Las cosas como son y sin generalizar. ¿Cuántas veces hemos escuchado quejas
justificadas sobre el sacerdote, la secretaria o el catequista que solo sabe
poner obstáculos para la administración de los sacramentos? Una cosa es
garantizar que los requisitos básicos se cumplan y otra muy diferente es crear
un ambiente desagradable y lleno de complicaciones. Las parroquias tienen que
mantener las puertas abiertas e inspirar confianza a cuantos quieran formar
parte de ella. De otra manera, la Iglesia seguirá sufriendo el asalto de las
sectas.
La administración de los sacramentos implica una
sólida catequesis y, al mismo tiempo, cumplir con cierta documentación, sin
embargo, no hay que exagerar y alejar a las personas de la fe. Pedir un mínimo
de cuota de recuperación es válido, siempre y cuando, no se excluya a quienes
evidentemente no las puedan cubrir. La Iglesia como institución necesita de una
estructura y reglamento, sin embargo, no hay un solo punto del Código de
Derecho Canónico que justifique las provocaciones de aquellos catequistas
agresivos e indiferentes que se dedican a criticar a todo el que les pase por
enfrente. Las parroquias deben ofrecer un trato amable y accesible.
No se trata de asumir una línea pastoral progresista sino de transmitir la palabra del magisterio de la Iglesia con un lenguaje creativo y respetuoso. Lo anterior, ofreciendo un servicio abierto a todos. Trabajemos por una visión parroquial en la que sea posible fomentar la unión y el trabajo en equipo. Que todos se sientan como si estuvieran en su propia casa.
Carlos J. Díaz
Rodríguez
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