Estaban sentados
en la terraza. Parecía que el frío empezaba a despedirse hasta el próximo año y
se estaba bien contemplando cómo el sol se ocultaba tras el horizonte.
Entonces el
joven seguidor preguntó:
- ¿Por qué
nos resulta tan difícil amar con sencillez? ¿Cuáles son los obstáculos?
El Anacoreta
sonrió a la vez que respondía:
- Frente al
amor se nos presentan tres obstáculos, son como tres pantallas que nos impiden
llegar al amor puro: nuestros apegos, nuestras creencias y el miedo.
El joven
seguidor esperó que el anciano se explicara. Este, tras un momento de
reflexión, continuó:
- Los apegos
nos aíslan de los demás y hacen que antepongamos nuestros intereses a los otros
y hacen que olvidamos al prójimo.
Volvió a
detenerse, como buscando las palabras justas:
- Luego
tenemos las creencias. Digo creencias, no la Fe. La Fe es abierta y nos conduce
a los demás. Las creencias son fanáticas y hacen que sólo escuchemos a aquél
que dice lo que queremos escuchar y rechacemos al que piensa diferente o es
distinto a nosotros.
Suspiró y
concluyó con el tercer obstáculo:
- Y
finalmente están los miedos. Tememos la diferencia. Percibimos al diferente
como a un enemigo y nos encerramos en nosotros mismos. Creemos que los miedos
nos protegen y en realidad impiden que amemos al otro.
Miró a los
ojos de su seguidor y añadió:
- Si queremos amar de verdad,
debemos liberarnos de las cosas, de las creencias y de los miedos que nos
separan de los demás...
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