Lo leo en Catholic.net. Una niña sin piernas, pero tan decidida que se atreve a jugar al balón.
Me ha llamado la atención porque esta, como otros muchos, minusválidos nos dan un ejemplo fuerte de superación y constancia. Nos solemos derrumbar ante la más nimia molestia. Con esto del Estado del Bienestar no aguantamos un minuto de malestar. Nos ponemos nerviosos, pesimistas, con angustia vital. Perdemos la alegría y la esperanza por lo más tonto, y encima le echamos la culpa a Dios de todos nuestro males. Nos viene bien conocer esta historia sencilla, pero heroica, de una niña mentalizada para vivir así toda la vida sin perder la paz.
Que tenga siete años y que sea admiradora del Arsenal no es motivo de sorpresa. Pero si decimos que Ellie Challis no tiene manos ni piernas, entonces cambia todo.
Comenzó de repente: una mañana se despertó con fiebre, pero con las extremidades frías. Sus padres la llevaron al hospital. En un primer momento, todo parecía funcionar bien, por lo que regresaron a casa. Pero la alarma se encendió de nuevo al descubrir tres manchas rojas que se multiplicaron con el paso del tiempo. La vuelta al hospital se hizo obligatoria.
Su madre ya se lo imaginaba, por lo que el veredicto, aunque doloroso, le cayó menos de sorpresa: una meningitis que luego derivó en septicemia y que finalmente tuvo como consecuencia la amputación de brazos y piernas.
La vida de Ellie parecía acabada, pero su fuerza de voluntad y el cariño de su familia, en especial de su hermana melliza, la sacó adelante. Más aún, el respaldo de los habitantes de Little Clacton, Essex (Inglaterra), donde vive la familia, jugó un importante papel, sobre todo por el apoyo económico.
Desde entonces, hace ya cuatro años, Ellie utiliza prótesis para caminar. Al principio, se valía de unas piernas ortopédicas estándar, con las que la pequeña únicamente aguantaba una media de veinte minutos al día, pues le causaban un gran dolor. Finalmente, su pasión por el fútbol la ha ayudado a conseguir unas prótesis superlivianas, similares a las usadas por el atleta sudafricano Oscar Pistorius, que la permiten correr por el campo con total libertad y sin riesgo de lesión.
Su madre comenta con el brillo de la emoción que «no tiene ningún problema a la hora de jugar a fútbol y lo hace muy bien». Y su padre va aún más allá: «sus regates son espectaculares».
Sea o no el cariño lo que lanzan estas afirmaciones, queda claro que la fuerza de voluntad de Ellie es única y que usa sus piernas ortopédicas con gracia y delicadeza. Y más increíble es verla jugar una vez por semana al fútbol. No sólo por la destreza de sus piernas, sino por la sonrisa que lleva pintada en el rostro. (http://es.catholic.net/buenasnoticias/articulo.php?id=52417
Es una noticia refrescante. Nos da pena ver a esta niña sin piernas, pero nos estimula a tomarnos en serio nuestra vida y “correr” sin complejos hacia una meta que podemos alcanzar con la ayuda de los que nos quieren bien, y en especial con la ayuda de Dios.
Juan García Inza
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