Misa presidida por el Papa en Erfurt.
"Los santos nos muestran que es posible y bueno vivir de manera radical la relación con Dios, poner a Dios en primer lugar y no como una realidad más entre otras".
Benedicto XVI ofició hoy una misa en Erfurt, ciudad de la antigua Alemania comunista (RDA), donde dijo que el nazismo y el comunismo tuvieron para el cristianismo el mismo efecto que la lluvia ácida y que sus consecuencias, sobre todo en el plano intelectual y religioso, aún se perciben.
Benedicto XVI ofició hoy una misa en Erfurt, ciudad de la antigua Alemania comunista (RDA), donde dijo que el nazismo y el comunismo tuvieron para el cristianismo el mismo efecto que la lluvia ácida y que sus consecuencias, sobre todo en el plano intelectual y religioso, aún se perciben.
Ante varios miles de fieles -unos 30.000- reunidos en la plaza de la catedral de esta ciudad de 200.000 habitantes, en el estado de Turingia, uno de los menos religiosos de Alemania, el Papa dijo que los alemanes tienen que dar gracias a Dios por los cambios registrados en el país hace 30 años, "que parecían que nunca se producirían".
"¡Quién habría imaginado hace 30 años, en los tiempos de la RDA, que el Muro de Berlín habría caído pocos años después (1989) y si vamos más atrás quién habría podido predecir que el ‘Reich milenario’ (el Tercer Reich) quedaría hecho cenizas cuatro años después!", dijo el Pontífice.
El Papa Ratzinger aseguró que en la RDA tuvieron que "soportar una dictadura negra, el nazismo, y una roja, el comunismo, que para la fe cristiana tuvieron el efecto que tiene la lluvia ácida".
"Muchas consecuencias tardías de ese tiempo todavía no han sido todavía asimiladas, sobre todo en el ámbito intelectual y religioso. La mayoría de la gente en esta tierra vive aún lejana de la fe en Cristo y de la Iglesia", agregó el Obispo de Roma.
Esta zona de Alemania es una de las más ateas del país. Asistentes a la misa dijeron a Efe que el comunismo alejó a la gente de la religión "y aquí nadie cree ya y se ha perdido la tradición cristiana".
Benedicto XVI agregó en la homilía que los últimos 20 años presentan, sin embargo, también experiencias positivas, un horizonte más amplio, "un cambio más allá de las fronteras y la confianza de que Dios no nos abandona y nos conduce por nuevos caminos, ya que donde está Dios, allí hay futuro".
El Pontífice señaló que la nueva libertad ha ayudado a conferir a la vida de los hombres una "mejor dignidad y a abrir múltiples y nuevas posibilidades", entre ellas una mayor actividad parroquial, reestructuración de iglesias y centros parroquiales, iniciativas diocesanas, etc.
Pero se preguntó si esas posibilidades han llevado también a un incremento de la fe y dijo que tal vez es necesario buscar las raíces profundas de la fe y de la vida cristiana en algo más que en la libertad social.
El Papa subrayó que muchas personas aceptaron durante aquellos oscuros años "desventajas personales" por tal de vivir la fe y destacó que muchos padres "en medio de un ambiente hostil a la Iglesia" educaron a sus hijos en la fe católica.
A este respecto recordó que muchos católicos resistieron a la ideología comunista en Eichsfeld, una "isla" de católicos en una zona de influencia luterana y en la que la religión fue perseguida durante el comunismo.
Benedicto XVI se mostró convencido de que los cambios del año 1989 (la caída del comunismo) no estaban motivados sólo por el deseo de bienestar y de libertad de movimiento, "sino, sobre todo, por el anhelo de veracidad".
Ese anhelo – precisó - se mantuvo vivo, entre otras cosas, por personas totalmente dedicadas al servicio de Dios y del prójimo y dispuestas a sacrificar su propia vida.
El pontífice subrayó las raíces cristianas de Alemania, recordó a todos los santos que ha evangelizado estas tierras y dijo que esas personas muestran que "es posible y bueno" vivir en modo radical la relación con Dios y colocarle en primer lugar y no como una realidad más entre otras.
El Papa dijo que la fe es siempre y esencialmente un "creer juntos con los otros" y que "sin" la Iglesia no puede haber una fe personal.
"La Iglesia no se detiene ante las fronteras de los países", agrego el Papa, que aseguró que "si nos abrimos a toda fe", el catolicismo tiene futuro también como fuerza pública en Alemania.
El Obispo de Roma agregó que los católicos "no queremos escondernos en una fe solamente privada, sino que queremos gestionar de manera responsables la libertad alcanzada".
Los católicos en Alemania -país de casi 82 millones de habitantes- representan el 30,18 % de la población (24,6 millones). Los protestantes son 24,5 millones de personas, mientras que el resto se reparten entre no creyentes, musulmanes y judíos.
Concluida la misa, el Pontífice viajó a Friburgo, capital del estado federal de Baden-Württenberg, de amplia mayoría católica, última etapa de su tercer viaje de cuatro días a Alemania, que finalizará mañana domingo.
Efe
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