¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
Así incoaba Lope su magistral soneto.
Y un servidor sigue preguntándose lo mismo.
Y un servidor sigue preguntándose lo mismo.
¿Qué tengo yo, Dios mío, qué tengo?
¿Qué tengo para que me ames como me amas?
¿Qué tengo yo, si por tener sólo tengo desplantes y desmanes a diario?
¿Qué tengo para que me ames como me amas?
¿Qué tengo yo, si por tener sólo tengo desplantes y desmanes a diario?
Y entonces me doy cuenta: tengo mi corazón (ya lo conoces), y lo quieres como es y por completo.
Guillermo Urbizu
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