 17, 1-11
Juan 17, 1-11
En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y
dijo: "Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo
también te glorifique, y por el poder que le diste sobre toda la humanidad, dé
la vida eterna a cuantos le has confiado. La vida eterna consiste en que te
conozcan a ti, único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado.
Yo te he glorificado sobre la tierra, llevando a cabo
la obra que me encomendaste. Ahora, Padre, glorifícame en ti con la gloria que
tenía, antes de que el mundo existiera.
He manifestado tu nombre a los hombres que tú tomaste
del mundo y me diste. Eran tuyos y tú me los diste. Ellos han cumplido tu
palabra y ahora conocen que todo lo que me has dado viene de ti, porque yo les
he comunicado las palabras que tú me diste; ellos las han recibido y ahora
reconocen que yo salí de ti y creen que tú me has enviado.
Te pido por ellos; no te pido por el mundo, sino por
éstos, que tú me diste, porque son tuyos. Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es
mío. Yo he sido glorificado en ellos. Ya no estaré más en el mundo, pues voy a
ti; pero ellos se quedan en el mundo".
REFLEXIÓN
A lo largo de nuestro día, es increíble la cantidad de información que podemos recibir. La Radio, la TV, los periódicos; nuestras relaciones de trabajo o escolares buscan convencernos de actitudes, necesidades, acontecimientos, etc. Muchas veces no importa la fuerza del argumento sino la fuente de la que provino: "es que lo dijo fulano" o "es que lo leí en tal libro, periódico, etc." o "es que lo dijo el maestro o el jefe de la oficina". Hoy Jesús en el evangelio nos dice: "Yo les he comunicado las palabras que me diste". Es decir, la palabra escrita en la Biblia no tiene la autoridad del editor, sino la autoridad de Dios. Por eso en la liturgia, cuando se proclama la palabra se dice, sin importar quien la escribió (Isaías, Mateo, Pedro, Pablo, etc.): "Palabra de Dios". Sin embargo, todavía hay quienes la discuten, la ponen en duda, la comparan con otros "autores", y finalmente quienes, el hecho de que sea "palabra de Dios", les tiene sin cuidado. No olvidemos que la "Revelación" no solamente busca informarnos el pensamiento de Dios, sino instruirnos y ayudarnos para que nuestra vida alcance la plenitud. En definitiva, busca convencernos que sólo en Dios está la verdadera felicidad.
A lo largo de nuestro día, es increíble la cantidad de información que podemos recibir. La Radio, la TV, los periódicos; nuestras relaciones de trabajo o escolares buscan convencernos de actitudes, necesidades, acontecimientos, etc. Muchas veces no importa la fuerza del argumento sino la fuente de la que provino: "es que lo dijo fulano" o "es que lo leí en tal libro, periódico, etc." o "es que lo dijo el maestro o el jefe de la oficina". Hoy Jesús en el evangelio nos dice: "Yo les he comunicado las palabras que me diste". Es decir, la palabra escrita en la Biblia no tiene la autoridad del editor, sino la autoridad de Dios. Por eso en la liturgia, cuando se proclama la palabra se dice, sin importar quien la escribió (Isaías, Mateo, Pedro, Pablo, etc.): "Palabra de Dios". Sin embargo, todavía hay quienes la discuten, la ponen en duda, la comparan con otros "autores", y finalmente quienes, el hecho de que sea "palabra de Dios", les tiene sin cuidado. No olvidemos que la "Revelación" no solamente busca informarnos el pensamiento de Dios, sino instruirnos y ayudarnos para que nuestra vida alcance la plenitud. En definitiva, busca convencernos que sólo en Dios está la verdadera felicidad.
Pidamos al
Espíritu Santo que venga a nuestro corazón y nos convenza de la importancia de
tomar en serio la Palabra de Dios.
Permite que el
amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo
por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
Pbro. Ernesto María Caro
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