El día de la madre no es solamente ofrecer, como muchos hacen, un regalo o un
detalle de cariño; sino fundamentalmente reconocer nosotros, como Iglesia, lo
importante que es la madre para la sociedad.
Jesús
escucha ese piropo que le dicen de María: «Bendita la madre que te trajo al
mundo». Homilía del Cardenal Juan Luis Cipriani, Arzobispo de Lima, Perú.
Estamos hoy
celebrando el día de la madre. Vengo de Roma de estar con el Santo Padre, con
Juan Pablo II, y para mi éstas dos noticias tan importantes, la de celebrar el
día de la madre y la de recordar el amor que el Papa tiene a la Iglesia, a las
mujeres, a las madres y a todas las familias, me conmueven.
Hoy quisiera
decirles en sus hogares como Pastor de la Arquidiócesis: ¡Feliz Día de las
Madres! y también reflexionar con ustedes, pues el día de la madre no es
solamente ofrecer, como muchos hacen, un regalo o un detalle de cariño – que
creo está muy bien -; sino fundamentalmente reconocer nosotros, como Iglesia,
lo importante que es la madre para la sociedad.
TENGAMOS A MARÍA COMO EJEMPLO DE
MADRE
Antiguamente
se decía: «madre sólo hay una», y pienso que es verdad. Recordemos a la madre
ejemplar de todos nosotros, la Virgen María, quien llevó en su vientre purísimo
durante nueve meses al Hijo de Dios. En ese tiempo surge en Ella un amor sin
límite a ese Niño, Jesús, que será infante, joven, y finalmente Hijo suyo en la
cruz. Por eso, mamás, todas ustedes deben ser el ejemplo y el recuerdo de esa
Madre de Dios.
Mamás,
ustedes nos han llevado en su vientre durante nueve meses en que ya su amor,
nos acompañaba. Por todo ese cariño, levanto mi voz haciendo eco a la voz del
Papa, y les digo: ¡mamás, cuiden a sus hijos no concebidos todavía, cuiden a
esos hijos que acaban de ser fecundados, que están en su vientre, y que hoy
lamentablemente los exponen al miedo del aborto!
Mamás, vean
a María, vean en Ella el ejemplo. Hoy en su casa, en su hogar, algunas lejos de
sus hijos, algunas cerca de ellos, algunas en el lecho del dolor de un
hospital, otras privadas de su libertad. Siempre vean a María como su ejemplo.
Hace pocos
días me decían en la cárcel de Santa Mónica: recuérdenos, señor Cardenal. Va mi
saludo para ustedes, y a todas las mujeres madres, hoy les digo ¡cuiden de esos
niños que están en su vientre y asuman esa responsabilidad de ser madres!
«¡BENDITA LA MADRE QUE TE TRAJO AL
MUNDO!»
El ser madre
es de tal categoría, es de tal clase, es de tal maravilla, que es también tan
hermoso cuando las mujeres lo asumen con responsabilidad. Por eso Jesús escucha
ese piropo que le dicen de María: «bendita la madre que te trajo al mundo».
Esos piropos
de amor en la época de Jesús son los mismos que hoy también les decimos a
nuestras madres, ¡benditas mamás!, que han sabido cumplir el rol a veces
difícil, a veces sacrificado, de ser madres, ese rol de educar a sus hijos. Una
educación que supone cariño y ternura.
Dicen los
médicos que los bebés ya reconocen la voz de su madre cuando están en el
vientre. Ya empieza un cariño. Por eso cuando hoy celebramos este día de la
madre no queremos solamente hablar de regalos, queremos hablar de María, de la
Virgen, queremos hablar de las mamás a ejemplo de María; queremos hablar de los
hijos, para que sepan querer mejor a sus madres, no sólo de palabra, sino con
actos.
EL AMOR DE MADRE ILUMINA EL MUNDO
Qué daría
una madre por ver una sonrisa de sus hijos. Cuantas veces las madres mendigan
una palabra de cariño, de agradecimiento, de perdón. El encuentro de las madres
y sus hijos es algo que ilumina el mundo.
Por eso el
Papa con tanta preocupación nos dice al mundo de hoy: la familia, la maternidad,
los hijos, son realmente grandes valores. Y yo quiero que en este mes de mayo,
que recién empezamos, hagamos una gran cruzada del santo rosario, porque la
familia que reza unida permanece unida.
Madre mía, a
ti me dirijo, a través de estas palabras, te pido María que te acerques a todas
estas madres que hoy te buscan, para que tú, Madre Santa, las bendigas, las
abraces con cariño y las llenes de fortaleza.
ES EL MEJOR
MOMENTO PARA LA RECONCILIACIÓN
Y a ustedes,
padres, papás, les digo que si tienen algún rencor o alguna dificultad – que
siempre puede haberlos – éste es el día de decir: esposa, te quiero tanto… Hay
tantos modos de ser cariñoso entre el hombre y la mujer en el matrimonio.
Busca las
palabras y háblale con cariño, dale un abrazo, dale un beso, dile que le pides
perdón, que la quieres más que nadie. Pero que no sean sólo palabras. Cuántas
veces el marido sin querer hace sufrir a su esposa, cuántas veces los hijos no
saben devolverle a su madre con cariño, con obediencia, y con oración, todo su sacrificio.
Por eso el
evangelio de hoy según San Juan, nos recuerda lo que Jesús nos dijo: «hijos
míos me queda poco para estar con ustedes y les quiero decir que les doy un
mandamiento nuevo, el que se amen unos a otros como yo los he amado».
Piensen en el
amor de María a Jesús, el amor de Jesús a María, el amor de José a María y a
Jesús. Este es el mandamiento que Jesús nos deja, el que haya amor entre
nosotros, entre cada miembro del hogar.
EL ORGULLO
DE SER MUJER ES LA MATERNIDAD
Por eso en
esta Gran Misión “Remar Mar Adentro” que hemos puesto en marcha aquí en Lima,
le dedicamos a nuestra Madre esta cruzada de oración del rosario. Madre mía
bendice los hogares, haz de las mujeres como lo han sido siempre, hermosas
criaturas que dan cariño, ternura y comprensión.
La mujer es
más fuerte que el hombre. Tiene los mismos derechos, los mismos deberes, la
misma dignidad, pero además tiene un toque especial, la feminidad, la ternura,
el cariño, la agudeza, ese ser mujer, que las hace ser diferentes - ni mejores ni
peores - algo que las hace que estén orgullosas de ser mujeres, el ser madres.
Les digo
unas palabras del Papa Juan Pablo II, quien es un ferviente defensor de la
maternidad, del papel de María y del papel de la mujer y de la esposa; nos dice
el Papa: afirmamos que la mujer es la que recibe amor para amar a su vez.
Mamás, Dios
las ha hecho para ser amadas, pero no para que se queden con ese amor, sino
para dárselo a los demás, y por eso tengan la fortaleza de saber levantar esos
hogares, cuando el hogar se tambalee, cuando se encuentra débil, ahí esta la
Virgen con ustedes para decirte a ti mujer y madre, ama a tus hijos.
La mujer,
dice el Papa, no puede encontrarse a sí misma si no es dando amor a los demás.
Mamá, la mía esta en el cielo, a ti joven o anciana, estés donde estés, serás
cada día más alegre y mejor cuando sepas amar más.
Que el Señor
Jesús bendiga todos sus hogares, en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo. Así sea.
Mons. Juan
Luis Cipriani
Cardenal de
Lima, Perú.
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