miércoles, 9 de mayo de 2012

EL ANACORETA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN


 Hablaban sobre la Nueva Evangelización.

El Anacoreta movió en señal de duda la cabeza y dijo.
- Es evidente que debemos evangelizar, pero el término "nueva" puede malinterpretarse. Todos los cristianos somos enviados. Ese fue el mandato de Jesús antes de dejar este mundo: Id y anunciad a todo el mundo la Buena Nueva... Eso es evangelizar.

El joven seguidor repuso:
- Sí, pero aquí se refiere posiblemente a utilizar nuevos métodos, la tecnología, internet...

Sonrió el anciano al decir:
- Creo que ya hace años que muchos se esfuerzan en utilizar los media para evangelizar. Me temo que para alguno "nueva" significa dejar de lado el Concilio. Dar un frenazo. Ponerse a la defensiva, o, simplemente, confunden evangelización con proselitismo.

El joven seguidor preguntó:
- Entonces, ¿que se entiende por "nueva"?

Puso el Anacoreta una mano sobre el hombro del joven y respondió:
- Para empezar sería bueno olvidarnos del calificativo de "nueva". Volvamos al Evangelio. Jesús resucitado nos dice: "Como el Padre me envió, os envío yo...". Este "como" es fundamental. Nuestra misión es la misma que el Padre encomendó a Jesús. Evangelizar es anunciar con nuestra vida, como hizo Jesús con la suya, que otro mundo es posible. Que Dios es Amor. Que todos somos hermanos. Y hacerlo como lo hizo Jesús: con espíritu de misericordia, gratuidad, acogida incondicional. Curando, sanando, devolviendo la vista, haciendo caminar, dando vida. Condenando lo único que Jesús condenó: la injusticia, la hipocresía, la prepotencia, el orgullo, el dinero, el poder...

La mirada del anciano tuvo una pequeña sombra de tristeza y concluyó:
- Me temo que algunos creen, por contra, que evangelizar es condenar, defenderse, hacer actos multitudinarios apoyados por el poder, la búsqueda de privilegios... Eso no es a lo que el Padre envió a Jesús... La verdadera evangelización es la de aquel que vive para los demás. Aquel que ha encontrado a Jesús en su interior y luego lo transparenta en Amor hacia los demás, no con palabras, sino con su vida.

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