sábado, 5 de mayo de 2012

LA SANTÍSIMA VIRGEN


Es la más santa de todas las criaturas, llena de gracia y virtudes, concebida sin pecado original, que es Madre de Dios y Madre nuestra.

La Santísima Virgen María es la más santa de todas las criaturas, llena de gracia y virtudes, concebida sin pecado original, que es madre de Dios y madre nuestra, y está en el cielo en cuerpo y alma.

Decimos que la Virgen María es madre de Dios, porque de ella nació Jesucristo que es verdadero Dios y verdadero hombre.

María es la Madre de Jesucristo, pues ella le dio un cuerpo humano. Pero como Jesucristo, además de ser Hombre, es Dios, María Santísima es también Madre de Dios . María es madre de un hombre que tiene Persona Divina.

Ocurre lo mismo que si a uno le hacen alcalde. Su madre sería la madre del alcalde. Ella no le ha dado la alcaldía, pero por haberle dado el cuerpo es su madre; y al ser su madre es madre de todo lo que él es: madre del alcalde.

Pero María Santísima es Madre de Dios todavía con más razón; porque Jesucristo es Dios desde el momento de su concepción, por lo tanto la Persona que nace de María es Dios, y por lo mismo María es Madre de Dios. Dice San Pablo: «Al llegar la plenitud de los tiempos envió Dios a su Hijo nacido de una mujer».

Que María es Madre de Dios es dogma de fe. Fue definido por el Concilio de Éfeso en el año 431.

Jesús fue concebido, no por obra de varón, sino milagrosamente, por virtud del Espíritu Santo.

Dice San Mateo: «El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: desposada María con José, sin haber estado juntos, se halló que ella había concebido por obra del Espíritu Santo».

Los desposorios entre los judíos equivalían a nuestra boda, aunque no eran nupcias definitivas. Si después de los desposorios ella era infiel a su marido se la consideraba adúltera, y si éste moría, a ella se la consideraba viuda.

Los desposorios judíos suponían un compromiso tan real que al prometido se llamaba "marido". Aunque María no vivía todavía con San José, ya era su legítima esposa. Por eso el ángel llama a María esposa: «José, no temas aceptar a María, tu esposa».

San Lucas dice: «Lo que nacerá de ti se llamará Hijo de Dios».

Jesús fue concebido, no por obra de varón, sino milagrosamente, por virtud del Espíritu Santo.

Dice San Mateo: El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: desposada María con José, sin haber estado juntos, se halló que ella había concebido por obra del Espíritu Santo.

El teólogo protestante de fama internacional Max Thurian dice que los que niegan la concepción virginal de Cristo no son fieles a la Biblia: «La virginidad de María constituye un indudable dato objetivo del texto del Nuevo Testamento».

Max Thurian murió, a los 75 años, el 15 de Agosto de 1996, en Ginebra, su ciudad natal. Se convirtió al catolicismo en 1987. Sus estudios bíblicos le llevaron a descubrir el papel de María en la Iglesia.

Dios formó en las entrañas purísimas de María Santísima un cuerpo como el nuestro y creó un alma como la nuestra. A este Ser Humano, en el instante de su concepción, se unió el Hijo de Dios, es decir, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, y así el que era Hijo de Dios quedó hecho Hombre sin dejar de ser Dios. Éste es el misterio de la Encarnación.

En la genealogía del Evangelio de San Mateo se dice siempre: Fulano engendró a Zutano. Y al llegar a José, no dice que engendró a Jesús, como en los casos anteriores, sino que dice: «Jacob engendró a José, esposo de María, de la que nació Jesús», dando a entender que José no engendró a Jesús , sino que su concepción fue virginal. Y San Lucas dice de Jesús «que se pensaba que era hijo de José», dando a entender que en la realidad no lo era en el sentido que la gente creía. Dice San Mateo: «Sin que José hubiera tenido relación con María, ella dio a luz un hijo».

Las mismas dudas de José confirman la concepción virginal de María, pues cuando él vio las señales externas del embarazo de su mujer, sabiendo que aquello no era suyo, pues él no había hecho nada para dejarla embarazada, le entraron tremendas dudas ante lo que sus ojos le evidenciaban y la virtud que él conocía de María. Al no poder armonizar las dos cosas, estaba en una duda angustiosa hasta que el ángel le tranquilizó afirmándole que lo de su mujer era obra del Espíritu Santo.

La Virgen María tuvo un solo hijo, que fue Jesucristo. Cuando el Evangelio habla de los hermanos de Jesús, se refiere a los primos hermanos y parientes, que, entre los judíos, también se llamaban hermanos. En hebreo no había palabra para decir primo. La palabra hermano abarcaba varios grados de parentesco.

Los Testigos de Jehová para hacer creer a la gente que María Santísima no fue virgen, sino que tuvo muchos hijos, enseñan el texto del Evangelio donde dice que Santiago y José eran hermanos de Jesús.

