Cuando nos dan una buena noticia o descubrimos algo valioso, sentimos la necesidad y emoción de contárselo a nuestros seres queridos. Las parejas de novios que de verdad se quieren, tienen ganas de gritarlo a los cuatro vientos. Jesús no fue la excepción. El no quiso guardarse para sí mismo el evangelio, sino que buscó compartirlo con los hombres y mujeres de cada época. “Vayan por todo el mundo y anuncien la buena nueva a toda la creación” (Mc. 16, 15).
No han sido pocos los que han tenido la ilusión de comunicar la palabra de Dios. Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores, se unió al proyecto de Cristo. Predicó a diestra y siniestra.
Siempre con la alegría y esperanza de aquellos que se han encontrado con el Dios vivo. Su ejemplo nos anima a trabajar por la causa del evangelio, siendo muy creativos, coherentes y audaces.
Además de predicar a través de la palabra oral y escrita, como un servidor pretende hacer
a través del blog, debemos hacerlo por medio de actitudes concretas. En otras palabras, dar testimonio de aquello que decimos creer. El siglo XXI, con sus luces y sombras, tiene necesidad de escuchar y conocer la opción de Jesús.
Animémonos a predicar con ilusión la verdad que hemos abrazado. Sin duda, se trata de un proyecto apasionante.
Carlos J. Díaz Rodríguez
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