Hoy traigo una reflexión sobre las
palabras que Benedicto XVI ha pronunciado con ocasión de la audiencia general
de hoy 25 de abril. El Papa centró sus palabras sobre la oración como elemento
prioritario para la comunidad cristiana. La comunidad necesita alimentarse de
su fuente de vida y que el Espíritu Santo sea nuestra verdadera guía.
Los Santos, por lo
tanto, han experimentado una profunda unidad de vida entre oración y acción,
entre el amor total a Dios y el amor a los hermanos. San Bernardo, que es un
modelo de armonía entre contemplación y vida operosa, en su libro De
consideratione, dirigido al Papa Inocencio II para ofrecerle algunas reflexiones
sobre su ministerio, insiste precisamente en la importancia del recogimiento
interior y de la oración, para defenderse de los peligros de una actividad
excesiva, cualquiera que sea la condición en la que nos encontremos y la tarea
que se lleve a cabo. San Bernardo afirma que demasiados quehaceres y una vida frenética, acaban a menudo
endureciendo el corazón y haciendo sufrir al espíritu (cf. II, 3).
Es un valioso
llamado para nosotros hoy, acostumbrados a evaluar todo con el criterio de la
productividad y de la eficiencia. El episodio de los Hechos de los Apóstoles
nos recuerda sin duda la importancia del trabajo - crea un ministerio propio –
y la importancia del compromiso en las actividades cotidianas que se deben
llevar a cabo con responsabilidad y dedicación, pero también nos muestran
nuestra necesidad de Dios, de su guía y de su luz que nos dan fortaleza y
esperanza. Sin la oración diaria vivida
con fidelidad, nuestra acción se vuelve vacía, pierde su alma profunda, se
reduce a un mero activismo que, nos deja al fin insatisfechos.
Hay una hermosa
invocación de la tradición cristiana para ser recitada antes de toda actividad,
que dice: "Inspira nuestras acciones, Señor, y acompáñalas con tu ayuda,
para que todo lo que digamos y toda acción nuestra tengan siempre en ti su
principio y su cumplimiento". Cada paso de nuestra vida y cada acción,
también de la Iglesia, se debe cumplir ante Dios, a la luz de su Palabra.
Es evidente que necesitamos trabajar para sobrevivir con un mínimo de
dignidad. El trabajo es un bien de primer orden y dada su escasez actual, uno
de los bienes más deseados en España. No es lógico que digamos que trabajar es
malo o que daña nuestra espiritualidad, porque no es verdad. El trabajo
dignifica al ser humano y le permite sentirse útil a los demás.
¿Qué es lo que no quiere decir Benedicto XVI? Nos indica que, además de
trabajar, necesitamos orar. Nos dice que crear planes llevarlos a cabo es
estupendo, pero no nos debe hacer perder el objetivo de nuestra conversión. La
Oración es imprescindible en todos los niveles: personal. Grupo, Comunidad,
Diócesis e Iglesia universal.
Las comunidades que oran unidas, fomentan el espíritu de unidad que tan
necesaria es. Trabajar sin acercarnos a Dios en la oración, termina por endurecer
nuestro corazón. El activismo es un peligro en el que solemos caer con
demasiada facilidad. Creemos que lo podemos todo por nosotros mismos y nos
olvidamos de adorar y alabar al Señor diariamente.
La oración que nos deja el Papa es especialmente bella. Se puede leer el
ofrecimiento de nuestra voluntad a la Voluntad de Dios.
Si los pulmones de la oración y la Palabra de Dios no alimentan el respiro
de nuestra vida espiritual, corremos el riesgo de quedar asfixiados, en medio
de miles de cosas, cada día: la oración
es el respiro del alma y de la vida. Y hay otro valioso recordatorio que
quisiera destacar: en la relación con
Dios, en la escucha de su Palabra, en el diálogo con Dios - aun cuando
estamos en el silencio de una iglesia o de nuestra habitación - estamos unidos en el Señor a tantos hermanos
y hermanas en la fe, como un conjunto de instrumentos, que también en su
individualidad, elevan a Dios una única gran sinfonía de intercesión, de acción
de gracias y de alabanza.
Su Santidad nos da otra clave importante. La oración no sólo es
comunicación con Dios, sino comunión entre nosotros. Cuando oramos nos unimos
al coro de todas criaturas que dan gloria al Señor.
Por eso es tan importante orar en grupo o en comunidad. El vínculo que se
crea al orar unidos nos ayuda a sentirnos parte de un todo armonioso y llenos
de belleza.
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