Pero aquí, como en otros muchos de sus engaños, presentan el texto que puede complicar, y ocultan el texto que puede aclarar. Efectivamente, el mismo Santo Evangelio dice que al pie de la cruz estaba la Madre de Jesús, y junto a ella la madre de Santiago y José.

Era la mujer de Cleofás, hermano de San José. Cleofás es el mismo nombre en griego que Alfeo en arameo. Son los dos nombres que se daban al hermano mayor de José, esposo de la Virgen. Era el padre de Santiago el Menor y José, y estaba casado con la otra María que estaba al pie de la cruz junto a la Virgen. Se casó con ella después de enviudar de su primer matrimonio del que nacieron Simón y Judas Tadeo.

Luego la madre de Santiago y José es distinta de la madre de Jesús.

Entonces, ¿por qué dice el Evangelio que Santiago y José eran hermanos de Jesús? Porque eran parientes, y éstos entre los hebreos se llamaban hermanos. Efectivamente, sabemos por la Biblia que Abrahán era tío de Lot. Sin embargo, Lot y Abrahán se llaman entre sí «hermanos» cinco veces. En otro sitio dice que Labán era tío de Jacob.

Y después dice que Labán llama «hermano» a Jacob.

Si la Virgen María hubiera tenido otros hijos, Jesús en la cruz no se la hubiera encargado a Juan, sino a ellos.

Es decir, María Santísima tuvo un solo hijo: Jesús. Cuando el Evangelio lo llama primogénito afirma que es el primer hijo; pero eso no significa, según el modo de hablar de entonces, que siguieran otros hijos después. Primogénito significa no precedido de otro. Prescinde de la existencia de otros posteriores.

Hace poco se ha descubierto una inscripción sepulcral de una madre joven hebrea que «murió al dar a luz a su hijo primogénito». Es decir, a su hijo primogénito no siguieron otros.

Cuando los Testigos de Jehová van engañando a los incautos que les escuchan diciendo que María tuvo muchos hijos, saben que no es así, pues presumen de conocer la Biblia. Enseñan el texto oscuro que he citado y se callan el texto claro. Esto no es honrado, pero es su modo de proceder.

La virginidad» de María es dogma de fe. Fue definido en el año 649, en el Concilio I de Letrán.

La Iglesia enseña, desde el siglo V, que María fue virgen antes del parto, en el parto y después del parto. «La "virginidad en el parto" es fe de toda la Iglesia desde el siglo IV». Fue confirmada por el Concilio Vaticano II. Por eso la llama siempre Virgen María.

Es de fe que María Santísima permaneció siempre virgen.

«La traducción literal de "hasta que" admite en castellano &"después sí". Pero en la Biblia no acepta cambio de situación posterior».

La Santísima Virgen es nuestra Madre del cielo.

María es nuestra madre, pues es madre de Jesucristo, que es cabeza del Cuerpo Místico de Cristo. La madre de la cabeza, es también madre de todos los miembros del mismo cuerpo. Y nosotros somos los miembros del Cuerpo Místico de Cristo. Por eso María es Madre de la Iglesia.

Así lo proclamó Pablo VI el año 1964 en el discurso de clausura de la 3 Sesión del Concilio Vaticano II.

Que Jesús encargue a Juan que se ocupe de su Madre es perfectamente normal; lo que no es normal es el encargo paralelo a María diciéndole que cuide con cariño de Juan. Esto parece innecesario. Si Juan se va a encargar de María la correspondencia de ella era evidente. Insistir en ello parece superfluo y poco delicado. Toda mujer normal no necesita que se lo digan. Lo hace espontáneamente. El encargo de Jesús supone un contenido teológico trascendental. En Juan estamos todos representados. Además, allí presente estaba la madre de Juan.

Encargar Juan a María sería ofensivo para su madre María Salomé. No hay duda de que en las palabras de Jesús hay un sentido más profundo de lo que parecen indicar: Jesús entrega una MADRE a la HUMANIDAD.

Estas palabras tienen un sentido trascendental, dicen relación a todos los hombres, tienen sentido universal.

María es madre física de Jesús y madre espiritual de los hombres.

Debemos amar a María y honrarla de todo corazón. Así daremos gusto al Señor que, como todo hijo bien nacido, se alegra de ver a su Madre Santísima honrada y amada.

Para valorar las cualidades de María, bastaría caer en la cuenta de que Cristo pudo hacer a su Madre a su gusto. ¡Cómo hubieras tú dotado a tu madre si esto hubiera estado en tu mano! Cristo pudo hacerlo y era omnipotente.

La Santísima Virgen es la mujer más grande que ha existido en el mundo María Santísima es la criatura más excelsa que ha salido de las manos de Dios.

Debemos acudir a la Santísima Virgen en todas nuestras penas y tentaciones. Ella lo puede todo, pues Dios todo se lo concede, porque es la Madre de Cristo , y porque nunca tuvo pecado, ni siquiera el original.

Por eso San Lucas la llama «llena de gracia».

