La ocurrencia de que la Obra de la
Creación sigue deliberadamente inacabada carece de aval científico.
La ocurrencia de que la Obra de la Creación sigue deliberadamente
inacabada carece de aval científico; pero no creo que, por ello,
tenga que ser colocada detrás de las teorías de reputados estudiosos del
Universo, quienes, en el mejor de los casos (Albert Einstein o Stephen Hawking,
por ejemplo), no han sobrepasado la primera línea del Libro de la Ciencia: ¿Que el Universo es tan inconmensurable y tan
complejo que se extiende hasta más allá de las fronteras del Misterio?
Científicos o no, en eso coincidimos todos o casi todos y, puesto que lo
realmente conocido cabe en una brizna de papel, cada uno de nosotros cuenta con
todo el campo que quiera para la propia imaginación con más o menos las mismas
probabilidades de acertar.
Claro que algunos podemos jugar con ventaja si partimos de la fe en lo dicho por persona de indiscutible autoridad para luego razonar e incluso divagar sobre lo más consecuente: es el posicionamiento del que cree para entender y discurre para creer (“credo ut intelligam, intelligo ut credam”). Tanto mejor si nos afianzamos en la idea de que esa persona de indiscutible autoridad, por ser el mismísimo Hijo de Dios, Dios de Dios, Dios verdadero de Dios verdadero pasó por la tierra para invitarnos a continuar el proyecto divino (¿porqué no la Creación en su más elevada dimensión?) amándonos unos a otros como Él nos ha amado y nos sigue amando con la inigualable prueba de su vida terrena y su muerte en cruz al ser tratado como el más indigno de los criminales para luego resucitar merced al exclusivo poder divino.
Aceptando
que ahí radica el meollo de la fe cristiana, que la razón suprema de todo ello
es el Amor y que éste, cuanto mayor es, tanto más exige ser correspondido en
libertad, no es nada complicado aceptar que los otros, tú y yo, personas objeto
de ese amor, debamos discurrir sobre la mejor manera de corresponder a ese
amor: ¿no será una de ellas el aplicarnos al desarrollo de nuestras personales capacidades
en beneficio de nuestros semejantes sin esperar a que ellos den el primer paso
de mayor acercamiento? ¿Habéis reparado en el hecho de que los seres humanos
contamos con distintas y yo diría que complementarias capacidades? Hechas estas
constataciones ¿está fuera de lugar suponer que la Creación seguirá avanzando a
medida de que progrese el verdadero amor entre los seres humanos?
Antonio Fernández
Benayas
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