Seguirle llena el corazón de alegría y dan sentido pleno a nuestra existencia, pero comporta dificultades y renuncias, pues con mucha frecuencia hay que ir contra la corriente» (Benedicto XVI, 23 de agosto de 2009).
EVANGELIO
Del santo Evangelio según san Juan 6, 60-69
En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús dijeron al oír sus palabras: «¿Esto los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da la vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida, y a pesar de esto, algunos de ustedes no creen». (En efecto, Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo habría de traicionar). Después añadió: «Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede».
Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: «¿También ustedes quieren dejarme?» Simón Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios». Palabra del Señor.
ORACIÓN INTRODUCTORIA
Dios mío, no quiero ser de los que traicionan, porque ¿a quién iría? Sólo Tú me
puedes dar la luz y fuerza que necesito para dejar mi autosuficiencia y mi
egoísmo. Creo, espero y te amo, permite que pueda tener un encuentro contigo en
esta oración.
PETICIÓN
Dios mío, no permitas que las preocupaciones del mundo me distraigan en mi
oración.
MEDITACIÓN
Mi felicidad: amar a Dios y saber que Él me ama.
«"¿También vosotros queréis marcharos?" Esta pregunta provocadora no se dirige sólo a los que entonces escuchaban sino que alcanza a los creyentes y a los hombres de todas las épocas. También hoy muchos se "escandalizan" ante la paradoja de la fe cristiana. La enseñanza de Jesús parece "dura", demasiado difícil de acoger y de practicar. Entonces hay quien rechaza y abandona a Cristo; hay quien trata de "adaptar" su palabra a las modas desvirtuando su sentido y valor. "¿También vosotros queréis marcharos?". Esta inquietante provocación resuena en el corazón y espera de cada uno una respuesta personal. Jesús, de hecho, no se contenta con una pertenencia superficial y formal, no le basta una primera adhesión entusiasta; es necesario, por el contrario, participar durante toda la vida en "su pensar y querer". Seguirle llena el corazón de alegría y dan sentido pleno a nuestra existencia, pero comporta dificultades y renuncias, pues con mucha frecuencia hay que ir contra la corriente» (Benedicto XVI, 23 de agosto de 2009).
PROPÓSITOMi felicidad: amar a Dios y saber que Él me ama.
«"¿También vosotros queréis marcharos?" Esta pregunta provocadora no se dirige sólo a los que entonces escuchaban sino que alcanza a los creyentes y a los hombres de todas las épocas. También hoy muchos se "escandalizan" ante la paradoja de la fe cristiana. La enseñanza de Jesús parece "dura", demasiado difícil de acoger y de practicar. Entonces hay quien rechaza y abandona a Cristo; hay quien trata de "adaptar" su palabra a las modas desvirtuando su sentido y valor. "¿También vosotros queréis marcharos?". Esta inquietante provocación resuena en el corazón y espera de cada uno una respuesta personal. Jesús, de hecho, no se contenta con una pertenencia superficial y formal, no le basta una primera adhesión entusiasta; es necesario, por el contrario, participar durante toda la vida en "su pensar y querer". Seguirle llena el corazón de alegría y dan sentido pleno a nuestra existencia, pero comporta dificultades y renuncias, pues con mucha frecuencia hay que ir contra la corriente» (Benedicto XVI, 23 de agosto de 2009).
Delicadeza y alegría para darle todo a Dios, y dárselo en el amor.
Diálogo con
Cristo
Jesús mío, quiero seguirte día a día y servirte en los demás. No quiero
marcharme ni quedarme atrás, quiero caminar al paso que necesita la Iglesia.
Cumplir con mis deberes de estado y con mi apostolado de extender tu Reino por
medio de la caridad. Por eso te doy gracias por este momento de oración que
puede transformar mis deseos en una hermosa realidad.
«No te canses de buscar a Cristo, no
te canses de pedirle una y otra vez que llene tu corazón de Él, que te
embriague con su amor para que siempre puedas responder con elegancia, con
aplomo y firmeza en los momentos de mayor dificultad»
(Cristo al centro, n. 2027)
No hay comentarios:
Publicar un comentario