El hecho de que María Santísima haya sido preservada del pecado original desde el primer instante de su concepción, en el seno de su madre Santa Ana, es lo que queremos expresar al decir la Inmaculada Concepción.

El pueblo español veneraba a la Inmaculada Concepción muchos años antes de ser definida. El mismo Murillo pintó sus treinta cuadros de la Virgen Inmaculada, trescientos años antes de la definición dogmática.

El dogma de la Concepción Inmaculada de María fue definido, el 8 de diciembre de 1854, por el Papa Pío IX.

La redención de María fue preventiva en atención a que iba a ser Madre de Dios.

Dios pudo haber hecho que Jesucristo apareciese en el mundo en edad adulta, pero no quiso. Se lo entregó a María. Lo puso en sus manos.

Dios ha querido servirse de ella en la encarnación, en la redención y en la salvación de todos los hombres.

Cristo nos lleva al Padre: «Nadie va al Padre sino por Mí».

Cristo es el mediador con el Padre. Él es mediador principal, porque nos ha redimido por sus propios méritos. Sin dependencia de otra persona. María es el camino para llegar a Cristo. En Belén lo presentó a pastores y reyes, en Caná es intercesora, al pie de la cruz es corredentora, y en el cenáculo ora por todos.

María es la mediadora secundaria, subordinada a Cristo. Es mediadora porque intercede por nosotros. El Concilio Vaticano II dice de María que «su múltiple intercesión nos obtiene los dones de la salvación eterna».

En las iglesias suele haber muchas imágenes de la Virgen: del Carmen, del Rosario, de los Dolores, de las Angustias, de los Remedios, del Socorro, de la Consolación, de la Misericordia, de la Paz, etc. Es que María Santísima tiene muchos títulos y prerrogativas.

Cada pueblo tiene su Virgen, su Patrona. Pero todas son imágenes o retratos de la única y verdadera Virgen María, que está en el cielo en cuerpo y alma.

Esta elevación de María al cielo en cuerpo y alma se llama Asunción.

La Asunción fue declarada dogma de fe, por el Papa Pío XII, el 1 de noviembre de 1950. Pero la fiesta de la Asunción se celebraba ya el 15 de agosto por los años 500 después de Cristo.

Una de las mejores devociones a la Santísima Virgen es el rezo del Santo Rosario. Si puedes rezarlo en una iglesia, mejor. Si no, rézalo en cualquier rato libre, o mientras te viene el sueño. Te aconsejo que hagas un esfuerzo por rezarlo, pues es un obsequio muy agradable a la Virgen, como ella misma lo ha dicho en Lourdes y Fátima. Y mejor todavía si lo rezas en familia. Es ésta una práctica muy cristiana. Procura introducir en tu casa esta costumbre, si no la tenéis ya; pues une mucho a la familia. Al final del libro, en los Apéndices, tienes el modo de rezarlo. Rezado en una iglesia o en común, tiene indulgencia plenaria.

Si rezarlo entero te resulta largo, reza un misterio cada día.

El rezar a la Virgen es una devoción muy bonita. María es la mujer más digna de amor que ha existido jamás. Es un amor que dignifica y engrandece. Su dulce recuerdo puede protegerte contra tentaciones que están en el extremo opuesto de la pureza. Otra recomendable devoción a la Virgen es el Santo Escapulario. Fue una revelación a San Simón Stock, General de los Carmelitas, en el siglo XIII. La Virgen le prometió que quien muera llevando el Escapulario del Carmen no se condenaría. Este escapulario debe ser impuesto por un sacerdote, y hay que rezar diariamente tres Avemarías.

El escapulario de tela puede ser sustituido por una medalla que lleve por un lado la imagen del Corazón de Jesús y por el otro una imagen de la Virgen. Así lo concedió el Papa.

Tener devoción a María es prenda de salvación. Todo el que rece diariamente en su honor tres Avemarías conseguirá una ayuda especial para tener una buena muerte, según revelación de Dios a Santa Matilde, y como lo demuestra una larga experiencia.

«Recuerden, pues, los fieles que la verdadera devoción a María no consiste ni en un afecto estéril y transitorio, ni en vana credulidad; sino que procede de la fe verdadera por la que somos conducidos a conocer la excelencia de la Madre de Dios y somos excitados a un amor filial hacia nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes».

Sobre todo su amor a Cristo, su fe firme en la Anunciación, y su fidelidad hasta la cruz.

Los protestantes nos acusan a los católicos de que adoramos a la Virgen María, pero esto es una calumnia. Todos los católicos sabemos que la Virgen no es Dios. Y la adoración es exclusiva de Dios.

Nosotros no adoramos a la Virgen Santísima, sino que la honramos y veneramos porque es Madre de Dios. Por eso en el Avemaría decimos ruega por nosotros. En las letanías del Rosario, cuando nos dirigimos a Dios decimos ten misericordia de nosotros . En cambio, cuando nos dirigimos a la Virgen decimos ruega por nosotros. Acudimos a María para que Ella nos lleve a Dios.

JorgeLoring

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