No
podemos dejar que las circunstancias controlen nuestras emociones que nos
llevan a encerrarnos en una tristeza que si no la controlamos, destruye nuestra
vida.
Comúnmente
desconfiamos de muchas personas a nuestro alrededor, estamos pendientes de
cuidarnos de aquellos que puedan hacernos daño. En otras palabras, ubicamos a
nuestros enemigos para mantener una distancia para protegernos.
Nos enfocamos tanto en esto, que no nos damos
cuenta de que a veces nuestro principal enemigo somos nosotros mismos. El
corazón lleno de emociones y sentimientos nos juega trampas en las que caemos y
por ello sufrimos quizás más de lo necesario. En la Biblia, Jeremías 17: 9 dice
que “engañoso es el corazón más que todas las cosas”.
Tendemos
a manejarnos de acuerdo a cómo nos sentimos y tomamos decisiones basándonos en
nuestras emociones.
Tuviste
un problema con tu esposo, te lastimó y hoy te levantaste sin sentir amor por
él.
Comenzaste
a cuestionarte hasta que llegas a pensar si casarte fue un error. Toda una
artimaña mental basada en unos días en los que no sentiste el mismo amor que
sentías al principio.
Probablemente
más de una circunstancia a tu alrededor es negativa, no entiendes por qué todo
parece estar mal, te sientes triste y pasan los días y tus emociones se siguen
hundiendo en esa desilusión, que si no la sabes manejar, se convierte en
frustración, estrés y posteriormente en una depresión que viene siendo el
estado emocional más grave y autodestructivo en el que podemos caer.
Las
emociones son variables. Cambian de día en día, por eso no podemos seguir cada
pensamiento y sentimiento que tenemos como si fuesen una verdad absoluta ni
mucho menos tomar decisiones importantes basándonos en éstos.
Cuando
algo nos sucede y nos sentimos tristes, no debemos permanecer así por mucho
tiempo. Quizás un breve periodo de desilusión no tenga un efecto devastador en
nuestra vida, pero una tristeza que dejamos crecer sin control y reforzamos
cada día pensando en lo mal que nos sentimos, puede llevarnos a una depresión.
No
debes basar tu felicidad en que todo en tu vida esté bien. Si piensas que no
vas a ser feliz hasta que todas las circunstancias estén bien, nunca vas a ser
feliz. No podemos dejar que las circunstancias controlen nuestras emociones,
que unidas a los pensamientos nos llevan a encerrarnos en una tristeza que si
no la controlamos, destruye nuestra vida.
Quiero
decirte que peor que nuestras emociones, el enemigo de nuestras almas, el padre
de mentiras, quien la Biblia llama Satanás continuamente está buscando
derrumbarnos y cuando hacemos caso a nuestras emociones, le hacemos el trabajo
fácil. Él ha venido para engañar, matar y destruir. Es el autor intelectual de
muertes, guerras, enfermedades, hogares destruidos, depresión y todo lo
negativo que puedas imaginar, por lo tanto, es el escritor de todas las
emociones y pensamientos dolorosos que pasan por tu mente y tu corazón.
Pero
Jesús vino para traer vida, para darnos esfuerzo, para levantarnos, darnos
esperanza y llenarnos de alegría. Dice la Biblia que el gozo de Dios es nuestra
fortaleza. La alegría que Él nos da es lo que nos da fuerzas para seguir
adelante. Sin gozo, somos débiles, abrimos la puerta para que entren los
pensamientos negativos e iniciamos una caída libre hacia nuestra destrucción.
Basta
ya de tanta tristeza y dolor. El llanto puede durar toda una noche, pero así
como sale el sol de un nuevo día, la oportunidad de nuevas alegrías toca tu
puerta. La depresión no tiene que ver con lo que te sucede sino con la actitud
que asumes ante tus circunstancias. Puedes decidir tener una actitud de
esperanza renovando tu mente con las promesas de Dios. Deja de confiar en lo
que te dicen tus emociones y comienza a confiar en quien te ama, te conoce, te
cuida y está a tu lado siempre: Dios.
Mariam
Delgado
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